Frontera

El cielo huele a café

- JOUSÍN PALAFOX @JousinPala­fox jousinpala­fox@hotmail.com *- El autor es graduado de la licenciatu­ra en Derecho de la UABC, escritor y conductor de radio.

El aire sabe a hierba, a frío y humedad… Las nubes se asoman sobre tus hombros y tras el verdor de la inmensidad una brisa tibia te acaricia con aroma a café. De esa manera sabes que te ha alcanzado tu destino y que te espera sonriente con una tacita humeante de amargo y delicioso contenido. Los lugareños llaman “Pluma Hidalgo” a ese pequeño pueblo, por mi parte, prefiero llamarlo cielo.

En la Sierra Madre Sur de Oaxaca, existe un pequeño paraíso cubierto por frondosos árboles milenarios y rodeado por cerezas rojas de maduros cafetales. Las mismas nubes se escurren como dulce y blanca crema batida, sobre los verdes acantilado­s, dándole a la pequeña comunidad un velo de misterio, magia y divinidad.

Cada esquina de la placita frente a la iglesia y el edificio municipal, cruje en sus rincones con el sonoro arrullo de molinos y tostadores, que al triturar los frutos de la tierra, agitan con intensos aromas una invisible marea en el viento, que todo lo envuelve con notas dulces, amaderadas y al mismo tiempo delicadas como a tierra mojada. Y es que la constante y fresca lluvia, forma parte de su magia, es esta bendita agua la que primero en su forma cristalina y templada, alimenta a la verde planta y después hervida en peltre, convertida en burbujas y vapor, transforma el oro tostado, en oscuro elíxir ácido, terroso y delicadame­nte amargo.

Hacer un recorrido en auto de casi cuatro horas entre los sinuosos caminos de las montañas, es una delicia para los ojos, el paladar y el alma. Las vistas espectacul­ares son aderezadas con una verdadera sinfonía de cascadas, rayos crepuscula­res y sonidos de todo tipo de salvajes pero inofensivo­s animales. El viaje mismo es tan extraordin­ario como el propio destino que yace escondido en la cima de las montañas. Este es uno de los grandes tesoros de Oaxaca, que a diferencia de Mote Albán, Mitla o Huatulco, por lo minúsculo e inaccesibl­e de su territorio, casi ni figura en los mapas. Baristas del mundo, amantes del café, gastronaut­as y explorador­es con hambre de historias que pocos puedan imaginar o creer, este pueblo mágico es un lugar obligado para conocer.

Me limito a decir más, la experienci­a es única, irrepetibl­e y personal. No puedo comprobarl­o y por prudencia no lo aseguraré, pero podría jurar que por las tardes, este es el lugar donde Dios baja a tomar su taza de café.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico