Señalización y cromática
La primera señalización proviene de la época de los romanos; dicho imperio llevó la delantera en muchas innovaciones tecnológicas que hasta hoy perduran. Uno de esos adelantos de aquella desarrollada civilización consistió en establecer un código de señales, para orientar al viajero en el tránsito por las calzadas utilizando la milla romana, dichas señales indicaban la distancia entre ese punto y la ciudad de Roma, de ahí el famoso dicho: "todos los caminos llevan a Roma". Para valerse de ello los romanos utilizaban unas columnas de piedra labradas a cincel y con números romanos a los que llamaron 'millarios'. En el siglo XX aparece un invento que vino a revolucionar la forma del transporte de la humanidad, el automóvil. Aunque fue un gran e ingenioso invento hubo que organizar su circulación para aminorar el caos que causaba, por ello era indispensable ordenarlo. Hacia 1949, cuatro años después de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial se unifican en toda Europa las señales a medida que se fueron creando. Al otro lado del mundo en el continente americano, Estados Unidos crea sus propias señales de tránsito, las cuales fueron revisadas con el pasar del tiempo. En 1968, las Naciones Unidas convocaron la Conferencia de Viena sobre el Tráfico de Carreteras. En ella se decidió estandarizar las señales, colores y circulación a nivel global y más de 50 países firmaron el acuerdo para unificar la señalización vial en casi todo el mundo. Hoy en día las señales de tránsito aparecen en varias formas como diamantes, octágonos, pentágonos y de forma trapezoidal; cada una sugiere un entendimiento diferente al cerebro, fáciles de recordar por sus colores. También se empezó a generalizar su uso combinados con figuras geométricas para temas de seguridad industrial principalmente
con el desarrollo de la petroquímica y la salud. En nuestro país y siguiendo la normativa internacional existe un manual de dispositivos para el control del tránsito en calles y carreteras publicado por la SCT, en donde se establece que las señales restrictivas deben ser de color blanco y rojo, las preventivas de color amarillo, las informativas de destino de color verde, las informativas de servicios y turísticas de color azul y las de protección en obras de color naranja. Para los temas de seguridad industrial y de construcción se aprobó la NOM-026-STPS en donde se especifica el uso de colores para cada tubería en función de su uso, ya sean que transporten agua, gases, aceites, aire o se utilicen para sistemas para protección de incendios y son de uso obligatorio. La cromofobia o miedo a los colores es una fobia específica que se caracteriza porque la persona que la sufre siente un miedo irracional hacia los colores. Los colores son para mucha gente fuente de belleza y alegría. Sin embargo, para quienes padecen de esta fobia representan un sufrimiento. Como muchas otras fobias, la cromofobia está disparada por la asociación inconsciente de un color con un evento traumático, cuyo resultado es la fobia como mecanismo de defensa. Las fobias para los distintos colores son: cianofobia (miedo al color azul), xantofobia (miedo al amarillo), eritrofobia (miedo al rojo), clorofobia (miedo al verde), cromofobia (miedo al naranja), porfirofobia (miedo al púrpura o violeta), leucofobia (miedo al blanco) y melanofobia (miedo al negro). Se deben evitar que los funcionarios encargados de aplicar la normativa cromática que existe en nuestro país no tengan fobia a ningún color ya que pueden cambiar los mismos violando los códigos internacionales haciéndonos el hazmerreír del mundo. Por cierto el color guinda se forma con la mezcla de los colores rojo, azul, amarillo y negro, mensaje subliminal o coincidencia. fin, la prudencia llegó. Los animales nos fueron dejando atrás en clara señal de haber superado los noventa kilómetros por hora. Luego advertimos que una avioneta nos sobrevolaba, era el Departamento de Pesca y Caza de Nuevo México. Nos salimos del camino y seguimos buscando berrendos para los cazadores que faltaban de cobrar su trofeo. Al subir una colina, nos esperaba un pick up de guardafaunas.
Pacientemente nos dijeron que lo que hicimos estaba prohibido, lo cual no objetamos, pero como éramos turistas cinegéticos extranjeros y bienvenidos, solamente nos advertían de no repetirlo. ¡Excelso trato al visitante! Les aseguramos no volver a caer en la tentación. Luego de despedirnos, nos encontramos con Héctor Sánchez Limón y cazadores, gestor cinegético y organizador de la aventura, detenidos por otros guardafaunas. Resulta que uno de los tiradores de Tijuana que se nos unieron allá, cazó a un berrendo del otro lado del cerco límite del rancho contratado en donde eran válidos nuestros permisos de caza.
La autoridad levantó una infracción y le dijo al infractor: “Si te declaras culpable te impongo una multa de cien dólares, pagadera ahora con recibo oficial, y cerramos el caso. O puedes alegar inocencia y tendrás que presentarte al Juez”. ¡Pago!, dijo el feliz cazador. ¡Ha!, “pero te confisco el berrendo”, respondió el inspector. Luego añadió: “Ahora por cien dólares el que quiera el animal se lo entrego mediante otro recibo y puede quedarse legalmente con él”. ¡Justicia excelsa!, opinó don Pedro Reyes Colín, entonces Magistrado Federal en Mexicali. Sirva este ejemplo vivido por muchos testigos al inicio de los años noventa, como muestra de cómo se debe tratar al valioso turismo cinegético. Material del libro “Añoranzas Cinegéticas”.