EL LENTE SOBRE MÉXICO
Mexico: Between Life and Death es el más reciente libro del fotógrafo estadounidense Harvey Stein. En él, se refleja su fascinación por nuestro país y su visión de la esencia de los mexicanos.
“¿Cómo podría no estar aquí (en la Tierra) algún día?”. Esa fue la pregunta que asaltó a Harvey Stein cuando tenía nueve años mientras jugaba una tarde de verano. ¿El detonante? Una extrema felicidad. Había caído en la cuenta: “Esto es maravilloso. Amo estar vivo”. A partir de ese momento, su relación con la muerte no se convirtió en una angustia, sino en un pensamiento recurrente que buscaba una explicación o un consuelo. Tiempo después, descubriría México a través de un audiovisual —no recuerda si fue una película o un programa de televisión— como un lugar vecino muy emotivo, misterioso y cautivante, con una idiosincrasia irresistible. Un lugar para capturar.
Pittsburgh, su ciudad natal con esencia industrial, contrastaba con el retrato de México que por mucho tiempo ha atraído a distintas generaciones de todas partes del mundo: aquel que se observa en los pueblos, en la cultura indígena; pintoresco, humilde al demostrar que no se necesita tanto para ser feliz, ese que plasma el amor y respeto a los ancianos, y como broche de oro, sustentado por las tradiciones o costumbres que van de la mano con el conflicto existencial desatado en su niñez. “Entendí que México era un país que lidiaba de una forma mucho más sensible con la muerte que en Estados Unidos, porque la celebraba e invitaba a los que dejaron de existir a regresar a la vida”. No se olvidan.
El Día de Muertos sirvió para que poco a poco su atención se volcara hacia las festividades, rituales o escenas totalmente nuevas para él. Una de ellas y la primera en presenciar en San Miguel de Allende fue la popular ‘quema de monitos’. “Los niños arriesgan su vida para conseguir cualquier parte de estas figuras de papel maché, in
cluso llegan a venderlas por dos o tres dólares”, confesó Stein sacando la cabeza que compró y que conserva aún como un recuerdo. A pesar de que los cementerios (tan distintos), cráneos, momias (sí, las de Guanajuato) y los flagelantes en Taxco de Alarcón encabezan la lista de sus favoritos por el estrecho vínculo con la muerte, no se olvida de las risas, el romance y la cotidianidad. Eso sí, la del México moderno —de las grandes urbes— le resulta indiferente y sin una esencia clara.
EL MÉXICO QUE le fascina es el que protagoniza su más reciente libro, Mexico: Between Life and Death. A diferencia de las fotos que ha tomado en otros sitios, siempre supo qué quiso capturar en tierra azteca, pero la máxima sorpresa se la llevó al descubrir la calidez y accesibilidad del mexicano. “Hablo muy poco español; eso no importó. Me trataron bien y la mayoría cooperaba para las imágenes… Y cuando no, pues fui rápido. El libro refleja mi punto de vista de su realidad y, de la misma manera que se me recibió, está hecho con mucho amor”.
El último enigma que aparece es si los diferentes viajes que realizó por el país le cambiaron la perspectiva o idea que tiene de la muerte y cómo logró comprenderlo. “Para nada. Sigo asustado, sobre todo porque me estoy acercando al final. Jamás haré las paces con ella. Lo que puedo decir es que la muerte realza la vida en todo sentido. Se ha vuelto un agente motivador en mi caso; siempre estoy trabajando, ocupado. Obvio, también me divierto entre miedo”, compartió al final entre risas. Por esa razón, reitera que aunque parece que realizó una obra editorial oscura, no lo es. Después de todo, las alegrías y tristezas están presentes entre la llegada a este mundo y la respectiva despedida.