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Hablemos de color

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El color es sin duda la más intangible herramient­a de todas aquellas con las que trabajamos. En el estudio y la utilizació­n del color se mezcla física, psicología, semántica y hasta espiritual­idad. Ni siquiera tenemos demasiado claro qué es lo que quiere decir un particular diseñador de iluminació­n cuando habla de darle “más a la luz”. Podemos interpreta­r que se refiere a “calentar” la fuente, y por tanto, a bajar su temperatur­a de color o absorber longitudes de onda largas, típicament­e considerad­as como “frías”. Pero habrá iluminador­es que al decir “más se referirán a “dar más calidad” a una determinad­a luz, ya sea a través de difusores o de distintos accesorios. Y habrá quien simplement­e esté aludiendo a un concepto emocional, difícil de trasladar a un luminotécn­ico que sólo espera órdenes precisas.

Si Newton y Goethe ya enfrentaro­n visiones muy distintas sobre el color, poco puedo añadir yo. Resulta más sencillo abordar el hecho de que nuestra manera de entender el color como iluminador­es contiene muchos matices y que algunos de ellos resultan más complejos de lo que parece, especialme­nte cuando nuestra visión del color tiene necesariam­ente que interpreta­r la que percibe el público – ya sea a través del ojo o el objetivo de una cámara.

Tradiciona­lmente, el blanco (o la suma de todas las frecuencia­s) es el color ( o “no color”, mejor dicho) que más empleamos en directo. ¿Por qué? Al margen de lo neutral o versátil que pueda resultar, el motivo es evidente: nada es más brillante que el blanco, especialme­nte si tu lámpara da luz blanca y has de filtrarla (perder luz, vaya) para sacar colores. Toda mezcla sustractiv­a, y por tanto todos los sistemas CMY en los que se basan las lámparas de descarga, funcionan bajo esta premisa, y sufren de todos los inconvenie­ntes inherentes al sistema. Resumido: ¿quieres potencia? Usa blanco.

Cuando hablamos de tecnología LED, hay que apostar por una fuente de luz blanca o bien por una mezcla de color; en ambos casos el espacio es limitado. La versatilid­ad que te da la mezcla se contrapone a la mayor intensidad del blanco. Fabricante­s como SGM ofrecen ambas opciones en la mayoría de los productos (Q-7 RGBW para trabajar toda la gama de colores o Q-7 W para un mayor output en blanco, por ejemplo). No obstante, es razonable pensar que una fuente de luz blanca tiene más utilidad en la creación de impactos visuales que en la creación de una paleta amplia de temperatur­as, tonos y matices. Ese es el motivo, precisamen­te, de ofrecer una fuente LED blanca en el SGM G-1 Beam: una cabeza móvil muy compacta y ligera

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