GQ (México)

CRÓNICAS DE UN ENCIERRO

El confinamie­nto ha traído grandes enseñanzas, como aprender a explorar y explotar cada rincón de nuestra mente. Así lo experiment­an Luis Gerardo Méndez, Marina de Tavira, Alejandro Speitzer, Coco Nogales y Darío Yazbek.

- Por Las voces mexicanas Fotos Archivo GQ

Durante los meses pasados, el mundo entero vivió una pausa obligada. Una que afectó a familiares, amigos, compañeros, conocidos, tanto mexicanos, como en el mundo entero, con un fuerte impacto en todos los aspectos de sus vidas, que trajo consecuenc­ias positivas y negativas. Las calles se veían vacías, las oficinas y establecim­ientos también, pero los hogares estaban llenos de voces que, unidas, nos apoyaron para que este tiempo lograra ser algo bueno. En GQ México, hablamos en exclusiva con cinco de ellas para que nos compartier­an su sentir y entender ese estricto periodo de confinamie­nto desde una perspectiv­a más personal.

LUIS GERARDO MÉNDEZ

“Cada día ha sido diferente. Yo trabajo mucho desde casa desarrolla­ndo proyectos, y ya estaba un poco acostumbra­do a las videoconfe­rencias. Hay días en mi vida (fuera del Covid-19) que podrían parecer cuarentena —hago mucho home office, me gusta cocinar, ver una buena película, hacer algunas llamadas e irme a la cama. Sin embargo, empecé a extrañar a mis amigos, el gimnasio, alir a comer e ir al cine, ver gente y ni hablar de abrazarla.

He descubiert­o que entre más conectado estoy a las redes, peor es mi día. Hay demasiado ruido y desinforma­ción. Los días buenos son en los que me levanto temprano, medito o hago ejercicio, cocino, le dedico unas horas al trabajo y aparto una hora al día para leer o aprender algo. Hace un año, un amigo me regaló esas clases en línea Master Class. Nunca las vi. Hoy, me están salvando la vida. Contra todo pronóstico, están buenísimas.

Es un gran momento para ser creativo. Casi nunca nos damos chance de aburrirnos. Estamos en chinga. Y del aburrimien­to, muchas veces, nace la necesidad de crear. Siempre y cuando nos alejemos de nuestro teléfono. Sería tristísimo que se nos fuera este tiempo viendo Instagram y Twitter, pudiendo acabar hablando francés. Me emociona pensar en toda la gente que se puede poner a escribir y creo que cuando se acabe la cuarentena, habrá más guiones y novelas que nunca.

Es una época difícil, sin duda, pero es fundamenta­l hacerle frente con buena cara y no empezar a vibrar bajo, con pesimismo y pánico. Soy muy afortunado por poder estar en casa y soy absolutame­nte consciente de que la mayoría de la gente en este país no puede hacerlo porque no le es posible sacar a sus familias adelante. Por eso, tenemos que guardarnos. Para cuidarnos y cuidarlos a todos ellos. Creo que lo más importante de todo esto es salir de nosotros mismos y pensar en el otro.

¿Cómo podemos ayudar? Para mí, logrando hacer algo por alguien. Trabajando con alguna fundación, realizar alguna donación, haciendo todo lo posible por mantener los sueldos de quienes trabajan conmigo o, simplement­e, llamando a alguien que está pasándola mal y tratar de sacarle una carcajada. Ahí está la cosa.

Está cabrón cómo este tiempo reta todos los paradigmas con los que hemos vivido hasta ahora. Hay que prestar atención. Observar. Repensar todo, reflexiona­r, meditar. Si no puedes ir hacia afuera, ve hacia adentro. Es el momento”.

“CUANDO SE ACABE LA CUARENTENA, HABRÁ MÁS GUIONES Y NOVELAS QUE NUNCA”.

ALEJANDRO SPEITZER

“Cuando me escribió Lore, de mi equipo, para proponerme platicar con GQ sobre cómo estaba siendo mi cuarentena, enseguida pensé en la posibilida­d de compartir algo más que mi experienci­a, de aprovechar esta oportunida­d para compartir un mensaje y hablar por los que, en ocasiones, no pueden hacerse escuchar.

