La Cronica

Las otras elecciones

- LEO ZUCKERMANN @leozuckerm­ann leo.zuckermann@cide.edu *- El autor es analista político/profesor investigad­or del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE). *- El autor es periodista y analista político/ comentaris­ta de televisión.

Naturalmen­te, las elecciones del próximo martes tres de noviembre en Estados Unidos se han concentrad­o en la presidenci­al. Sin embargo, las elecciones del Congreso tendrán un peso muy importante en el poder real que tendrá Donald Trump o Joe Biden los próximos cuatro años.

Comencemos con la posibilida­d de que gane el candidato demócrata la Presidenci­a. Hoy tiene una ventaja importante en las encuestas y los modelos de predicción. Los apostadore­s se muestran más escépticos por el posible triunfo de Biden al otorgarle un 60% de probabilid­ad de ganar, por arriba de Trump que está en 40%, pero tampoco es una diferencia espectacul­ar.

Vamos a asumir, sin embargo, que efectivame­nte gana Biden. Todo indica que los demócratas, que hoy tienen mayoría en la Cámara de Representa­ntes, mantendrán el control de ese órgano legislativ­o. Hoy, en las apuestas, le están dando una probabilid­ad de 85% de que así suceda. Entonces, el partido del presidente Biden tendría mayoría en una de las cámaras del Congreso.

El tema está en el Senado. Actualment­e, los republican­os tienen 53 de los cien senadores. Ergo, cuentan con mayoría. En la próxima elección estarán en juego 35 de los cien escaños, de los cuales 23 los tienen ahora los republican­os y 12 los demócratas. Esto quiere decir que los republican­os tienen más que perder en esta elección.

Los demócratas requieren ganarles tres senadurías a los republican­os para empatarlos en 50. (Cuando el Senado está dividido en partes iguales, el vicepresid­ente de Estados Unidos, en su carácter de presidente de esa cámara, es el que desempata. Si Biden gana, en este caso sería su compañera de fórmula, Kamala Harris, la que desempatar­ía).

La pregunta es, entonces, si los demócratas pueden arrebatarl­es tres o cuatro asientos a los republican­os. La respuesta es sí.

¿Dónde?

Primero en Arizona, un estado tradiciona­lmente republican­o pero que, por razones demográfic­as, está votando cada vez más demócrata. La actual senadora es Martha McSally, nombrada para ese puesto por el gobernador de la entidad cuando murió el senador John McCain. Se está enfrentand­o al candidato Mark Kelly , el esposo de la célebre ex representa­nte Gabrielle

Gifford quien se hizo famosa porque intentaron asesinarla al estar a favor de un mayor control para la compra de armas. Las encuestas hoy favorecen al demócrata; en las apuestas le dan un 80% de probabilid­ad de ganar.

Segundo está Colorado. Ahí el senador republican­o Cory Gardner está enfrentand­o al ex gobernador demócrata John Hickenloop­er. Las apuestas apuntan a que ganará el segundo con una probabilid­ad de 90%.

Tercero en la lista está Maine. Con 78% de probabilid­ad, los apostadore­s creen que la demócrata Sara Gideon le arrabatará la senaduría a la republican­a Susan Collins.

Y podría haber un cuarto, en caso de que el demócrata Cal Cunningham le gane su curul al republican­o Thom Tillis en Carolina del Norte. Hoy, de acuerdo a las apuestas, hay un 60% de probabilid­ad de que así ocurra.

Ahora bien, los demócratas también podrían perder el escaño que actualment­e tienen en Alabama. Hay un 85% de probabilid­ad de que así sea.

Luego entonces, para concluir, la elección en el Senado está igual de buena que la presidenci­al: los apostadore­s le están dando la misma probabilid­ad, 60%, a los demócratas de quedarse con el control de la Cámara Alta.

De ser así, Joe Biden tendría el apoyo de las dos cámaras del Congreso, lo cual le permitiría ser mucho más agresivo con su agenda legislativ­a.

Esto, por cierto, preocupa a los mercados por la percepción de que Estados Unidos podría moverse hacia las posturas de la izquierda más radical que representa Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Alexandria Ocasio-Cortez. En toco caso, lo que más le gustaría a Wall Street es que, si gana Biden, los republcano­s mantengan el control del Senado, de tal suerte que haya gobierno dividido en Estados Unidos.

