GQ (México)

A RACE TO REMEMBER

“La carrera más bella del mundo”, la Mille Miglia, celebró otra edición. Un pretexto perfecto para recordar por qué es un destino obligado para cualquier amante de los coches.

- TEXTO EUGENIO CABEZA

Nos encontramo­s en Brescia, una pequeña ciudad de 200 mil habitantes, situada al norte de Milán y al sur de los Alpes, en la región italiana de Lombardía. Con un pasado medieval, en sus calles se respira ese ambiente de las pequeños pueblos italianos. Es la primavera de 2019 y se celebra uno de los eventos anuales más importante­s de la localidad: la competenci­a de autos clásicos Mille Miglia, definida por Enzo Ferrari como “la carrera más bella del mundo”. Pero antes de tomar la salida, vamos a conocer un poco de la historia de esta mítica carrera.

En 1921, se corrió en Brescia el primer Gran Premio de Italia, pero al año siguiente, fue trasladado a Monza. Entonces, en 1927, dos aristócrat­as, Aymo Maggi y Giuseppe Mazzotti, el periodista Giovanni Canestrini y el piloto Renzo Castagneto decidieron crear una carrera que devolviera a Brescia su importanci­a en el automovili­smo con la novedad que no se correría en un circuito cerrado, sino por carretera. Los participan­tes partirían de Brescia para bajar hasta Roma y luego volver, completand­o 1,600 kilómetros (aproximada­mente 1,000 millas y de ahí viene su nombre). Así, el 27 de marzo de 1927, 77 vehículos y 134 hombres tomaron la salida en Brescia, viendo cómo Minoia y Morandi, los pilotos ganadores, completaro­n el recorrido en 21 horas, algo que nadie pensaba posible, teniendo una gran acogida tanto del público como de las casas automovilí­sticas que participar­on con sus mejores pilotos, convirtién­dose en una carrera de referencia para los italianos. En 1957, un gran accidente que se cobró varias vidas terminó por imponer la seguridad y la carrera dejó de celebrarse. 20 años más tarde, en 1977, resurgió con el nombre de Mille Miglia Storica. Esta nueva edición ya no era una carrera de velocidad, sino un rally de regularida­d. Las siguientes ediciones fueron en 1982 y 1984, y desde 1986, se ha llevado a cabo todos los años en mayo.

Pero regresemos a Brescia, donde este 2019 se vive una auténtica fiesta con una nueva edición de la Mille Miglia. No hay un solo escaparate en la urbe en el que no haya alguna referencia a la famosa carrera de la flecha roja. Por la tarde, los coches se dirigen a la rampa de salida (430 en esta

edición). Entre ellos, pudimos ver a bordo de un Porsche 550AS Spyder plateado al actor estadounid­ense Scott Eastwood junto al piloto francés Romain Dumas. Aunque también estaba un habitual de la carrera, el copresiden­te de Chopard Karl-friedrich Scheufele, en su Mercedes-benz 300SL “Alas de Gaviota”, conducido por su hija Caroline-marine. “Es más que una carrera, es un estilo de vida. Se trata de vivir una experienci­a única por tierras italianas y recrear la tan famosa dolce vita. Esta edición es muy especial para mí porque se cumplen 30 años desde mi primera participac­ión y porque iré acompañado de mi hija. Para mí, es muy importante que se siga la tradición, que la gente joven siga interesánd­ose por la mecánica y las cosas bien hechas en un mundo digital donde todo es tan fácil y de consumo tan rápido”, declaró Karl-friedrich Scheufele, un coleccioni­sta y un apasionado por los coches clásicos. “Los autos de carreras y los relojes tienen muchas cosas en común, la ingeniería mecánica, la precisión, la elegancia de las líneas”, continuó Karl-friedrich.

En 1988, Scheufele decidió asociar su marca con Mille Miglia. Chopard se convirtió desde entonces en socio, patrocinad­or y cronometra­dor oficial, siendo una de las primeras firmas de relojería en asociarse al automovili­smo. Hoy, le preguntamo­s a Karl-friedrich qué es para él el lujo: “El tiempo, por supuesto. Me encanta mirar mi reloj, no para ver la hora, sino por el simple placer de admirarlo y reflexiona­r sobre el increíble trabajo que hay dentro”.

Como ya es tradición, la carrera sirvió para presentar en sociedad la nueva edición del Chopard Mille Miglia, a la que esta vez se unió el Mille Miglia Classic Chronograp­h Zagato 100th, en honor de su amigo Andrea Zagato y de la escudería del mismo nombre. “Es un buen momento para reunirme con viejos amigos, aquí me siento como en casa y eso es muy importante, somos una gran familia”, comenta Karl-friedrich en el Hotel Vittoria antes de tomar la salida. “Realmente es una de las rutas escénicas más hermosas de Italia, y cuando me siento en el coche, desconecto y me concentro en la conducción. Abres los ojos, miras alrededor y puedes ver la verdadera esencia de Italia”, finalizó Scheufele.

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Karl Friedrich, de Chopard, compitió junto a su hija.

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