“Desire looks not only with the eyes, but with the ears”.
Cierra los ojos y concéntrate en los sonidos que te rodean: los autos en el tráfico, una sirena, la conversación de dos extraños al pasar... pero si te enfocas sólo en los pájaros y la corriente de aire, ¿pensarías, al menos por un segundo, que estás fuera de la ciudad?
Escuchar imágenes y ver sonidos. La música tiene la capacidad de transportarnos a universos diferentes. Y aunque para muchos escuchar el color amarillo o ver el tono de una nota musical no es posible, la sinestesia describe la capacidad de unos cuantos para percibir un estímulo con más de uno de los sentidos: un fenómeno que une sensaciones. ¿Podemos, entonces, sentir la música? Artista, ingeniero, programador y DJ... si Salvador Breed tuviera que describir su trabajo en una sola palabra sería audiofreak, un master del sonido que comprende el arte mucho más allá de su campo visual.
La primera vez que entré en contacto con su trabajo fue en 2016: la colección otoño/invierno de Iris Van Herpen era una representación de Alta Costura de la cimática, un estudio de la visualización de las ondas sonoras. Un hombre recorría el borde de un set de cuencos acomodados en el piso en media luna para crear una frecuencia meditativa. Los desfiles de Van Herpen empezaron a cobrar un nuevo significado, no sólo por sus hipnotizantes siluetas, sino por la forma en que las presentaba. El show otoño/invierno 2017 comenzó a oscuras; cuatro tanques de agua se iluminaron y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en Atlantis. Un grupo de cinco músicos tocaba una melancólica melodía bajo el agua, cada uno sumergido dentro de un tanque de cristal, mientras modelos caminaban en fluidos vestidos de telas vaporosas que se transformaban con el aire. No, no estaba físicamente ahí, pero el soundtrack creó una sensación electrizante en mi cuerpo, y por un momento, sentí que estaba sentada frente a una de esas enormes peceras. El colectivo de Ámsterdam, Between Music, desarrolló Aquasonic, un performance con instrumentos subacuáticos que complementó el análisis de las propiedades del aire y el agua, que Iris usó como inspiración.
Los desfiles pasaron de ser meramente una presentación de venta a una experiencia sinestésica donde las prendas, la escenografía —y ahora el paisaje sonoro— convergen para crear los 15 minutos más memorables del espectador o comprador. Para Iris y Salvador, la música y la ropa son tanto el medio como el mensaje. Así como el soundtrack puede ser un conducto para motivar la decisión de compra de la colección, las prendas pueden ser también el conducto para reproducir la música. Su primer trabajo en conjunto fue Embossed Sounds, donde crearon sensores que activaban notas musicales con el movimiento y se confeccionaron directamente en las prendas. Así, cuando las modelos bailaran entre sí, ellas mismas serían las que tocarían la música. Los vestidos fueron el instrumento y tanto sus carreras como vidas se enlazaron.
Prácticamente estaba escrito que estas dos mentes brillantes terminarían por enamorarse a través de su práctica. Su proceso creativo está entrelazado, el soundtrack está configurado mientras Salvador ve materiales desfilar y transformarse en el taller de Iris. “La relación que tiene la gente con la música es algo muy personal, al igual que la moda. Cuando los juntas es un fenómeno que te transforma de adentro hacia afuera”.
La calidad con la que escuchamos determina nuestra noción de la realidad, e influye en nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos. No nos sorprende entonces que el soundtrack de los desfiles se conciba con la misma meticulosidad que la colección misma, un lenguaje capaz de inyectar endorfina en cualquier espectador. Artistas como Frédéric Sanchez y Michel Gaubert han formado su carrera enfocándose especialmente en la ilustración musical de los desfiles más aplaudidos de Chanel, Loewe, Louis Vuitton, Margiela, Marc Jacobs, Prada y Miu Miu. El trabajo inicial de Gaubert en moda fue en la primera presentación de Martin Margiela, después de dejar su puesto en Gaultier: “Le encantaban las cintas de super 8, así que corté y uní cintas magnéticas manualmente”. En una era donde en toda biografía de Instagram se lee: “Abogado de día y DJ de noche”, los masters de la pasarela dominan el arte de provocar el deseo más allá de la mirada: alterando la percepción del espacio y de la colección misma con bandas sonoras, uniendo el resto de los elementos para crear una extensión que refuerce la visión del diseñador sin pronunciar una sola palabra.—maría FERNANDA LARA.
“LA DIFERENCIA ENTRE EL SONIDO Y EL CAMPO VISUAL ES QUE TÚ REALMENTE LO ENCARNAS”. —WILLIAM RUSSELL