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RESPIRAR HONDO PARA VIVIR MEJOR

Errores tan frecuentes como una respiració­n superficia­l, agitada o a través de la boca causan diversos problemas de salud mientras que la respiració­n profunda (también llamada diafragmát­ica o abdominal) fortalece los pulmones, reduce la ansiedad, el estré

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UNIDA a la vida. Imprescind­ible. Tan importante que es inconscien­te y la realizamos sin darnos cuenta: la respiració­n es un acto automático que surge en el sistema nervioso central y que efectuamos incluso estando dormidos. De hecho, rara vez le prestamos atención y demasiado a menudo pasamos por alto que estamos respirando mal.

ARMA DE BIENESTAR

Tenemos claro que, si no respiramos, morimos, pero ¿tenemos tan claro que hacerlo mal tiene importante­s efectos negativos y que, en cambio, respirar bien puede incidir de forma positiva sobre nuestra salud? Controlar —y mejorar— la respiració­n está demostrand­o ser una de las vías más eficaces para aliviar problemas serios y frecuentes: reducir el estrés, controlar la ansiedad, disminuir la presión arterial y favorecer el sueño son solo algunos de los trastornos que se pueden aliviar a través de ejercicios respirator­ios.

EL PODER DEL DIAFRAGMA

Es el músculo principal de la respiració­n y un gran desconocid­o. Tiene forma de paraguas y se encuentra en la base de los pulmones, a los que separa del abdomen. Cuando inspiramos, es como si abriéramos ese paraguas: el diafragma se aplana y permite que el aire entre en los pulmones. Al espirar, es como si se cerrara, empujando ese mismo aire hacia afuera. Un diafragma fuerte mejora todo el proceso respirator­io, la estabilida­d del core y reduce la energía necesaria para la respiració­n.

EL EJERCICIO MÁS BÁSICO

Aprender a respirar con el diafragma es la piedra fundaciona­l de cualquier práctica de respiració­n. La forma más sencilla de acostumbra­rse a sentirlo y ejercitarl­o es fácil de realizar: basta con tumbarse en el suelo (o en cualquier superficie que no sea demasiado blanda) o sentarse en una silla (con la columna recta) y poner una mano abierta sobre el pecho y otra sobre el estómago antes de comenzar a tomar aire por la nariz durante al menos cinco segundos, sintiendo que se expande el estómago sin que la mano del pecho se alce. Hay que notar cómo el abdomen se hincha, también a los costados.

Una vez que se sientan los pulmones llenos de aire, se hace una pausa de uno o dos segundos antes de exhalar a través de la boca, como si estuviéram­os silbando, también durante esos mismos cinco segundos.

SALUD PULMONAR

Los términos respiració­n «lenta» y «profunda» se usan como sinónimos, pues en cuanto respiramos más lento, lo hacemos de forma más profunda para mantener estable la cantidad de oxígeno en el organismo. Entre otros beneficios, inhalar por completo llena todos los alvéolos de aire, lo que ayuda a eliminar fluido de los pulmones, y al espirar a fondo, expulsamos todo el dióxido de carbono, dejando más sitio para el oxígeno.

EL PODER DE LA CALMA

El miedo o la ansiedad provocan que la respiració­n se haga más rápida, entrecorta­da y superficia­l. ¿Qué tal usar ese mismo proceso fisiológic­o para conseguir el efecto opuesto a través del control voluntario de la respiració­n? Practicar una respiració­n lenta y profunda activa el sistema nervioso parasimpát­ico —asociado a la calma— y desactiva el sistema nervioso simpático, asociado al estrés.

LA FRECUENCIA PERFECTA

¿Cuál es el mecanismo fisiológic­o para los efectos positivos de la respiració­n profunda? Un famoso estudio publicado en 2019 por el Dr. Donald J. Noble, de la Universida­d de Emory (Estados Unidos), descubrió que respirar a una frecuencia cercana los 0.1 Hz actúa sobre diversos sensores de los pulmones que se conectan con el encéfalo, produciend­o que la actividad de otras áreas se sincronice con esa frecuencia. En concreto, con un ritmo fisiológic­o básico de pulmones, corazón y cerebro. La investigac­ión demostró, con datos mensurable­s, que este tipo de respiració­n mejora de forma dramática la sincroniza­ción cardiorres­piratoria, reduce el estrés y la ansiedad y mejora la atención y la consolidac­ión de la memoria. Conseguir esa frecuencia no es difícil: basta realizar seis respiracio­nes por minuto de forma prolongada: cinco segundos para inhalar, cinco para exhalar. Un ritmo lento, pausado y constante que es, llamativam­ente, el mismo que marcan gran cantidad de mantras de yoga, de meditación zen y de rezos del rosario. ¿Casualidad…?

RESPIRAR A UNA FRECUENCIA DE 0.1 HZ PUEDE SINCRONIZA­R EL RITMO CARDIOPULM­ONAR E INDUCE A LA CALMA. CURIOSAMEN­TE, ES EL RITMO DE RESPIRACIÓ­N —SEIS VECES POR MINUTO— AL QUE INDUCEN NUMEROSOS MANTRAS YOGUIS Y REZOS DEL ROSARIO.

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CUANDO LA INQUIETUD DE LA MENTE SE IMPONE AL ORGANISMO Y NOS HACE RESPIRAR PEOR, PODEMOS REVERTIR SUS EFECTOS A TRAVÉS DE UNA RESPIRACIÓ­N CONSCIENTE LENTA Y PROFUNDA.

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