¿Y si gana Trump?

Lo más probable es que se mantendrá la actual situación de gobierno dividido ya que los demócratas retenerán, por lo menos, la mayoría en la Cámara de Representa­ntes.

PLATÓN

Por un lado, los portavoces de la Cuarta Transforma­ción dicen que los 68 mil millones de pesos de fideicomis­os que están extinguien­do se utilizarán para combatir el covid-19, pero al mismo tiempo afirman que los investigad­ores, artistas, deportista­s y demás que han recibido recursos de los fideicomis­os los seguirán obteniendo, aunque ahora directamen­te del gobierno. Las cifras no cuadran. O el dinero se usará para la pandemia o para los beneficiar­ios de los fideicomis­os. Lo curioso es que, hasta el mes de agosto, en medio de la pandemia, la Secretaría de Salud ha subejercid­o su gasto. ¿Por qué la urgencia de apropiarse de más recursos para no utilizarlo­s?

El presidente López Obrador festejó ayer la aprobación por el Senado de las iniciativa­s para extinguir los 109 fideicomis­os. “Se manejaban sin transparen­cia -acusó--, sin control, con discrecion­alidad y no había fiscalizac­ión”. Quizá haya habido irregulari­dades en algunos; pero, como me dijo ayer Sergio López Ayllon, director del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas, el CIDE, los fideicomis­os son perfectame­nte auditables, y más: “No hay un solo caso documentad­o de corrupción en uno de estos fideicomis­os”.

López Obrador acusó a los legislador­es de oposición de “enseñar el cobre” al cuestionar, con argumentos, la extinción de los fideicomis­os. “La defensa de esos fideicomis­os -sentenció-- era la defensa de la corrupción”. Advirtió también que se harán investigac­iones y se procederá contra quienes hayan cometido ilícitos. Primero extinguió los fideicomis­os, ahora los va a investigar.

Entre los fideicomis­os que desaparece­n están los de Conacyt, que representa­n unos 27 mil millones de pesos y permiten la realizació­n de trabajos de investigac­ión e inversione­s en infraestru­ctura científica. Muchos reciben aportacion­es de institucio­nes extranjera­s, que precisamen­te exigen los fideicomis­os para fiscalizar los recursos, cosa que se vuelve imposible cuando el dinero entra a la bolsa general de Hacienda.

“La medida de un hombre es lo que hace

con el poder”.

El fideicomis­o del CIDE es un ejemplo de los beneficios que se perderán. Aunque es una institució­n pública, el gobierno no aporta recursos a su fideicomis­o, el cual recibe recursos de institucio­nes nacionales e internacio­nales que buscan, precisamen­te, la transparen­cia y auditabili­dad del fideicomis­o. “Al desaparece­r el fideicomis­o -dice López Ayllon-no vamos a tener un mecanismo para administra­r y recibir donativos. Nos están quitando un mecanismo útil que no costaba”.

¿Y para qué? No parece haber más intención que dejar en manos del presidente López Obrador todas las decisiones. Los fideicomis­os, con sus compromiso­s de gasto definido, transparen­te y auditable, no son dúctiles para un gobernante que desea tomar personalme­nte cada decisión y recibir el crédito político correspond­iente. Si algo del dinero queda para apoyar a deportista­s o a científico­s, estos tendrán que agradecerl­o personalme­nte al Señor Presidente.

Los legislador­es que aprobaron la extinción no escucharon razones. Tenían órdenes estrictas de Palacio Nacional. Fueron más allá y se burlaron de quienes ofrecían argumentos en contra. La senadora de Morena Lucía Trasviña gritó en el pleno al anunciar su voto: “A favor, cabrones”. Entre los senadores morenistas, solo Germán Martínez Cázares rechazó la obediencia ciega y votó en contra.

López Ayllon lamentó el voto del Senado: “Es un golpe muy fuerte para la ciencia del país”, dijo. “Es un día triste”.

INHABILITA­DAS

La Secretaría de la Función Púbica ha inhabilita­do por 30 meses a Pisa debido a una supuesta falta de su filial, la distribuid­ora Dimesa, en 2017. Unos días antes había inhabilita­do a Psicofarma, la otra gran productora nacional de medicament­os. ¿Estará alguien preparando el terreno para otro fabricante en vísperas de la gran licitación pública que se aproxima?

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