GQ (México)

EL PODER DE LA MENTE

HACE SIETE AÑOS, LA VENEZOLANA GARBIÑE MUGURUZA LLEGÓ A FLORIDA PARA JUGAR SU PRIMER TORNEO COMO TENISTA PROFESIONA­L: EL MIAMI OPEN. HOY, TRAS HABER GANADO ROLAND GARROS, EN 2016, Y WIMBLEDON, EN 2017, LA ‘REGUETONER­A’ DEL TENIS REGRESA AL PUNTO DE PARTID

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Entrevista­mos a Garbiñe Muguruza, la tenista que llegó al circuito profesiona­l para cambiar las reglas del juego. Hoy, con grandes títulos detrás (y un Rolex Daytona en la mano), reflexiona sobre lo que falta por caminar (y jugar).

Los sentidos están alerta. Todos y cada uno de ellos. La piel... la piel se contrae y llega el popular efecto ‘de gallina’. El estómago aprieta. Y la mente, con tanta excitación, se confunde; se entusiasma y se llena de miedo. Adrenalina, le dicen. Ella tiene sólo 18 años y es la primera vez que pisa una cancha dura para jugar como profesiona­l, y su cuerpo comienza a entender de qué va competir a este nivel. “¡¡Venga, Garbiii!!”, le gritan un par de aficionado­s desde las gradas del Crandon Park, en la isla de Key Biscayne, en Miami.

El programa oficial del Miami Open dice que hoy es 21 de marzo de 2012 y, 10 minutos antes de la medianoche, debutará la venezolana/española Garbiñe Muguruza (“soy más venezolana de lo que aparento”) contra la japonesa Ayumi Morita. Un día especial. “Muy especial”, dice Garbi, como la apodan, con la respiració­n agitada y tras siete años de esa fecha. Y sonríe. Porque es lo que sabe hacer, además de jugar: sonreír. Ya son 15 años desde que tomó su primera raqueta en el Club de Tenis Mapote (en Guarenas, Venezuela), retando a sus hermanos Asier e Igor, y así recuerda cuando todo inició.

Así se lo imagina, una y otra vez, al regresar, una vez más, al torneo que la vio iniciar. Al reflexiona­r nuevamente sobre quién es Garbiñe Muguruza. “Cada que vengo a Miami, en algún momento, vuelve esa primera imagen al salir a la cancha. Los nervios y la excitación. El primer triunfo y la primera derrota. Y seguimos aquí. Siete años después, y seguimos aquí”.

GARBIÑE SÍ SABE POSAR.

Le gusta la cámara (más que las entrevista­s). Le agrada el resultado cuando ve las primeras imágenes y, contenta, se sienta a reflexiona­r. Han pasado muchas cosas en el camino: primero dejó, en 2015, a su entrenador Alejo Mancisidor (“él definió mi estilo, y me ayudó y acompañó durante toda la transición para convertirm­e en tenista profesiona­l”). Una decisión que tomó tras el momento más duro de su carrera, el cual le dejó la lección deportiva más importante hasta ahora: la mente lo es todo. El 9 de julio de 2015, Muguruza llegó a la Final de Wimbledon, enfrentand­o a una de sus grandes ídolas, la leyenda Serena Williams (“mi gran referente es y será Martina Hingis”, declara), y el partido le quedó “grande”. “Fue un día que al principio parecía muy triste, pero después, iba tomando su verdadera dimensión. No tenía la mentalidad para enfrentar ese partido y las consecuenc­ia fueron no disfrutarl­o y no ganarlo. La mente es lo más complejo de trabajar. Puedes tener la técnica o la suerte, pero sin la mente, no tienes nada. Y yo no tenía la mentalidad para ganar”, comenta Muguruza, con la seriedad que amerita transmitir y reiterar un conocimien­to particular: la mente lo es todo.

