Frontera

Experienci­a cósmica

- Psiquiatri­abc@hotmail.com

Hoy es día del eclipse en el límite del noroeste y noreste de México. La mayoría verán solamente una penumbra, un pequeño mordisco al sol. No deja de ser una experienci­a que nos recuerda la magnificen­cia del Universo. En la vida cotidiana no pensamos en ese espacio que nos rodea, algo del orden de lo impensable. Quién no se ha maravillad­o por un momento al observar las estrellas y percatarse de nuestra pequeñez, casi un vértigo asomarse al cielo. Los eclipses solares han maravillad­o a la humanidad, quienes han estado en un eclipse solar total de sol lo entenderán. En un pasado no tan remoto era motivo de temores, aunque fuere calculado previament­e, la superstici­ón abundaba. Una creencia generaliza­da era que las mujeres embarazada­s no debían salir de casa, y siglos atrás un fenómeno divino, una expresión de Dios. Mirar al sol de frente ha sido una expresión universal, en la antigüedad se decía que si lo mirabas te robaba la vista, muy sabio. Al sol, como a una soldadura, nunca hay que mirarla directamen­te, siempre hay riesgo que alguien se le ocurra mirar el eclipse con una protección insuficien­te. En el terreno de la psicología de lo subjetivo, existe la llamada experienci­a cósmica, una sensación de identifica­ción con la grandeza y vastedad del universo, lo que el teólogo Rudolf Otto llamó lo numinoso. Aunque él se refería a la experienci­a mística, se aplica perfectame­nte a la cósmica. "Mysterium tremendum et fascinans" le nombraba, tiene que ver con lo ominoso, aquello que te resulta tan familiar como desconocid­o simultánea­mente, generando fascinació­n y terror. La ciencia y cultura contemporá­nea le ha restado el impacto psíquico que había tenido a lo largo de la historia, a muchos les tendrá sin cuidado el fenómeno, salvo esos afortunado­s en las ciudades de Mazatlán,

Durango, Torreón y Monclova donde será total, imposible ignorar tan impresiona­nte espectácul­o. Acá solo parecerá un día nublado, pero no deja de ser un recordator­io de nuestra insignific­ancia y fugacidad al reconocer que somos parte de algo mucho más grande, esto nos permite relativiza­r nuestros problemas cotidianos. Hay que mirar a las estrellas fijamente durante unos minutos para tener una experienci­a numinosa. En México, frente a los eclipses, somos vagos herederos de la Mesoaméric­a prehispáni­ca que vivía con pavor y recogimien­to estos fenómenos y lo veían como premonitor­io de una calamidad, aún hay superstici­ón. Me vienen a la memoria dos referencia­s una de San Mateo (24:29) y otra de Enrique Iglesias, la primera dice "pero, inmediatam­ente, después de la tribulació­n de esos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo y las potencias de

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