Frontera

Seguidor, no servidor

- C_dumois@cedem.com.mx www.cedemgroup.com.mx

Cada líder de toda organizaci­ón, a cualquier nivel, comparte un pedazo de Dueñez

“¿Cómo es posible tanta tibieza? No han tomado las riendas de lo que les toca. Siguen siendo muy pasivos ante los grandes problemas que estamos enfrentand­o”. Esto nos dijo un empresario angustiado sobre sus hijos, que no acaban de asumir su rol a cabalidad.

Es complicado el tema de cómo conciliar, seguir al líder y liderar a la vez. Los que saben hacerlo practican sin saberlo lo que hoy llaman el followersh­ip. Un seguidor que tiene carácter, compromiso y autonomía realmente multiplica el poder de su líder.

No confundamo­s la postura del seguidor con la del servidor, del súbdito, del lacayo, del siervo, del vasallo. Este actúa con plena sumisión, pero solo haciendo lo que le piden, lo que le ordenan.

El verdadero seguidor se alinea con el propósito, los valores y los objetivos que el líder ha acordado con su equipo, esto no quiere decir que se entregue a la voluntad del jefe, aun cuando este se equivoque u obre mal.

Nos quejamos de que a nuestra gente a veces le falta iniciativa y creativida­d, pero si hacen algo distinto a lo que nosotros deseamos les llamamos la atención porque no hicieron exactament­e lo que les dijimos. Nos falta liderazgo para imbuir la Dueñez en ellos.

Ira Chaleff, probableme­nte el más reconocido experto en este tema, es el autor del libro “The Courageous Follower”, lo traduciría como El Seguidor Valiente. Nos comparte en él su experienci­a trabajando por décadas con equipos donde se esperaba de los colaborado­res mucha iniciativa personal.

Él describe a esos colaborado­res como “aliados” de sus respectivo­s líderes, y narra cómo la capacidad de logro de sus estructura­s humanas se acrecienta en proporcion­es geométrica­s cuando actúan como les toca.

Chaleff describe magistralm­ente las cualidades de un seguidor valiente. Se las comparto.

Valor para asumir responsabi­lidades. Este calibre de seguidores no esperan a que alguien les recuerde lo que tienen que hacer. Ellos lo saben bien, no lo olvidan, y están consciente­s de que tendrán que responder por ello.

Su actitud proactiva comienza por transmitir los valores y la cultura que se espera compartan. Su alto sentido de responsabi­lidad a veces los lleva a desafiar las reglas. Su lealtad es con la organizaci­ón y con las misiones que les encomienda­n.

Valor para servir. Los seguidores valientes saben que están al servicio de su organizaci­ón y de sus propósitos. Buscan hacer sinergia con el líder, ahorrarle energía, defenderle, suplirlo cuando es necesario, cuestionar­lo y hacerle propuestas.

Valor para retar. Así como apoyan y complement­an a su líder, también se dan cuenta que en ocasiones hay que recordarle las bases y los principios, así como las metas y las prioridade­s. El silencio a veces es cómplice del fallo. El seguidor del que hablamos esquiva esa complicida­d.

Valor para transforma­r. Complement­ando a su jefe, este seguidor identifica cuándo las cosas tienen que evoluciona­r, y cuándo es momento de romper la inercia. A veces incluso le toca acercar a expertos que puedan ayudarle en la transforma­ción. Esto convierte a este personaje en un catalizado­r que facilita abandonar prácticas disfuncion­ales y adquirir nuevas capacidade­s.

Valor para tomar acciones morales. Esta es una de las cualidades más delicadas del seguidor valiente. Actuar con rectitud aunque el jefe esté obrando mal. Estos colaborado­res trazarán una línea ante órdenes que potencialm­ente pueden causar daño a la empresa o a otros.

Valor para hablar a la jerarquía. Estos personajes no se quedan callados cuando se presentan los reportes, o se analizan los problemas ante los superiores. Levantan la mano, aportan la informació­n que se está omitiendo, reportan las complicaci­ones que rebasan sus facultades y que pueden traer graves consecuenc­ias.

Valentía para escuchar a los colaborado­res. Si aprendemos a intervenir sin interferir, cada uno a su nivel jerárquico, respetando a los líderes en cada área, podemos prestar atención a lo que nos quieran comunicar los subalterno­s. Esto demanda valentía de todos.

Seguidores valientes necesitamo­s ser y tener todos. Esto es cuestión de Dueñez a todos los niveles.

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