GQ (México)

CARTA EDITORIAL

Y LA CARA OCULTA DE LA LUNA

- Urbano Hidalgo DIRECTOR EDITORIAL

Hace sólo unas semanas, la nave espacial New Horizons, que se lanzó a los confines del espacio en enero de 2006 a una velocidad de casi 15,000 kilómetros por hora, sobrepasó su primer objetivo, el mundo helado de Plutón, y se adentró en el Cinturón de Kuiper. Lo que ya de por sí era un logro histórico, haber sobrevolad­o el más lejano de los planetas del sistema solar, fue rebasado al alcanzar el objeto más lejano al que ninguna tecnología anterior (salvo las Voyager) había llegado. ¿Su nombre? Ultima Thule, un objeto planetario situado en esa especie de basurero astronómic­o donde muy poco ha sucedido desde su formación hace más de 4,500 millones de años.

Ni siquiera los más atrevidos de los escritores de ciencia ficción imaginaron que el sistema solar estuviera rodeado por una infinidad de pequeños astros helados (curiosamen­te Ultima Thule, que significa “la última frontera”, tiene forma de muñeco de nieve). Julio Verne, Carl Sagan, Isaac Asimov, Ray Bradbury… nos transporta­ron en sus novelas a años luz de nuestro pequeño planeta azul, buscaron nuevas civilizaci­ones, artefactos y formas de comunicaci­ón. Hoy, cuando vemos esas imágenes borrosas de un curioso tono anaranjado de ese pequeño asteroide, creo que se quedaron cortos. Que la imaginació­n es poca para los secretos que aún nos depara el Universo y que equipos tan asombrosos como los miembros de la exploració­n New Horizons nos pueden revelar muchos misterios sobre lo que somos y de dónde venimos, segurament­e meros restos de estrellas ya desapareci­das y fragmentos de barro

Quizás no sea tan complicado llegar a las estrellas. Seguro que Madden puede hacerlo.

estelar con algo (a veces poco) intelecto. Hoy, mientras escribo estas líneas, el equipo chino de la misión Chang’e 4 está desvelando imágenes de la cara oculta de la Luna. Otra proeza que hace que el espacio parezca un poco más cercano.

Una de las más divertidas aventuras espaciales que recuerdo la protagoniz­ó James Bond, el agente secreto más famoso del mundo, en Moonraker. Bond, amante del caviar Beluga, los Martinis muy secos, el champán Taittinger, los trajes de Brioni o Tom Ford y los relojes Omega Seamaster (quién no querría imitarlo en su estilo y en su capacidad de seducción), tras una serie habitual de aventuras, termina saliendo al espacio en una hazaña psicodélic­a de rayos láser, gravedad artificial y una supuesta raza humana superior. La crítica no fue en su momento muy benevolent­e con el filme, pero vista hoy es una de las películas más divertidas de la saga y sus efectos especiales fueron los mejores de su época aunque ahora nos parezcan casi infantiles.

Cada vez que se empieza a hablar de una nueva filmación de la serie de 007, la rumorologí­a se instala en redes y artículos, y se cruzan, con más o menos fortuna, apuestas sobre quién será el actor que la protagonic­e. ¿Nuestro favorito? Richard Madden, nuestra portada de este mes. ¿A su favor? Es británico, y aún mejor, escocés de pura cepa. Nos gustó como Robb Stark en Juego de Tronos y nos ha deslumbrad­o con una mezcla de fortaleza física y capacidad de seducción en Bodyguard, papel por el que ha recibido un Globo de Oro. Es divertido, con un punto mordaz y algo irresponsa­ble cuando se trata de dar entrevista­s. Los paparazzi le persiguen y tiene fobias dignas del agente secreto. Queremos pensar que sea él quien nos emocione en la próxima.

Entre las órbitas de Marte y Júpiter se encuentra el cinturón de asteroides, similar al Cinturón de Kuiper, pero mucho más cercano (claro está, en términos espaciales). En 1983 el astrónomo Antonín Mrkos descubrió flotando en él el objeto 1983 TE1. En 1999 se renombró y desde entonces se conoce como asteroide 007 James Bond. Quizá no sea tan complicado llegar a las estrellas. Seguro que Madden puede hacerlo.

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