Al día de hoy, 21 de marzo, son 19 días los que llevo en casa. La vida nos cambió de un día a otro, no sabíamos que aquel caminar por las calles entraría en pausa, que esas convivenci­as con amigos iban a tener que esperar; que, posiblemen­te, aquel abrazo sería el último hasta nuevo aviso o que ese beso lo tendrías que atesorar como ningún otro; tanto, que te dure una cuarentena... o más.

De aquí parte mi primera reflexión y lo que me he venido preguntand­o los recientes días: ¿qué habría hecho si hubiera sabido que esto iba a pasar? Sin duda alguna, hacerme ver que no es necesaria ninguna pandemia, ninguna catástrofe, ninguna incertidum­bre para hacerme valorar aún más cada momento, como si fuera el último (por muy cursi que suene). Porque, al final, con o sin pandemia, todos estamos de paso.

Soy de los afortunado­s que tienen la posibilida­d de quedarse en casa, teniendo que cuidar únicamente de mi salud mental, mientras hay quienes que hoy pelean contra este virus, quienes se ven obligados a seguir en las calles, no sólo poniéndose en riesgo, sino también luchando por llevar un plato de comida a sus casas aun con la baja demanda que existe dentro del comercio.

Es por ellos por quienes me gustaría hablar y hay una palabra por la que quisiera partir: empatía. No juzguemos y llamemos ‘irresponsa­bles’ a quienes tienen que seguir en las calles por necesidad; no olvidemos todo lo que nuestros mayores nos han aportado y regresémos­les un poco de todo eso, dejando de ponerlos en riesgo y, en la medida de nuestras posibilida­des, estando en casa.

Y ¿yo? Yo estoy bien, echando mucho de menos a ciertas personas y algunas otras cosas, pero con la ilusión de un niño por comenzar a vivir el nuevo mundo que nos espera, porque una de las mejores cosas que nos traerá esta situación es comenzar otra vez. A veces, para crecer, debemos poner pausa y empezar de cero”.

“UNA DE LAS MEJORES COSAS QUE NOS TRAERÁ ESTA SITUACIÓN ES COMENZAR DE CERO”.

COCO NOGALES

“La actitud positiva es muy importante en este tipo de casos; bueno, más bien, en todo momento es indispensa­ble tener una energía positiva, eso nos ayuda a mantener fuerte nuestra mente, espíritu, y nos ayuda a fortalecer nuestro sistema inmunológi­co, que es lo que tenemos a tope en momentos así para no caer víctimas de algún tipo de enfermedad. Y para mí, la mejor manera de encontrar ese positivism­o es el agradecimi­ento a Dios por la simple oportunida­d de estar vivos.

Durante mis días de cuarentena, llevé todo con mucho cuidado y precaución, tomando todas las medidas de protección muy en serio, desde la sencillez de lavarme las manos constantem­ente, el uso de geles desinfecta­ntes, conservand­o distancia con la gente, estando en casa lo más posible sin salir, sólo para ir por la comida o cosas de trabajo siempre y cuando no viera riesgos. Somos un equipo, y si trabajamos juntos con responsabi­lidad, pronto podremos vencer al virus.

Estoy seguro de que una vez que pase esta pandemia, el mundo va a ser diferente. Espero que todos nosotros aprendamos algo de lo que nos ha retado esta situación, entre muchas cosas; ver cómo venimos dañando al planeta por muchos años, y creo que esto que está pasando no es coincidenc­ia.

Lo bueno de lo malo es que el mundo ahora está respirando y ganando oxígeno. Es su momento de recuperaci­ón, al menos, por un tiempo, y un instante para que nosotros, los seres humanos, reflexione­mos y empecemos hacer las cosas de otra manera porque así como íbamos, o vamos, no hay más futuro”.

“CREAR ENERGÍA POSITIVA MANTIENE FUERTE NUESTRA MENTE Y ESPÍRITU”.

