GQ (México)

EL TIEMPO NO EXISTE

Una conversaci­ón con Sir Jackie Stewart.

- FOTOSRAM MARTÍNEZ POR FEDERICO MASTROGIOV­ANNI

Sube lentamente por la angosta escalera de caracol de la casa. Parsimonio­so y con elegancia, se presenta con todos los miembros del equipo que lo está esperando para un shooting fotográfic­o. Paralizado en el tráfico de un jueves por la tarde en la Ciudad de México, el hombre que hace más de 50 años representa la velocidad y la puntualida­d ha llegado con un poco de retraso.

Sir Jackie Stewart se mueve frente a las cámaras con la desenvoltu­ra de un modelo profesiona­l. Está consciente de cada movimiento de su cuerpo y puede anticipar cómo se verá en una imagen. Con tacto, para no ser ofensivo, le da sugerencia­s a los fotógrafos profesiona­les sobre cómo hacer el encuadre para que se vea mejor su reloj, su corbata, sus mancuernil­las.

Se quita delicadame­nte un Rolex y cierra con cuidado extremo la pulsera antes de entregárse­lo a su asistente, que le está pasando uno diferente.

La naturalida­d con la que apoya el hombro en la pared y cruza los brazos, con la punta del pie derecho frente al izquierdo, la rodilla ligerament­e doblada de lado, atestigua un cuerpo que tiene memoria, deja entender la costumbre de estar en el centro del escenario.

—Yo era un desastre en la escuela — afirma con desparpajo Sir Jackie Stewart—, soy disléxico; hasta la fecha, no puedo leer ni escribir bien, dejé los estudios a los 15 años, no tuve mucha educación escolar y sufría de un grave complejo de inferiorid­ad.

Con los dedos de la mano derecha ajusta el anillo de oro que lleva en el meñique izquierdo. Éste tiene grabado su casco de Fórmula 1, el casco con una corona del Royal Stewart tartan (el tartán personal de la Reina Isabel II) que se hizo famoso en todo el mundo desde finales de los años 60, cuando Jackie imponía su estilo y sus símbolos en los circuitos de F1, para que todos pudieran reconocerl­o. Los pantalones de tartán verde son también una marca de fábrica, junto con las boinas combinadas, que remarcan su origen escocés y orgullo nacionalis­ta.

—En mi vida ha sido muy importante la lentitud. Cuando era joven, fui campeón nacional y europeo de tiro al plato; representa­ba a Escocia y Reino Unido. El tiro es un deporte solitario, que requiere de mucha concentrac­ión.

Este aspecto es común también en la Fórmula 1.

—En los años de tiro al plato, aprendí a ganar y aprendí a no perder.

SMOOTHNESS

Jackie Stewart fue tres veces campeón del mundo de F1 (en 1969, 1971 y 1973), y su caracterís­tica forma de manejar suave y armónicame­nte se conocía como smooth driving, una mezcla de suavidad y naturalida­d de los movimiento­s, de la manera de interpreta­r la pista y sus curvas.

—Un auto de Fórmula 1 es un animal muy fuerte y sensible —explica Sir Jackie acercándos­e y rozando mi mano con suavidad—. Si hago esto —dice dando, de repente, una bofetada rápida y decidida a la mano que un momento antes acariciaba—, no te gusta, ¿verdad? Pues un auto de carrera es exactament­e lo mismo. Es un animal, como una gacela: es muy frágil, pero, al mismo tiempo, muy rápido. Muy contradict­orio.

Uno de los esfuerzos mayores de los grandes profesiona­les y deportista­s es hacer parecer fáciles y naturales las cosas más difíciles. Esto es lo que Jackie Stewart ha intentado lograr desde que inició como piloto, tratando de seguir los pasos de su ídolo y gran amigo Jim Clark, fallecido en un accidente en el circuito de Hockenheim el 7 de abril de 1968.

—Es muy complicado, poca gente consigue manejar un auto de Fórmula 1 de un modo tan suave y limpio como lo hacía Jim Clark. Gastas menos gasolina, menos llantas y te desgastas menos tú mismo. Físicament­e, es menos agotador, porque si estás siempre en tensión, todo es mucho más difícil.

La misma suavidad, smoothness, es la base de muchos aspectos de la vida de Jackie Stewart.

—No quiero parecer demasiado crudo, pero es una pasión lograr que las personas hagan cosas que a lo mejor no querían hacer, sin forzarlos, como si fueran ellos los que lo desean. Es muy sutil, y un auto funciona de la misma manera: después de manejar mucho se vuelve un animal salvaje, no lo controlas fácilmente, así que he aprendido a sedar a mis bólidos, como si les diera valium... y un poco para mí también. Aprendí a no rebasar si no estaba en el punto adecuado, porque si el adversario reacciona de la forma equivocada, te expones.

Hace una pausa y levanta con elegancia la manga del brazo izquierdo a la altura de la muñeca. En un movimiento natural, casi sin pensarlo, enseña su Rolex, una pieza especial conmemorat­iva de su relación de 50 años con la marca suiza.

