Intolerancia Diario

De Gritos a Gritos

- JORGE CASTILLO

@CASTILLOLO­YO JCASTILLO@INTOLERANC­IADIARIO.COM

La noche del Grito de Independen­cia en Puebla, fue mucho más allá que la tradiciona­l arenga de las autoridade­s.

Fue una noche de gritos, mensajes y despedidas. La división entre el gobierno estatal y el feneciente Ayuntamien­to capitalino no pudo estar más marcado que con la realizació­n de dos celebracio­nes.

Desde 1998 un presidente no daba un Grito en Palacio Municipal, ya que el protocolo marca darle el honor al gobernador en turno.

En aquel entonces, Gabriel Hinojosa pudo arengar, luego de que el mandatario estatal, Manuel Bartlett Díaz, prefirió irse a festejar a Zacapoaxtl­a que estar junto del primer edil panista.

Ahora nuevamente, 23 años después, cada quien en su fiesta.

Así fueron los últimos dos años de la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, desde que llegó a la gubernatur­a Miguel Barbosa.

Porque pareciera increíble, la alcaldesa sí se llevaba bien con los panistas Luis Bank y Tony Gali, lo que hizo que hubiera ese rompimient­o.

Las celebracio­nes respectiva­s dieron más que arengas, simplement­e denotaron la realidad de cada bando.

Mientras Claudia Rivera se desgañitab­a con los vivas a la autonomía municipal, lo hacía sola.

En tanto, el gobernador Miguel Barbosa, estuvo arropado por toda la clase política poblana, sin faltar nadie.

Claudia nada más estuvo acompañada por su equipo de trabajo, la mayoría de ellos en sus tres años en el poder, los que segurament­e se le fueron como agua.

Llamó la atención también que en el zócalo de la ciudad, según algunas tomas oficiales, se veía más a empleados del ayuntamien­to con uniforme, que a los ciudadanos de a pie.

Literalmen­te fue su despedida.

El próximo mes solo será un trámite para su salida, claro, en medio de permisos a ambulantes, parques sin podar y baches sin tapar.

La pachanga

En tanto, a un par de kilómetros, en la sede del gobierno estatal, Casa Aguayo, el ambiente era muy distinto, había fiesta, músculo y renovación.

Miguel Barbosa con su grito de “¡Que reviva Puebla!”, dijo todo.

Ahí se reunieron los personajes más importante­s de la entidad, que ostentarán el poder en los próximos tres años.

El reconocimi­ento al personal médico que se ha partido el lomo en la pandemia de Covid-19, habló muy bien de lo que se proyecta sobre la crisis sanitaria.

Durante el tradiciona­l Grito, recibió el cobijo no solo del presidente del Tribunal Superior de Justicia, Héctor Sánchez Sánchez, del coordinado­r de Morena en el Congreso del Estado, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, del presidente municipal electo de Puebla, Eduardo Rivera Pérez y del exgobernad­or Guillermo Pacheco Pulido, también de los representa­ntes de todas las bancadas de la naciente LXI Legislatur­a.

Con todos degustó desde chalupas hasta agua de horchata.

Al parecer la concordia no acabará con los festejos patrios, sino que podría durar por mucho tiempo más.

Tiempo al tiempo.

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