GUÍA DE INICIO AL RETINOL
¿Decidida a por fin incorporar el retinol en tu rutina? Cuando de este activo se trata, más vale ser tortuga que liebre: a la meta se llega mucho mejor con paso lento y sin prisa.
POCO A POCO
De menos a más, es mejor; se oye hablar tanto y tan bien del retinol, que resulta lógico pensar que mejor darlo todo desde el comienzo, pero… no, ¡no funciona así! Todo lo contrario. Como decía Paracelso, «solo la dosis hace el veneno» y, en este caso, es especialmente cierto. Y es que los efectos secundarios que tiene el retinol —irritación, sequedad y sensibilidad— pueden pasar de ser tolerables a peligrosos, si nos excedemos de la dosis. Tres son los factores a tener en cuenta para introducirse de forma gradual: la cantidad, la frecuencia y la concentración.
PRIMEROS PASOS
El retinol de inicio debe tener una concentración entre el 0.1% y el 0.3% como máximo, y ha de comenzar a usarse cada 3 o 4 noches con muy, muy poca cantidad, similar a un chícharo, y mantenerlo alejado del contorno de los ojos. Aun teniendo esas precauciones, es posible que irrite. Puede hacer falta cambiar a una crema más emoliente, para así compensar la ligera sequedad que causa, o añadir un sérum calmante, si se nota mucho enrojecimiento. Una opción: aplicar el retinol sobre la crema hidratante, para atenuar sus efectos, pero en cierta forma equivale a tirar el dinero, ya que será menos eficaz. A medida que la piel se vaya acostumbrando, tolerará mejor el retinol y se podrá aumentar la frecuencia, deberá suspenderse su uso de inmediato si sentimos comezón, irritación o rojez. Cabe recordar que para conseguir los máximos beneficios no solo no hace falta, sino que resulta totalmente contraproducente, poner la piel on fire.