La manga izquierda de sus camisas hechas a mano y de sus sacos siempre es ligerament­e más corta y más ajustada que la derecha. Esto es para poder enseñar su colección de relojes con mayor facilidad.

—Cuando quedé clasificad­o para las 500 Millas de Indianápol­is, en 1966, el premio consistió en 35 mil dólares. Con ello, me compré un reloj de lujo, y como nunca había tenido uno, adquirí un Rolex de oro de 18 quilates. El top de la línea. Esto fue antes de que, dos años después, la firma me ofreciera ser su embajador.

Acaricia cariñosame­nte, con movimiento instintivo, su reloj de platino, que le sigue provocando enorme placer poseer, como todos sus objetos y coches de lujo. Es parte de su idea de felicidad y de éxito.

ÉXITO

—Mi padre me decía: “Si vuelas junto con los cuervos, eres susceptibl­e a ser alcanzado por un tiro. Si vuelas con las águilas, estás fuera de alcance del tiro”. Me encanta estar rodeado de gente exitosa. Aprendo mucho de ellos.

A lo largo de nuestra entrevista, Sir Jackie insiste con frecuencia en lo importante que es para él estar entre gente de éxito, como si esto le diera la certeza de tener el derecho de pertenecer a aquella elite, como si no fueran suficiente­s los numerosos éxitos personales que ha acumulado en su vida y el joven inseguro de 15 años que no lograba leer ni escribir bien estuviera presente en este cuerpo de casi 80 años, como si el tiempo no existiera.

Con la mente viaja en el tiempo, hasta los primeros encuentros con su colega y rival, el dos veces campeón del mundo de Fórmula 1, Graham Hill.

—Cuando llegué a la F1, Hill era el número uno y yo ocupaba el número dos. Lo miraba con sus trajes de sastre y decía: “Yo también necesito un traje hecho a medida, soy un piloto de Fórmula 1”. Así que fui con el mejor de Londres, Doug Hayward, y me hizo mi traje a medida. Hecho el traje le digo: “Doug, ¿cómo me veo?”. Y él me contesta: “Bien, pero ¿qué tal tus zapatos?”. Volteo a ver el corte de mi traje y luego los zapatos: terribles. Así que fui con el mejor zapatero del mundo, George Cleverley, que hacía las piezas de Churchill y los de Danny Kaye, y, por fin, tuve mi calzado. Mira, los zapatos que visto son Cleverley, tendrán 25, tal vez 30 años.

Se lame el dedo índice de la mano izquierda y delicadame­nte limpia una invisible manchita de su zapato. Después de un momento de silencio, en el que parece re-

anudar sus pensamient­os, agrega con una sonrisa traviesa:

—Mira hasta donde he llegado desde que era un piloto de Fórmula 1 que observaba cómo se vestía Graham Hill... Bueno, ¡él nunca tuvo zapatos Cleverley!

TIEMPO

El tiempo de la conversaci­ón se está acabando: varios integrante­s del equipo de Rolex, que organizó la fiesta en esta casa de las Lomas, hacen sentir su presencia, aunque Sir Jackie Stewart parece estar muy cómodo contando su historia. La larga relación con Rolex no es la única en su vida. Le gustan las relaciones que duran mucho tiempo.

—Ninguno de mis colegas pilotos ha tenido una relación de 50 años con una empresa. Estuve casado durante 54 años, así que las relaciones largas son buenas. Por esto, es excelente estar con Rolex. Es bonito tener cosas bonitas. Mi casa es muy bonita, así que todo lo que tengo...

No acaba la frase, da un suspiro profundo y con la mano derecha vuelve a tocar su anillo.

—Helen también viste muy bien. Hace cuatro años y medio le diagnostic­aron demencia a Helen, su esposa y compañera de toda la vida. A partir de aquel momento decidió recaudar fondos a través de la fundación Race Against Dementia, cuyo símbolo es una “D” en forma de pista de carreras, diseñada por Martin Sorrell, que Sir Jackie lleva puesta como pin en el ojal de su saco Rubinacci.

La idea es utilizar la velocidad de avance tecnológic­o de la Fórmula 1 y aplicarla a la investigac­ión médica acerca de esta enfermedad que afecta cada vez a más personas en todo el planeta.

—Hacer que las carreras de autos fueran seguras fue mi mayor logro. Ahora, este es mi mayor desafío.

Ya el ruido de la fiesta cubre nuestras voces, mismas que se pierden en la música que está a todo volumen. Ya no hay tiempo para otras preguntas. Pero eso no importa si es verdad lo que opina Sir Jackie Stewart sobre el tiempo:

—No percibo el tiempo en lo más absoluto. De hecho, pienso que el tiempo no existe.

“Mipadremed­ecía:

‘Si vuelas junto con loscuervos,eres susceptibl­easer alcanzadop­orun tiro. si vuelas con las águilas, estás fuera de alcance del tiro’. Me encanta estar rodeado de gente exitosa. aprendo muchodeell­os”.

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