CARTA EDITORIAL
Hoy, los hombres, por fin, podemos explicar cuáles son nuestros desvelos, nuestros miedos; somos capaces de enseñar en carne viva nuestros sentimientos, nuestro dolor y tenemos opinión sobre el mundo que nos rodea que, pocas veces, casi nunca, es mejor que el que heredamos de nuestros padres, pero del que sí tenemos la obligación de dejárselo mejor a nuestros hijos.
Hace algunos meses tuve la oportunidad de reecontrarme en Londres con mis compañeros los editores de GQ de todo el mundo. Son reuniones que mantenemos al menos dos veces al año —complicadas de organizar, porque hay que cuadrar las agendas de títulos repartidos por los cinco continentes a lo largo de todos los husos horarios—, pero muy inspiradoras. Nos damos ideas unos a otros, establecemos líneas conjuntas de colaboración, absolutamente necesarias en estos tiempos globalizados, y discutimos enérgicamente sobre quién y cómo es hoy el hombre GQ y cuáles son sus preocupaciones.
Los tiempos, afortunadamente, han cambiado. Hay tratamientos informativos que ya no caben en pleno siglo XXI y otras conversaciones que nos afectan hoy que quizá unos años atrás no nos habríamos planteado, unas veces por convencionalismos culturales que hemos superado y otras porque épocas nuevas conllevan conversaciones inéditas.
Nadie puede negar que Juan Guaidó es la personalidad más controvertida de la escena política latinoamericana. Que Guaidó ocupe una portada de una publicación dedicada a los intereses y
Hemos preguntado a Juan Guaidó cuáles son sus propuestas para revertir la situación humanitaria, social y económica en la que se encuentra Venezuela.
preocupaciones de los hombres de hoy como la nuestra, no significa estar o no de acuerdo con sus propuestas, pero sí es alguien relevante que marcará la agenda política en los tiempos por venir. Ya lo está haciendo hoy en día. A nadie, tampoco, se le escapa que Venezuela se encuentra en una coyuntura económica, social y humanitaria insostenible. Hospitales sin medicinas ni recursos tecnológicos y humanos, ciudades enteras sin luz, millones de desplazados y una población con índices de pobreza, de estrés y desesperación que nos recuerdan tiempos muy oscuros en regiones remotas. Hemos querido preguntarle, negro sobre blanco, cuáles son sus propuestas para revertir esta situación. Son las suyas, en las que creen su partido y sus seguidores. Si en algún momento sobre sus hombros recae la responsabilidad de cambiarlas, el pueblo venezolano se lo reconocerá. Si no, tengan por seguro que se lo reclamaremos.
Hace unos días, Anna Wintour, editora de Vogue US, ofrecía en una entrevista una explicación sobre las razones de nuestro trabajo que defiendo firmemente. “No creo que sea el momento de no tomar partido... Creo, como entiendo que creemos quienes trabajamos en Condé Nast, que hay que defender en lo que se cree y hay que tener un punto de vista”, nos decía. Y en mi modesta opinión, no podemos seguir impávidos y no tomar partido ante los problemas de nuestro continente: combatir el machismo, la violencia, la pobreza y la destrucción de nuestro entorno natural. Y por supuesto, defender sin dudas y sin ambages la democracia y la libertad. Ese es nuestro punto de vista.
PD: Quiero agradecer especialmente en esta ocasión el esfuerzo de todo el equipo envuelto en esta producción: Ram Martínez, Gabi Valladares, Fran Beaufrand, Gabriela Odreman, Donaldo Barros, Aarón José Martínez y Luis Carlos Díaz, todos venezolanos y compañeros que creyeron con pasión en esta idea.