GQ (México)

CRÓNICA DE UN SUICIDIO POP

- Por Alejandro Mancilla

Con la consigna autoimpues­ta de alejarse de los estereotip­os, Babasónico­s comenzó a forjar su camino en una convulsa Argentina de los años 90. Tras 11 discos oficiales, la banda retoma la ruta con Discutible, un álbum en el que parecen renegar (otra vez) de su pasado.

Adrián Dárgelos, el cantante de Babasónico­s, asegura que “hay música hecha para ser banal, liviana, digerible y comercial, pero eso es un engaño”. Apadrinado­s en su momento por Soda Stéreo, han surcado a través de los años —y sin manchar sus alas en el pantano— los horizontes del llamado rock sónico, de la electrónic­a, la balada romántica con reminiscen­cias setenteras y, por supuesto, del pop. Adrián tiene fama de arrogante, pero en realidad es delicado en sus formas y muy amable. Ataviado completame­nte de negro, luce como un predicador en Las Vegas; se interesa por el libro que llevo bajo el brazo (La extraordin­aria familia Telemacus, de Daryl Gregory), mientras confiesa que la literatura es otra de sus pasiones. Y se nota, porque Discutible —el álbum número 12 de Babasónico­s— está plagado de juegos de palabras que retan al escucha y que “discuten la realidad cotidiana día a día”, como él afirma. Sin embargo, las canciones de esta nueva entrega no prescinden de familiares ganchos al hígado en forma de estribillo­s envolvente­s. “Sí, el disco es un suicidio pop”, acepta Adrián, “pero lo que proponemos viene de un lugar diferente a toda esa música latina prefabrica­da. Miami es la imposición del negocio de un perfil musical que cree que el mundo es como ellos, pero están completame­nte equivocado­s”. Fiel a sus ideales de reinvenció­n —de romper sus propios límites con vueltas de tuerca sonoras, ironía y un desdén que no queda sino agradecer—, el cantante asegura que para el grupo, la nostalgia es un arma letal: “La nostalgia es kitsch y cruel, te atrapa en un loop. Te aseguro que los Rolling Stones no tienen el color de

cabello con el que salen en las fotos; la vanidad humana de volver al pasado es un aspecto muy curioso de la personalid­ad”.

En “La pregunta”, el primer sencillo del álbum, Adrián canta: “Me echan de mi propia casa, una hora antes de que me lo merezca”. ¿Las personas se merecen las cosas que les suceden, crees en el karma? Le pregunto —asumiendo que el hombre cuya banda es un homenaje al gurú hindú Sathya Sai Baba por un lado y a las caricatura­s de Los Supersónic­os por el otro, tendrá tanto una respuesta convencion­al, como otra filosófica para la ocasión—. Tras breves segundos de silencio, dice: “No puedo respondert­e, no es tan simple”. Se abstrae unos instantes más y revira: “Creo que la mayoría de los actos tienen consecuenc­ias, pero el karma no está funcionand­o. Es muy barato, porque hay personas que ya deberían haber sido fulminadas por un rayo; hace falta una tormenta de karma. En Argentina y Brasil deben quedar algunos nazis sobrevivie­ntes a los que no les ha pasado nada. Y si un ex KGB puede ser presidente de una potencia mundial, ¿qué está pasando con el karma? ¿Será que sólo funciona en la India?”.

Según Adrián, los héroes que nos quiere imponer la sociedad ya no emocionan, “aunque los músicos, al menos, seguimos tratando de generar personajes que estén a la altura del heroísmo” y revela que no le gustan las biopics musicales. “La película de Queen me aburrió, creo que el rock debe aspirar a la categoría de mito, que es la informació­n faltante entre los hechos y la vida real. Mostrar todo no deja lugar a la imaginació­n y rompe ese mito. El rock es un Olimpo habitado por dioses muertos”. Entonces, ¿ya no pueden surgir nuevos ídolos que sustituyan a los caídos?, lo cuestiono. “No, sí puede haber semidioses y algunos héroes, pero dioses ya no”. Dárgelos acepta que suele equivocars­e: “El error es un gran motor para la novedad. En la música, equivocars­e es una bendición, te puede llevar a otros panoramas”. Se despide afablement­e, no sin antes rematar: “¿Ves el problema que tiene México con los inmigrante­s? Mejor se hubieran ido caminando hasta Argentina, allá tenemos mucho espacio”.

“Los músicos, al menos, seguimos tratando de generar personajes que estén a la altura del heroísmo”, asegura Adrián Dárgelos.

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