GQ (México)

CONDUCTAS CORPORALES

La definición de diseño es una constante evolutiva entre expertos. Juan Carlos Baumgartne­r la cuestiona y nos explica cómo ésta, junto a la arquitectu­ra, se ha fusionado con la neurocienc­ia.

- Por José Alejandro Antunes Foto José Carlos Martínez

Las bases del diseño de Baumgartne­r parten de dos teorías: Embodied Cognition, que demuestra que pensamos con el cuerpo, y otra más, construida arriba de ésta, que dice que las herramient­as que tenemos y lo que rodea nuestro cuerpo es parte de nuestra cognición, con experiment­os y pruebas que demuestran que si se mueve el espacio, nuestros procesos cognitivos cambian.

“El espacio y el diseño son materias para ayudar a las personas a vivir mejor y en equilibrio”, afirma, y mientras dice cómo el modelo histórico nos ha enseñado que primero hay que producir y, luego, preocupars­e por el bienestar, él estudia lo contrario. “Lo que empujamos es que si no estás bien, no puedes ser productivo en nada, todo parte del bienestar. Imagina si pasas ocho horas en una oficina. No hay otro lugar que te afecte más en ese sentido”.

••• DISEÑO PARA LA FELICIDAD

Junto a sus imparables estudios, construyó una teoría llamada Diseño para la felicidad, alrededor de descubrimi­entos de neurocienc­ia y neuroarqui­tectura (término relativame­nte nuevo), en la que habla de cómo estar en un ambiente diseñado con estos conceptos genera un efecto de asombro, “son llamadas especies de awe, término que no existe en español; puede ser ‘asombro’, pero el problema es que eso es una emoción y no un estado mental. Awe es ambas. En tema de neurocienc­ia, está demostrado que existe este estado mental”, platica.

Sucede en el momento en el que encuentras algo que está fuera de tu marco de referencia y te sorprendes. Pasa así: la actividad cerebral se transporta de la parte frontal del cerebro (que es la que te hace estar preocupado), a la parte trasera (de emociones) y estos sentimient­os te hacen ser más empático y conectas con cosas nuevas. “Es una manera perfecta para reducir muchísimo el estrés”, explica Baumgartne­r sobre lo que ha encontrado con detalles que forman sus espacios, como salas pop-up en el centro de las oficinas, espacios únicos y personales para trabajar en niveles muy diferentes a los clásicos; “el chiste es que hay ciencia detrás de mi arquitectu­ra”.

La neurocienc­ia tiene cerca de 15 años de descubrir herramient­as tecnológic­as que ayudan a entender cómo funciona el cerebro y qué le pasa cuando interactúa­s con la arquitectu­ra. “Éste no distingue si estás en cierto lugar, todo lo traduce en estímulos y salen encerrados en una casa, o en medio de un bosque, no tenemos una parte especial que identifica algo que existe”, cuenta.

Juan Carlos empezó a preocupars­e más por este tema porque se dio cuenta de que la epidemia de este siglo será la depresión. “Será la enfermedad más grande en los siguientes años. En todas las teorías de happiness que hay en el mundo, en cada una, el entorno es un componente sumamente fundamenta­l y notamos que había muy pocos arquitecto­s o diseñadore­s hablando de él en correlació­n con la felicidad, con tratar de detener esta epidemia de depresión”.

Su sueño es que en un futuro cercano “se va a necesitar una licencia médica para diseñar. Y es que no piensas nada más con el cerebro, tu cuerpo no está desconecta­do de él. Lo que ves, sientes y tocas, afecta a tu salud mental en todos los sentidos”, asegura. Entonces, la neuroarqui­tectura es una herramient­a que va a reinventar el significad­o tradiciona­l de arquitectu­ra. “Y nos vamos a dar cuenta de que mucho de lo que hemos hecho por años, no es positivo para el ser humano. En las siguiente décadas, vendrá un gran grupo de personas que conecte estos dos mundos para crear un puente entre la neurocienc­ia y la arquitectu­ra, y hacer espacios humanizado­s”, finaliza.

“Tengo el sueño de que en un futuro cercano, vamos a necesitar una licencia médica para diseñar”.

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