SOFÍA RIVERA TORRES Y EDUARDO VIDEGARAY PROTAGONIZAN UNA ESPECTACULAR BODA A LO «GRAN GATSBY»
En Mérida, y dos años después de su boda civil, refrendan su amor en una romántica ceremonia religiosa
Sofía, una amante de la moda, lució tres «looks» el día de su boda. Para la ceremonia lució un diseño ultrafemenino de Liz Martinez, y Eduardo la esperó frente al altar con un traje de Benito Santos
SOFÍA Rivera Torres y Eduardo Videgaray están en Bali, la primera parada en su romántica y exótica luna de miel. Es precisamente en este paradisiaco entorno donde nos responden a las preguntas que les formulamos sobre su enlace: emotivo, elegante y lleno de instantes mágicos. Ahora, con esta boda religiosa celebrada en la Iglesia del Jesús, en Mérida, parecen estar dispuestos a dar un paso más en su historia de amor e iniciar su propia familia. La ceremonia y la celebración posterior superó todas sus expectativas. Sus invitados disfrutaron este triunfo del amor y la fiesta, entre burbujas de Moët, se prolongó hasta altas horas de la madrugada. Por fortuna, y a pesar de las intensas jornadas vividas tras el enlace y el inicio de su luna de miel, son ellos, amables y generosos siempre, quienes nos cuentan cómo vivieron su gran día y qué les deparará el futuro común por el que apuestan con más amor que el primer día. —¡Muchas felicidades a ambos por este nuevo y elegante «sí quiero»! ¿Qué momento de su boda religiosa recordarán por siempre?
—Eduardo: A mí lo que más me gustó fue cuando Sofía dijo: «Sí, acepto». En ese momento, oficialmente ya éramos esposos y nos dimos un «have five», mano con mano. Todos aplaudieron el gesto, se oyeron risas por toda la iglesia… y hasta el padre se carcajeó.
—Sofía: Sí, yo creo que también el «have five» en el altar. No nos esperábamos que la parte de la boda religiosa fuera tan emotiva. El padre se echó un truquito de magia hacia el final de la ceremonia. Hizo algo sobre los corazones rotos y cómo se curan… Estuvo espec-tacular. Nuestra ceremonia tuvo algo de comedia y algo de magia. Fue muy emotiva.
—Dos años después de su boda civil, Eduardo, ¿qué te enamora a diario de Sofía para refrendar con tanta ilusión su historia de amor?
EDUARDO: «Cuando vi a Sofía entrando a la iglesia, tuve que hacer un esfuerzo para que no se me salieran las lágrimas. Estaba espectacular y guapísima»
—No sabría por dónde empezar. Me encanta su personalidad, su sentido del humor, me encanta ella. Saca lo mejor de mí y me ha hecho una mejor persona. Pese a que le llevo tantos años, me ha hecho madurar. Es realmente sorprendente. Me encanta cómo le echa ganas para que nuestra vida sea más bonita cada minuto.
—Y a ti, Sofía, ¿ni una sombra de duda sobre tu amor por Eduardo? ¿Son más fuertes por él tus sentimientos que el primer día? —¿Alguna duda por tu parte, Eduardo?
—Yo no tenía dudas, pero no me la creía. ¿Esta mujer de veras quiere estar conmigo? Pensé que no iba a durar y cuatro años después estamos casados oficialmente. Una amiga que conoció nuestra relación desde el principio nos dijo: «Es increíble, los veo igual de enamorados y felices que cuando acababan de empezar».
—S: Pero se equivocó: estamos mucho más enamorados ahora que antes.
—Regalen a nuestros lectores algún secreto para
reenamorarte de tu pareja cada día.
—E: -¡Yo tengo el secreto! Consigan una Sofía Rivera… Facilísimo, no hay que hacer nada, ella se encarga de todo.
—S: El día que nos comprometimos, una señora que acababa de perder a su esposo, después de sesenta y tantos años juntos, nos dio el mejor consejo que nadie nos ha dado. Nos dijo: «Buen humor y mala memoria».
—Eduardo, ¿qué sentiste al ver avanzar a Sofía hacia el altar?