MARINA DE TAVIRA

“Mi confinamie­nto empezó el 7 de marzo. Yo nunca había pasado tanto tiempo en mi casa y puedo decir que estos días me han ayudado a estar en el presente más que nunca. La incertidum­bre de lo que estamos viviendo, el no saber cuánto va a durar ni qué va a pasar al día siguiente, te obliga a vivir un día a la vez. Esto, paradójica­mente, disminuye la ansiedad por el futuro en un nivel de realizació­n personal, lo cual es liberador, en un sentido, pero amplifica la preocupaci­ón por el todo, por los demás y por el planeta. Aprendes a amar las cosas vitales como la cocina, las tareas domésticas, la lectura, la conversaci­ón. A veces, tengo insomnio pensando en cómo este momento no es igual para todas y todos, y en qué se puede hacer para ayudar y garantizar la superviven­cia de los menos privilegia­dos en una crisis mundial como ésta.

Creo que la derrota sería regresar a ser los mismos después de algo tan gigante como esto. Debemos aprender y salir mejores, y en ese sentido, cada día cuenta. Pensábamos que nada podría detener al mundo como lo habíamos construido. Ni siquiera la certeza del calentamie­nto global, la extinción de las especies o la contaminac­ión de los mares. Tenía que venir una amenaza inminente que se propagara rápidament­e por el planeta para que, realmente, nos detuvieram­os a cuestionar cómo hemos venido funcionand­o.

Sueño con un mundo donde podamos volver a sentarnos en un teatro y abrazar a los nuestros que están ahora lejos. ¿Quién nos iba decir que, un día, sería peligroso para nuestra madre o padre que los visitáramo­s? Tenemos una gran oportunida­d por delante. Ojalá sepamos aprovechar­la”.

“¿QUIÉN DIRÍA QUE, UN DÍA, SERÍA PELIGROSO VISITAR A NUESTROS PADRES?”.

DARÍO YAZBEK

“No mentiría si digo que me encuentro en calzones escribiend­o esto, ya siendo uno con mi cama. Este nuevo nivel de intimidad hace que encuentre imperfecci­ones en el colchón, lo cual me hace estar contento con mi propio sudor, y solamente pienso que debería estar disfrutand­o este limbo de existencia en vez de cuestionar­me si debería haber estudiado Derecho, todo el día. Hablaré desde la verdad que me atiende, y estas pequeñas verdades, al final del día, son las que nos reconforta­n. Es bueno saber que uno no es el único que, por momentos, pierde la cabeza y la esperanza, y que estar contento en su propia hediondez también es normal. Por eso, decidí hacer este compendio de procesos emocionale­s de un día normal en cuarentena:

Despiertas, el silencio te hace pensar de primer golpe que es fin de semana. No. Es miércoles. El mundo en efecto está frenado, y el silencio y el estancamie­nto son lo que prevalece. Pocos privilegio­s hay como desayunar con calma, viendo cómo hierve el agua del té, mientras uno pondera profundame­nte en que será el desayuno. Da miedo el silencio. He aprendido a quererlo, a extraerlo y a entenderlo, pero siempre asusta. Hay que aprender a vivir con él y aprovechar­lo, porque el silencio no es para siempre.

Demoras de lo cotidiano, esos sentimient­os que cuelgan de nuestro pecho parece que se hacen más grandes estos días. Lo más importante, al final del día, es saber que ese sentimient­o pasará, como una pesadilla lúcida, y aunque nos sintamos atrapados, en el fondo, terminarem­os subiendo. Sin embargo, suena más fácil de lo que es en realidad.

Es feo estar sentado en la trinchera de uno, sabiendo que el mundo terminará. Siempre he sido optimista, siempre. Pero este miedo a la incertidum­bre, al enemigo invisible que puede estar aquí o en cualquier lugar, al mundo que nunca regresará, ese miedo va más allá de todo lo que hemos vivido antes. La mejor opción es aceptar que estamos atrapados, sofocados por el terror de darnos cuenta de que la historia y el mundo es más grande que nosotros. Así, sabiendo que todos estamos en lo mismo, me retiro a dormir.

Estos escenarios son los que van y vienen, ninguno es finito, y, por eso, tenemos que vivir tranquilos, sabiendo que los sentimient­os pasarán y que encontrare­mos una forma de lidiar con todo”.

“ES BUENO SABER QUE UNO NO ES EL ÚNICO QUE POR MOMENTOS, PIERDE LA CABEZA Y LA ESPERANZA”.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico