Nadie puede poner en tela de juicio que el ibérico Óscar Jaenada es un actor camaleónico. Este año, su buena racha continúa con Rambo V: Last Blood, cinta en la que comparte cartel con su compatriota Paz Vega y el gran Sylvester Stallone.
“Descalzo soy más alto”, reza la biografía de Twitter de Óscar Jaenada. Y casi se lo creemos. Pero entonces recordamos que él ya había advertido en alguna entrevista que casi todo lo que se dice de su persona en Internet es falso.
Los inicios del actor catalán son tan iconoclastas como lo sugiere ese porte de dandy despreocupado que ostenta. Uno de sus primeros papeles fue en una transgresora obra de teatro que también escribió: Traficantes de placer. Posteriormente, vinieron series, películas y más obras. En el camino se las vio complicadas —durmió en la calle, fue camarero de un bar y (lo peor) casi se encasilla en papeles de comedia—. Pero en 2005, llegó su primer gran momento al interpretar al atormentado cantante de flamenco Camarón de la Isla, en la biopic que le hizo ganar un premio Goya y le proveyó del impulso suficiente para explorar otros horizontes. Incluso lo vimos burlarse de sí mismo en un episodio de la genial —y desconocida en México— serie española Qué vida más triste. Luego salió de barman en The Limits of Control —una película indie de Jim Jarmusch filmada en España—; se fue a Hollywood para actuar bajo la dirección de Steven Soderbergh (Che: Guerrilla) y hasta se convirtió en un pirata del Caribe y cumplió uno de sus sueños: rodar con Penélope Cruz (como él mismo confiesa que le reveló a la actriz en el set) en la cuarta entrega de la saga de corsarios en apuros,
donde, de paso, se volvió amigo de Johnny Depp. Además, ya en 2012, alternó con Bruce Willis en The Cold Day of Light.
En México ya había dado de qué hablar tras ponerse bajo la piel —pese a algunas voces chovinistas que cuestionaron el casting— del ídolo Cantinflas (2014), pero el histrión nacido en Esplugues de Llobregat en 1975 aseguró su lugar de honor en el mausoleo de los villanos ilustres de la televisión gracias a su papel de Luis Rey, el desalmado y carismático padre de Luis Miguel, en la serie sobre el cantante. Su frase “¡coño, Micky!” se volvió parte del folclor nacional (y apostamos que la has replicado al menos una vez en la vida, coño) y su personaje, un meme viviente. Ya liberado de unos recientes problemas legales en su país por supuesta falsificación de unos títulos náuticos (que le acarreó una condena de seis meses de prisión que sorteó con una multa), sigue en la búsqueda de roles que sumen a su reputación de actor de mil rostros. Recientemente, apareció en The Man Who Killed Don Quixote (de Terry Gilliam) y en marzo lo podremos ver en el inicio de la franquicia de ciencia ficción Chaos Walking, donde se mete en los —hediondos, suponemos— zapatos de un vagabundo poco confiable al lado de Tom Holland (sí, Spiderman) y Daisy Ridley. Por si fuera poco, en algún momento de 2019, se estrenará Rambo V: Last Blood, donde actúa junto a Paz Vega y de —claro— un Sylvester Stallone reloaded. “Se siente muy bien participar en una película con la que crecí”, comentó Jaenada sobre su papel como proxeneta mexicano de armas tomar. Fue en una antigua entrevista que confesó que le gustaría interpretar “a Prince, a Dalí o a King Kong”, lo que no nos deja lugar a dudas: a Óscar Jaenada siempre le ha gustado imaginarse las cosas en grande.