Frontera

Poco a poco, vamos ganando

- LEO ZUCKERMANN @leozuckerm­ann leo.zuckermann@cide.edu

Desde que comencé a dar mis opiniones en los medios, expresé mi postura a favor de la legalizaci­ón y regulación de las drogas. En ese entonces, a principios de este siglo, éramos muy pocos los que pensábamos así; una minoría que se contaba con los dedos de una mano.

Veinte años después, poco a poco, esta postura va ganando adeptos. Lo celebro. Y es que la prohibició­n de las drogas ha sido un fracaso. Lo único que ha dejado es millones de muertos de sobredosis y de persecució­n violenta al narcotráfi­co.

Seamos claros: la prohibició­n no ha resuelto ni el consumo ni la adicción a las drogas. Es necesario, por eso, encontrar una nueva manera de combatirla­s. No con policías y militares deteniendo a vendedores y consumidor­es sino con políticas de educación y salud públicas.

Con mis propios ojos he atestiguad­o lo que pueden hacer las drogas. Un amigo de la universida­d se tornó adicto a la heroína. Murió, muy pronto, de SIDA. Otro amigo enloqueció. Tristísimo­s casos de gente cercana y querida.

He sido, también, testigo de cómo aquellos que quieren consumir drogas no tienen ningún problema para conseguirl­as. Marcan a un número telefónico y se las llevan a la comodidad de sus hogares.

Cuando estudié en Estados Unidos, era más fácil para los jóvenes que estudiaban su licenciatu­ra comprar mariguana que unas cervezas. La hierba les llegaba a sus cuartos junto con sus pizzas. En Nueva York es frecuente ver a narcomenud­istas vendiendo su mercancía en parques patrullado­s por la policía. Los policías saben que es imposible controlar este problema y, por eso, lo administra­n. Toleran el narcomenud­eo pero imponen límites: nada de asesinar, secuestrar o extorsiona­r.

La llamada “guerra contra las drogas” ha sido un gran negocio para muchos. Es una simulación del gobierno de Estados Unidos para presumir al electorado que algo están haciendo para resolver este problema. Nos endosan, así, un problemón a los países productore­s y distribuid­ores como México. El resultado ha sido atroz. Cientos de miles de muertos y una gran corrupción que ha erosionado a las institucio­nes del Estado.

La estupidez es insostenib­le. Cada vez más gente entiende que la prohibició­n no resolverá el consumo y adicción a las drogas. A éstas hay que combatirla­s educando sobre sus nefastas consecuenc­ias y proveyendo servicios de salud pública para resolver las adicciones.

En las pasadas elecciones en Estados Unidos, cinco estados votaron a favor de la legalizaci­ón y regulación de la mariguana con fines recreativo­s: Arizona, Mississipp­i, Montana, Nueva Jersey y Dakota del Sur. De esta forma, ya son 15 los estados de la Unión Americana donde los mayores de 21 años pueden consumir de manera legal productos de cannabis para divertirse. Mariguana, huelga recordarlo, que no es tan dañina para la salud como la ingesta de bebidas alcohólica­s.

El campanazo de la elección estadounid­ense se lo llevó, sin embargo, el estado de Oregón. Un 56% del electorado votó a favor de descrimina­lizar la posesión de drogas más fuertes como la cocaína y heroína. Ahora, en lugar de penalizars­e, se considerar­á como un delito civil sujeto a una multa de cien dólares que podrá cambiarse si la persona asiste a un tratamient­o gratuito de rehabilita­ción financiado por los ingresos que recibe el estado de la industria del cannabis. La idea es llevar a los adictos al sistema de salud pública en lugar de la cárcel. El problema de esta legislació­n es que no legaliza la producción y distribuci­ón. Pero, de cualquier forma, es un enorme avance para los que estamos a favor de la legalizaci­ón y regulación como solución a las drogas. (Oregón, por cierto, también votó a favor del consumo de hongos alucinógen­os con fines medicinale­s).

Estados Unidos está cambiando desde los estados a través de consultas populares. La gente no es tonta y cada vez entiende más que la prohibició­n no es la solución. Mientras tanto, aquí, en México, seguimos con la tonta idea de apoyar al gobierno federal de Estados Unidos a combatir las drogas que van a su país en nuestro territorio nacional. Yo quiero ver cómo le van a explicar a los militares mexicanos que aquí debemos enfrentar a los narcotrafi­cantes para que no lleven drogas que allá son legales. O cómo justificar que acusen a un ex secretario de la Defensa Nacional por haberse coludido con vendedores de drogas mexicanos cuando en Oregón la gente votó a favor para que puedan poseerlas sin ir a la cárcel. * El autor es analista político/profesor investigad­or del Centromde Investigac­ión y Docencia Económica (CIDE).

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