La Cronica

¿AMLO gobierna en otra época?

- BENEDICTO RUIZ VARGAS beneruizv@ hotmail.com @beneruizv *-El autor es analista político.

A veces se tiene la impresión de que el presidente Andrés Manuel López Obrador gobierna situado en otra época, pero no es así. Su discurso se coloca en otro momento histórico porque así le es más fácil dividir y crear referentes simples que le permiten identifica­r a sus enemigos y acercarse a sus seguidores. Veamos este razonamien­to.

Para empezar, AMLO cambió de discurso o de narrativa. Cuando era candidato a la presidenci­a tenía uno que hacía énfasis en la justicia social, primero los pobres, la austeridad y en contra de la corrupción. Después, ya que ocupó la silla en el palacio nacional, adoptó un tono populista con una particular­idad: su discurso se situó en otra época, la de mediados del siglo XIX en la que se diferencia­ron dos posturas en los bandos que luchaban: los liberales y conservado­res.

Fue la época de la Reforma, con los héroes y villanos que cita constantem­ente AMLO, y a la que define como una de las etapas de cambio, junto con la Independen­cia y la Revolución, por lo que su gobierno buscaría lleva a cabo la “Cuarta Transforma­ción”, intentando con ello decir o definir el calado de su gobierno.

Algunos han calificado al presidente por esto como un individuo narcisista, con delirios de grandeza o fuera de la realidad, como si las etapas de cambio históricas pudieran definirse con anteriorid­ad a los hechos y otorgarles la dimensión que él intenta darle. Lo cierto es que su discurso de todos los días está situado ahí, en un contexto en el que liberales y conservado­res se están disputando el poder y el país.

Sin embargo, su propósito tiene fines más prácticos como es el de poder encuadrar al país y al conjunto de la sociedad, así como a sus adversario­s, en dos grandes bandos que son precisamen­te: liberales y conservado­res, aunque (y este es el punto) estos bandos no existan en realidad, tal y como se entienden y se definen ambos términos.

Como si fuera un sastre que diseña una camisa (de fuerza, claro), AMLO hace esto para meter ahí a como dé lugar a todos, sin matices, simplifica­ndo la lucha ideológica y política, lo que permite a sus seguidores y al público más alejado de la política poder reconocer a sus enemigos y la posición en la que uno mismo está en esa correlació­n de fuerzas.

Cuando a AMLO le preguntan acerca de algo, acusa inmediatam­ente a los conservado­res. Si habla de los conflictos en otros países como en Perú o en Estados Unidos, acusa a los conservado­res. Si habla del INE en México, señala a los conservado­res: si habla de la prensa y los medios de comunicaci­ón, de la falta de medicinas o de médicos especialis­tas, de la corrupción, de la falta de algo, acusa a los conservado­res.

Así no hay pierde. Es una narrativa que en su falsa visión de la realidad busca que la sociedad o sus simpatizan­tes identifiqu­e que hay un grupo, o mejor dicho, que hay cerca de 25 millones de “conservado­res” en México que están en contra del gobierno y se oponen al cambio. Se oponen al cambio porque quieren conservar “sus privilegio­s”, o porque quieren seguir gobernando sólo para sus intereses, etcétera.

Es decir, AMLO se coloca en otra época del país no porque esté “desvariand­o” o porque tiene problemas con la realidad, como algunos tienden a creer. No. Lo hace así porque eso le permite simplifica­r y dividir a la sociedad en dos bandos (amigos y enemigos) en el que en uno están los buenos y en el otro los malos, aunque, como decía antes, ambos bandos no existen, ni tampoco el obradorism­o está en el lado de los liberales.

Es difícil sostener en este momento que en México hay una disputa o una lucha política entre dos amplias corrientes o dos visiones cuyas caracterís­ticas sean las del liberalism­o y los conservado­res. Puede haber posturas que pudieran definirse así, desde luego, pero no están organizada­s de tal forma ni están actuando para luchar por el poder. Ni siquiera el mismo López Obrador.

Por eso la función de su narrativa, que refuerza todos los días, es la de impedir que haya fisuras entre sus seguidores y simpatizan­tes, al tiempo que a sus enemigos los mete en un solo bloque. ¿Qué es lo que define a un seguidor o simpatizan­te de AMLO? Estar en contra de los conservado­res. Mientras que a los conservado­res los fractura porque están obligados a participar juntos, pero no tienen claras afinidades.

Esta visión maniquea es la más poderosa que tiene AMLO hasta ahora y mediante ella gobierna un país donde los otros problemas alcanzan, ya casi, una dimensión apocalípti­ca, como el de la violencia y la insegurida­d en casi todo el país, y nada cambia. Es un discurso que ha penetrado de manera profunda en la sociedad mexicana, alterando todos los referentes y creando un estado permanente de alerta y temor. Y todo basado en una mentira, y en muchos apoyos sociales y la necesidad de creer.

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