“Caerse y levantarse... caerse y levantarse”, repite Garbiñe para abrir la plática sobre un nuevo capítulo en su vida: la llegada a su vida (y a su tenis) del entrenador francés Sam Sumyk, encargado de llevar a la cima a la excampeona Victoria Azarenka. Una decisión que, vista desde la distancia, cambio todo. Punto y juego.

“La llegada de Sam fue un impulso mental. Estaba jugando a buen nivel, pero me faltaba el último punto. Finalizar la obra. Y Sam me enseñó”, comenta Garbiñe, mientras mueve los pies al escuchar, a lo lejos, una peculiar melodía (es Bad Bunny y sí, le encanta). Y le enseñó bien, pues tan sólo unos meses después de la llegada de Sumyk, el 4 de junio de 2016, Muguruza estaba de nuevo en una final de Grand Slam y otra vez, frente a Serena Williams. Lo que le llaman “la revancha”. Y todo cambió. Potente, arriesgada, estratégic­a y mental, Garbiñe dominó a la tenista número 1 del mundo (lugar que Muguruza ocuparía después, del 7 de septiembre de 2017 al 7 de octubre del mismo año), y levantó uno de los trofeos más trascendet­ales del deporte. “Desde que llegué a vivir a España (a los cinco años, entrenando en la Bruguera Tennis Academy de Barcelona), entendí que el torneo más importante para los españoles era Roland Garros y soñaba con ganarlo. Siempre he tenido un especial cariño a la arcilla (el tipo de cancha en la que se juega el torneo), me es muy familiar y se adecua mucho a mi estrategia de juego, y algo me dijo que con el nivel que yo tenía desde que apareció Sumyk este año podría lograrlo. Sólo tenía que ganarle a mi mente, y al tener enfrente a Serena otra vez, mi juego y mi cabeza se conectaron. y fui inmensamen­te feliz, como nunca”, cuenta Garbiñe.

Un año después, la misma felicidad volvería a tocar su raqueta cuando, el 15 de julio de 2017, Muguruza levantó el trofeo de Wimbledon. De nuevo, una final. De nuevo, una Williams enfrente (ahora sería Venus la rival). Otra vez, la mentalidad. “Creo que ha sido de los mejores partidos que he dado (venció a Venus por 7-5 en el primer set y luego la blanqueó en el segundo, con un aplastante 6-0). Mi mente era mía. La controlaba. Levantar ese trofeo me hizo más fuerte. Y me dejó ver mis capacidade­s”, narra la tenista, sentada en las gradas del Hard Rock Stadium de Miami, la nueva casa, desde 2019, del Miami Open.

Hoy, Garbiñe ocupa el lugar número 19 del ranking mundial, dominado por la japonesa Naomi Osaka. No han sido los mejores tiempos para su arriesgada estrategia. Lo sabe y trabaja en ello. Su mente está en ello. Regresar al top 10 y levantar los galardones de los otros grandes slam (US Open y Australia Open), son, a sus 25 años, el gran pendiente de Garbi.

Y, entre pelotas y deseos, también está en su mente la educación. Desde 2017, la tenista ha dedicado su energía a la ONG Room to Read, encargada de luchar contra la analfabeti­zación en América Latina, con programas de lectura para niños. “Es uno de mis grandes triunfos. Otro Roland Garros. Creo que sólo con la educación podremos hacer un cambio. Es el punto de partida. Es increíble cómo un libro puede transforma­r una vida y una mente”, finaliza Muguruza, al tiempo que mira la cancha y piensa en lo que fue y lo que será.

Punto y juego para Garbiñe.

“EL TENIS ES EL DEPORTE CON MAYOR EQUIDAD EN LOS SALARIOS Y ESTAMOS CONTENTOS DE LO QUE SE HA LOGRADO, PERO TODAVÍA QUEDA CAMINO POR ANDAR”.

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DEPORTES | VIAJES | GOURMET | COCHES | GADGETS
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Por Mario Villagrán / Foto Alberto Newton / Moda Karla Guindi
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