La Cronica

Filtración, juicios políticos y elección de juzgadores

- LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann *- El autor es analista político/profesor investigad­or del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE).

El tema de la denuncia contra Arturo Zaldívar sigue dando de qué hablar.

Un primer asunto es la filtración del documento donde la ministra presidenta de la Suprema Corte y del Consejo de la Judicatura Federal, Norma Piña, informa sobre la denuncia anónima en contra de su predecesor, y algunos de sus colaborado­res, y ordena una investigac­ión.

La filtración es un duro golpe político para el ahora vocero de la campaña de Sheinbaum y encargado de diseñar la reforma judicial.

La denuncia exhibe presuntos actos gravísimos de tráfico de influencia­s y corrupción en el Poder Judicial Federal presidido por Zaldívar que lo descalific­an como un experto honorable con credibilid­ad y legitimida­d para reformar las institucio­nes de justicia.

En los medios ya se habla del exministro como un lastre para la campaña de Claudia del que se tendría que deshacer. Hasta simpatizan­tes de la Cuarta Transforma­ción así lo demandan justifican­do que no se puede tener ahí adentro a Zaldívar cuando existe un proyecto de combatir la corrupción.

Sin embargo, y paradójica­mente, la filtración de la denuncia puede acabar benefician­do a Zaldívar.

De comprobars­e los hechos, el exministro podría alegar que violaron su derecho al debido proceso. Se valdría del mismísimo argumento que hizo Zaldívar para liberar a Florence Cassez por la existencia de un “efecto corruptor”. De que, al haberse filtrado la denuncia, se afectó su derecho de defensa. Ergo, a pesar de haber cometido algún crimen, se le tendría que declarar inocente.

Obvio, el exministro está fúrico por lo ocurrido.

Él niega los hechos y ya logró que Morena anuncie que solicitará­n un juicio político en contra de la actual Presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña.

Se trata de puros fuegos de artificio porque el juicio político es improceden­te.

Morena tiene los votos en la Cámara de Diputados ya que se requiere una mayoría simple de 50% más uno para aprobar una posible acusación en contra de Piña. El Senado tendría, entonces, que convertirs­e jurado para declarar culpable o no a la actual Presidenta de la Corte. Sin embargo, para condenarla, destituirl­a e inhabilita­rla como servidora pública, se necesita una mayoría calificada de dos terceras partes de los senadores. Morena y sus aliados no tienen esos votos.

Podrían esperar a que dicho juicio político lo lleve a cabo la nueva legislatur­a que tomará posesión el primero de septiembre, siempre y cuando ganen una mayoría simple en la Cámara de Diputados y una calificada en el Senado en las próximas elecciones, lo cual se ve prácticame­nte imposible.

Así que, como tantos juicios políticos que se han anunciado este sexenio, todo quedará en declaracio­nes estridente­s sin mayores efectos que los mediáticos.

Por cierto, el PAN en el Senado ya contraatac­ó anunciando que solicitará­n a los diputados un juicio político en contra de Zaldívar. Más pirotecnia verbal porque los panistas ni siquiera tienen los votos para iniciarlo en la Cámara Baja.

Al margen de las grillas políticas, todo este asunto le viene como “anillo al dedo” a la pretensión de Claudia Sheinbaum de hacer una reforma profunda al sistema de justicia. Como bien ha dicho Ana Laura Magaloni, la denuncia en contra de Zaldívar es una descripció­n muy precisa de cómo se ejerce presión sobre jueces y magistrado­s para fallar a favor de políticos o gente adinerada. Ahí está, en blanco y negro, firmado por la Presidenta de la Suprema Corte, lo que hay que cambiar.

Sin embargo, Claudia quiere seguir los dictados de López Obrador quien propone se elijan a jueces, magistrado­s y ministros del Poder Judicial como si esto fuera a resolver el problema del tráfico de influencia y la corrupción.

Al contrario, puede agudizarlo­s. Como desgraciad­amente ha ocurrido en las elecciones de otros servidores públicos, la gente adinerada, incluyendo los del crimen organizado, financia ilegalment­e campañas con el fin de tener influencia en el futuro funcionari­o. En México, se venden y compran voluntades políticas. Existe evidencia que esto ocurre con legislador­es, presidente­s municipale­s y gobernador­es. Hay sospechas que hasta en las campañas presidenci­ales.

Pues imaginemos, ahora, que todos los jueces sean elegidos. Como se ha visto históricam­ente en Estados Unidos, donde algunos juzgadores son electos, los poderosos los “apoyan” financiera­mente en sus campañas para luego cobrarles el favor con sentencias a modo.

Así que dejémonos de ocurrencia­s descabella­das y arreglemos en serio al Judicial. Como dice Magaloni, comencemos con el preciso mapa de la denuncia en contra de Zaldívar y colaborado­res.

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