¿Y después de la pandemia?
Muchos hablan de la nueva normalidad. En realidad no es “nueva”, ni siquiera existe tal cosa como “normalidad”, pero entendemos el punto: ¿Qué pasará después de la pandemia? ¿Habremos aprendido la lección en lo macro y en lo micro?
Los gobiernos habrán de replantearse que las prioridades deben ser la salud pública, la alimentación y la educación. No hay nada por encima de esos tres preceptos y si los programas de las autoridades no los jerarquizan, si los recursos no llega a donde deben, será una lección no aprendida.
Del lado de los ciudadanos tendremos que aprender que la higiene debe ser una constante todos los días de nuestra vida.
En el largo plazo podríamos entender que las multitudes deberían asumirse como un riesgo de salud física y emocional: lo mismo para quien puede pagarse un “lujoso” departamento de 40 metros cuadrados que para los hacinamientos irregulares. Que es importante consumir más de los productores locales y menos de los grandes consorcios, que habrá que apoyar a los restaurantes de nuestra zona, que deberíamos “hacer más comunidad” con nuestros vecinos. Que hay que caminar más, andar más en bicicleta. Que usemos más el papel y menos el plástico. Que entendamos que los animales no son nuestros trofeos ni nuestros juguetes. Que debemos ser más mesurados en lo que bebemos y en lo que comemos.
Tenemos asumir que el cambio climático no es un discurso político, sino una crisis a la vuelta de la esquina.
Las empresas tienen que evaluar si sus edificios corporativos son realmente una necesidad o una necedad. Que las compañías que puedan aprovechen la tecnología para comunicar y colaborar a distancia, que no obliguen a la gente a perder tres horas de vida en el tránsito para ir a una junta que pudo resolverse con una videollamada. Que usemos más las miles de herramientas de productividad digital que están disponibles.
Y todo esto nos deja pensar que habrá nuevos mercados, nuevas oportunidades de negocio y crecimiento, que el entretenimiento habrá de moldearse, que la seguridad y la sanidad en comercios, corporativos o residencias será una necesidad imperiosa.
Que estos meses de confinamiento nos dejen al menos nuevas ideas, nuevas reflexiones y nuevas acciones en nuestros entornos personales, familiares, laborales, profesionales, comunitarios y sociales. Que el encierro no se tire al olvido.