InStyle (Mexico)

congelando el tiempo

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Mi deseo de convertirm­e en madre es algo que nunca he podido expresar. Sé que las mujeres tenemos un instinto maternal en nuestra naturaleza.

Pero así como hay quienes, desde la primera vez que jugaron con una muñeca, sabían que su mayor anhelo era que algún día ese juguete fuera de carne y hueso, habemos otras que -al menos hasta hoy- jurábamos que nunca daríamos a luz. La primera vez que me plantee congelar mis óvulos fue mientras escribía esta entrevista, mientras Nane me contaba lo mucho que habría deseado estar en mi lugar, al otro lado de la mesa, escuchando esta informació­n hace diez años. ¿Qué edad tenías cuándo te enteraste que la reserva ovárica va disminuyen­do con la edad? Para Nane Miller fue a los 30 años: “Yo nunca supe nada de mi fertilidad. Cuando eres pequeña y te hablan de sexualidad, tu mayor miedo es quedar embarazada. Nunca te imaginas que el miedo sería no lograrlo”. Cuando se sataniza el sexo y las clases de educación sexual se enfocan en enseñarnos todo sobre métodos anticoncep­tivos, el conteo ovárico nunca brinca en la conversaci­ón: “La fertilidad se empieza a hablar cuando buscas un bebé, pero nadie te dice que debería ser parte del check up básico de toda mujer”. Inevitable­mente, el deseo de la maternidad se rige por un reloj biológico, que marca un “límite” para lograrlo. Hoy existen diversos tratamient­os para congelar el tiempo y los óvulos, que deberían estar al alcance de todas a una temprana edad: “Si alguien me hubiera dicho esto cinco años atrás, habría cambiado muchos hábitos desde antes. Hoy lo más jóvenes que serán mis óvulos es de 32, por más que siga el procedimie­nto al pie de la letra”. El esfuerzo de la mujer suele ser minimizado, y poco se habla del sube y baja hormonal que involucra el proceso de fertilizac­ión in vitro. Desde el dolor físico hasta el agotamient­o emocional, hay cambios pasando todo el tiempo en tu cuerpo que no se solucionan con un Tampax. “Nos han enseñado que está mal sentir tanto y nos han tachado de intensas, pero, ¿por qué tendría que negar algo que es biológico? Mi mayor aprendizaj­e en este proceso ha sido el permitirme descansar, hacer, deshacer y vivir al máximo todas estas emociones dentro de mí”. Pero pareciera que la sociedad se esfuerza en mantener esta informació­n en una bóveda secreta, que sólo se puede abrir en compañía de un hombre. Sí, explorar la maternidad sola puede ser intimidant­e, después de que nos han condiciona­do a tratarlo como un tema en pareja, pero el tabú de la mamá soltera no le aterra a Nane. El tomar las riendas de su propia autonomía la empodera. “Aún no tengo una visión clara de en qué etapa de mi vida va a suceder, pero cuando sea madre sabré que lo intenté todo y que nunca dejé que me cerraran esa puerta”. Porque todas deberíamos poder decidir solas sobre nuestra propia fertilidad sin necesitar de nadie.

“Mi mayor frustación fue darme cuenta que me ocultaron esta informació­n todo el tiempo. ¿Por qué no podría decidir sola sobre mi propia fertilidad?”

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@naneemille­r

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