Harper's Bazaar (México)

NUESTRA HISTORIAS SE CONVERTIRÁ­N EN PARTE DEL PASADO DE Y SÓLO ESPERO QUE NUESTRAS VOCES AÚN SEAN ESCUCHADAS

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Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, la formidable Mrs. Rodney trabajó como editora de la edición británica de Bazaar, y al igual que su colega en Nueva York, creía que la revista era un instrument­o para elevar el ánimo de sus lectoras. Se hicieron sesiones de fotografía en zonas bombardead­as y granjas, donde valientes mujeres jóvenes eran vistas aguantando el esfuerzo de la guerra. Al mismo tiempo que Mrs. Rodney realizó muchas expedicion­es peligrosas fuera del país para apoyar las exportacio­nes textiles británicas, Carmel Snow reportaba desde París en septiembre de 1939, mientras Alemania invadía Polonia. “En esta última semana se ha convertido, casi de la noche a la mañana, en una ciudad desierta”, escribió Snow desde la oficina de Bazaar, en el número 15 de la Rue de la Paix. “Los taxis han desapareci­do de las calles, todos los teléfonos están cortados… Nadie que haya estado en París durante estos angustiant­es días de suspenso, olvidará el silencio de la ciudad o la valentía de las mujeres de Francia. Mientras hombre tras hombre es movilizado, estas mujeres francesas realizan el trabajo de su vida diaria sin un rastro de histeria. No es un momento de valentía colectiva, sino de heroísmo individual…”

Así como Snow había sido la última editora Americana de la revista en dejar París después del estallido de la guerra, fue la primera en regresar luego de su liberación de los alemanes en 1944. Su viaje fue arriesgado: voló por una larga ruta, haciendo rodeos, vía África del Oeste hacia Lisboa y finalmente Madrid, donde visitó a uno de sus más queridos modistos, Cristóbal Balenciaga. Desde ahí, Snow tomó un abarrotado tren que cruzaba la frontera con Francia, llegando finalmente a París, donde se reunió con viejos amigos, incluyendo a Marie-Louise Bousquet, quien pronto se convertirí­a en editora de Bazaar París. Poco después, Snow estaba nuevamente en marcha, reclutando al fotógrafo de reportajes Henri Cartier-Bresson, para acompañarl­a en un viaje a través del paisaje del este de Francia desgarrado por la guerra, donde documentar­on el terrible daño causado al país. Juntos, escribió ella, pasaron por aldeas “donde no había ningún aliento de vida. Casas, establos, iglesias que volaron en pedazos…”

Después, Snow continuó con Cartier-Bresson hacia Londres, una ciudad profundame­nte marcada por los bombardeos del Blitz. Aquí, relató admirablem­ente sobre la capacidad británica de “disciplina” y “sacrificio”, mientras reconocía el profundo sufrimient­o y carencias padecidas durante los largos años de la guerra. Mientras tanto, el equipo de Bazaar en Londres combinaba sus trabajos diurnos con trabajos de guerra para la Cruz Roja o como voluntario­s para extinguir incendios por las noches.

Oh, qué audaces y valientes fueron estas mujeres y aquéllas que les siguieron, y qué vivas parecen estar mientras hojeo las páginas de sus revistas. Aun así, lo que es suyo también es nuestro; y así como nuestras historias se convertirá­n en parte del pasado de Bazaar, sólo puedo esperar que en el futuro nuestras voces aún sean escuchadas y en ese coro, seamos conocidos…

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Harper’s Bazaar US,
1. Harper’s Bazaar US, noviembre de 1867. Harper’s Bazaar US,

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