—Fue maravilloso. Primero entró, Marina Angulo, la sobrina de Sofía de cinco años. Cargaba un letrero que decía: «Tío, aquí viene el amor de tu vida». Volteé y vi a Sofía entrando a la iglesia. Tuve que hacer un esfuerzo para que no se me salieran las lágrimas. La vi espectacular y guapísima.
Tenía los ojitos vidriosos cuando entré.
—S: —Sofía, para ti la moda es muy importante, ¿qué papel ha jugado en tu boda?
—Para mí, la moda es importantísima y también apoyar lo hecho en México es importante. La noche antes de la boda, para el «rompehielos», consentimos a nuestros invitados en el restaurante Picheta, con el chef Rodolfo Barrientos. Para esa velada, diseñó mi «outfit » una diseñadora de Mérida que se llama Carolina Pérez Kuri y combiné con aretes de Etoile, otra firma mexicana.
—¿Y qué nos puedes decir de los tres vestidos que luciste en tu boda?
—¡Me agarraron las prisas! No sabía que había que comprarlo con tantos meses de antelación. Entonces, encontré una boutique de Liz Martinez, una diseñadora israelí que hace vestidos de novia «top». El de la misa lo elegí porque mi mamá y mi hermana, que me ayudaron a buscar vestidos, lloraron con este. El segundo es más «ad hoc» con la temática del Gran Gatsby de la celebración en la Quinta Montes Molina. Como ya mencioné, para mí es fundamental apoyar la moda mexicana y, por eso, todos los tocados los realizaron Irma y Franchut, que son madre e hijo, de Guadalajara. Y, hablando de Jalisco, mi tercer «look» es obra de Benito Santos: un vestido medio transparentoso, con sobrefalda blanca gigante.
—Benito tuvo otra intervención esencial en su boda, ¿no?
—Sí. Tres semanas antes de la boda, Eduardo se pro
SOFÍA: «Todavía vamos a disfrutar un ratito de recién casados, pero ya queremos empezar una familia. Lo decimos ahora con certeza. ¡Ahora sí siento el “baby fever”!»
bó el traje que le había comprado hace siglos y… ¡no le quedaba! Apurados llamamos a Benito Santos y él se lo hizo. ¡Se veía guapísimo mi esposo!
—E: ¡Gracias a Benito Santos! Me hizo un diseño basado en el diseño que me hizo Sofía y nunca en mi vida me había sentido tan elegante.
—Tras la ceremonia, la celebración, ¿por qué en Mérida?
—Era muy importante para nosotros que México luciera en nuestra boda a través de los lugares, la comida… ¡Todo sobre el Paseo Montejo fue espectacular!
—¿Quiénes los acompañaron como padrinos en su boda?
—Los padrinos de lazo fueron la hermana de Eduardo, Elena, y su novio, Pablo. Son una pareja a la que admiramos y queremos muchísimo. De anillos, mi hermana Susana y Eduardo Angulo, mi cuñado. En realidad, fueron ellos por medio de mis sobrinos, Eduardito y Marina, de cinco años, y mis ahijados de bautizo. Por último, la madrina de arras fue Virginia Videgaray, sobrina de Eduardo, y su ahijada de bautizo.
—¿Por qué apostaron por detalles que evocaran los años veinte? —S:
Me encanta el «glamour» viejito de esa época.
—E: ¡Le encantan las cosas viejitas, por si no lo habían notado! (risas).
—S: No, lo que pasa es que tengo gusto por los clásicos. Me encantaría agradecer a la «wedding planner», Sofía Novelo. Nuestra boda superó todas las expectativas, porque cuidó todos los detalles.
Tras la fiesta de temática años veinte, que se prolongó hasta altas horas de la madrugada, los recién casados iniciaron su exótica luna de miel con primera parada en Bali
—Ahora en Bali, ¿y los siguientes pasos?
—Bangkok, Phuket, Cambodia, Singapur… y de vuelta a México.
—¿Qué paso será el siguiente en su vida en común? —S:
¡Reproducirnos! Todavía vamos a disfrutar un ratito de recién casados, pero ya queremos empezar una familia. Lo decimos ahora con certeza. ¡Ahora sí siento el «baby fever»!
—E: ¡Yo me muero de ganas!