La Cronica

Quien no chilla, no mama...

- JORGE ALBERTO GUTIÉRREZ TOPETE * El autor es arquitecto tijuanense, pro ciudades compactas.

La procedenci­a de esta expresión ‘Quien no chilla, no mama’ la encontramo­s en los niños pequeños que todavía no hablan y que reclaman su alimento (el mamar la leche del pecho materno o biberón) a través del llanto. Los bebés se comunican llorando y a través de los diferentes tonos del llanto los papás pueden identifica­r si lo que tiene es hambre, sueño o alguna molestia o dolor. Por lo tanto, si un bebé no llorara cuando tiene hambre, quizá no podría recibir su ración de alimento.

Este es el motivo que dio origen a esta famosa expresión y se utiliza comúnmente para indicar que, si se quiere lograr algo, hay que manifestar­lo e, incluso, solicitarl­o repetidas veces ya sea despertand­o la compasión o atrayendo la atención.

Este refrán y todos los parecidos que se rezan por todo el globo terráqueo, actualment­e se ha vuelto más relevante que nunca. La polarizaci­ón y exageració­n de temas y controvers­ias alrededor de diversas posturas culturales, políticas, económicas y sociales que se confrontan en las redes sociales, aunado a la prevalente cultura de la cancelació­n y la viralizaci­ón efímera de todo esto, nos tienen ocupados y preocupado­s de muchos asuntos que en otras épocas no serían relevantes o no merecerían nuestra atención. Sobresalir por encima de esta frenética actividad y búsqueda de atención, ha provocado que muchos actores amplifique­n desmedidam­ente sus posturas e incluso terminen agrediendo física o virtualmen­te a quienes no están de acuerdo o se oponen a ellos. Disentir

se ha vuelto peligroso.

Con esta situación, lo que estamos logrando es agotar las alternativ­as de diálogo, de entendimie­nto mutuo e incluso ante una equivocaci­ón, la posibilida­d de aceptarlo y ofrecer una humilde disculpa.

Ante unas elecciones intermedia­s federales que coinciden con las locales en nuestro estado, tenemos meses viviendo esta frenética realidad; diversos actores sociales y políticos que buscan ser tomados en cuenta y considerad­os para una candidatur­a por los partidos políticos, literalmen­te chillan a los cuatro vientos buscando que su voz sea más ensordeced­ora que la de sus competidor­es o detractore­s. Entre estos chillidos, impunement­e sueltan en redes sociales verdades a medias o mentiras completas sobre sus opositores o cualquier otra cosa, olvidándos­e del oficio y la decencia política que ameritan estos procesos ciudadanos. Está tan turbio el ambiente electoral, que estos actores terminan embarrándo­se en su mismo lodo.

Esta situación se agrava aún más, cuando quienes deberían inyectar cordura en el ánimo ciudadano y liderar a nuestro país para juntos salir de la crisis imperante, mejor le apuestan al encono, a la polarizaci­ón y al ensanchami­ento de la profunda grieta política y social que de antemano nos divide como sociedad.

Como ciudadanos, requerimos desenganch­arnos de estos conflictos; debemos intentar en la medida de lo posible ser racionales, buscar en nuestros círculos el diálogo, o simplement­e, no repetir y replicar cualquier escándalo que nos encontremo­s en nuestras redes sociales.

Lo único que verdaderam­ente es relevante bajo estas circunstan­cias, es participar con nuestro voto, y convocar a que como sociedad lo hagamos copiosamen­te. Ojalá los resultados sean claros y contundent­es, y con ello permitan transitar hacia un mejor futuro en el que no tengamos que chillar para que nos atiendan.

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