WHERE IS ANA MENDIETA? WHERE IS ANA MENDIETA? WHERE IS ANA MENDIETA?
Camuflarse desnuda con la naturaleza, deformar y aplastar su cuerpo o cubrirse de sangre; la obra de la cubana Ana Mendieta puede ser definida como earth-body-art, o un feroz experimento sobre el humano, la feminidad, la tierra, la belleza y la violencia. Si el destino está escrito en las estrellas, el suyo estuvo en su arte.
MÁS ALLÁ DE UNA MUERTE MISTERIOSA
Su muerte permanece como un misterio. Lo que sí se sabe es que la pareja discutía sobre el reconocimiento en el arte que él tenía superior al de ella. La historia de Ana es como la de otras grandes referencias pioneras que nunca vieron su verdadero impacto en vida. Porque claro, su obra cruda, violenta y con sangre verdadera (como un poderosos símbolo de todo: vida, religión, feminidad, etc.) fue demasiado para este mundo. “Ver su arte es ponernos al corriente” y no podemos estar más de acuerdo con ello.
Llegó a EU a los 12 años con su hermana, bajo un programa secreto para sacar a miles de niños del país durante la época de Castro. De ascendencia negra y cubana (de una familia de clase media de La Habana), como outsider perdida y migrante, siempre cuestionó su identidad en el arte para hablar sobre la tierra natal vs. el nuevo hogar y las raíces que sembramos.
Ello se ve reflejado en su obra más reconocida: Siluetas, con Ana desnuda y acostada con flores (como si crecieran de su cuerpo), en una tumba de piedra olvidada. La fe y feminidad se expresan en figuras esculpidas con césped, flores, ramas y arcilla que conforman 200 piezas elaboradas durante una década (desde los 70 hasta principios de los 80).
Nunca le importó cruzar límites morales o políticos. Desde la universidad, donde ya aterrizaba en el performance, escultura, video y foto con ayuda de su mentor (y amante), alzó su voz feminista y controversial. En Escena de violación, volteó su departamento, se cubrió de sangre e invitó a todos a la escena del crimen para hablar sobre la violación y el asesinato de una compañera estudiante en 1973. Hoy, las fotografías de la obra siguen circulando por el mundo como otra prueba de su espectáculo performativo, el cual se encargó de documentar, y que es—como dijo una crítica—“algo que no sería considerado de las bellas artes. Y lo convierte en algo inteligente, desgarrador y emotivo”. En su propia obra, o como referencia crucial en otras visiones creativas, la seguirás sintiendo. A Ana siempre.