ELIMPARCIAL.COM/MEXICALI
Muchos líderes de negocios familiares dicen que para ellos es prioritario asegurar que la siguiente generación preserve y multiplique lo que ellos han construido, pero la verdad es que muy pocos actúan en consecuencia.
Dilatar o manejar mal el proceso de sucesión frecuentemente destruye las dos cosas, el valor del patrimonio y la armonía familiar. Para realizar una transición exitosa se necesitan gestionar bien tres grandes retos, afirman Baron y Lachenauer.
Traspaso de la propiedad. ¿En qué momento se hará la transferencia del control? ¿Se heredará en partes iguales? ¿Qué fórmula de propiedad heredarán los que siguen? ¿Qué formatos jurídicos se utilizarán? La respuesta a estos cuestionamientos facilitará o complicará la continuidad.
Transmisión de liderazgos. El liderazgo en una generación se encarna en personajes concretos y en circunstancias únicas. Estas no se repetirán. El mundo que les tocará vivir a los que siguen será muy diferente. Sus personalidades son distintas. ¿Cómo elegiremos a los líderes? ¿Cómo acomodaremos los roles a jugar? ¿Cómo les abriremos canchas para entrenarse? ¿Cómo entregaremos el bastón de mando?
Desarrollo de talentos de la siguiente generación. ¿Qué habilidades necesitará cada uno de los líderes siguientes? ¿Cómo descubrir la vocación de cada uno de ellos? ¿Cómo crear oportunidades para que aprendan a colaborar y ponerse de acuerdo? ¿Cómo hacerlos crecer para que estén listos?
La transición es un proceso, no un evento. Mientras más se gestione ese proceso de forma colegiada, más posibilidades tiene de ser exitoso. Los nuevos líderes necesitan acreditarse y ejercitarse. Necesitan ejercer por algunos años la Dueñez compartida.
El futuro líder de Dueñez, como sea que ejerza su rol, tiene que estar ya probado y bien montado en su posición desde mucho antes de que el líder anterior se haya retirado.
Todo esto habla de manejar la transición a la siguiente generación con antelación, con seriedad, y en vivo y a todo color. No se trata de hacer un plan y darlo a conocer a la familia empresaria. El asunto es dialogar, acordar y poner en práctica. El tema se llama transferencia de poder. No pretendamos disfrazarlo, no lo retrasemos, no nos hagamos tontos.