La Cronica

No me gusta Xóchitl

- JOSÉ ROBERTO VÁZQUEZ vazquezjr@ yahoo.com @joserober *- El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacio­nales por la UABC.

POR EL DERECHO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Ya se que nadie me lo ha preguntado y que probableme­nte estoy siendo políticame­nte incorrecto, pero debo decirlo fuerte para que se escuche, Xóchitl Gálvez no me gusta. No la siento completa y en momentos, veo que está haciendo un enorme pero nulo esfuerzo, por parecer propositiv­a como candidata a la presidenci­a de la república. Tiene, desde mi punto de vista, muy penetradas en su conducta, una serie de actitudes que la llevan a parecer débil en sus pronunciam­ientos. Tiende al comentario chusco, dicharache­ro y a la vacilada. Con esta particular­idad que se percibe, no llega a crear la imagen de una persona madura, propositiv­a y consciente. Estas caracterís­ticas le dan notoriedad, pero no logran posicionar­la como la candidata ideal de la oposición. De hecho, algunos de los líderes que la promoviero­n se notan desencanta­dos, y su entusiasmo varió hacia la baja.

Su campaña se enfoca más en las críticas hacia la Sheinbaum, que, en hacer propuestas programáti­cas de su gobierno, en caso de que ganara las elecciones. El ciclo de la campaña es muy reducido. Son pocos días y aunque a muchos mexicanos les gusta la actitud desafiante de Xóchitl, criticando a la Sheinbaum sin descanso, deja de lado la oportunida­d de exponer su plan de trabajo. Tal vez debería jugar en dos planos, uno para criticar con bromas o con seriedad, pero el otro, para que analice nuestra situación social y exponga soluciones a los problemas que nos aquejan.

No obstante, tampoco me gusta Claudia Sheinbaum, no por su forma de conducirse en la campaña o porque copia el tono de voz y algunas expresione­s de AMLO, sino porque en asuntos graves no ha tenido el valor de expresar una opinión vigorosa, por ejemplo, contra la violencia y los ajusticiam­ientos. No hay escusa ni pretexto, cuando todo mundo estamos esperando que alguna fatalidad le suceda a nuestra familia. Cuando nos informa la prensa nacional que generacion­es entealias ras tienen que dejar sus casas con sus pertenenci­as, porque el crimen organizado las ha amenazado con perjudicar­las si no se salen. Ante esto, la actitud estúpida de seguir promoviend­o los abrazos ante la increíble violencia que vivimos es grotesca.

No se puede ni se debe iniciar un nuevo sexenio, con la misma forma equivocada de pensar. No cabe ninguna duda que el gobierno de López Obrador hizo cosas dignas de mencionars­e, que realmente beneficiar­on a la población en general, pero eso no le quita responsabi­lidad ni le disminuye la culpabilid­ad, de que la violencia y la delincuenc­ia, hayan aumentado hasta las magnitudes actuales. Además, en el próximo sexenio el escalamien­to de violencia no disminuirá, por el contrario, seguirá incrementá­ndose. Se espera un inicio violento, con el cual el crimen organizado pintará su raya, establecer­á sus condicione­s y definirá la fuerza con la cual van a actuar. El nuevo gobierno tendrá entonces que trazar el punto de partida con el cual los va a repeler. Si su respuesta a la violencia es con la fuerza del estado, entonces se puede dar el caso de que las organizaci­ones delincuenc­iales le bajen a su presencia. Pero si no hay una resmás puesta de fuerza y efectiva, entonces sabrán que el camino fue allanado, para que la delincuenc­ia transite por el país con toda la calma que requieran. Podrá argumentar el gobierno a su favor que, en relación con la cantidad total de la población mexicana, el porcentaje de criminalid­ad es mínimo, sin embargo hay aspectos de este fenómeno social que son significat­ivamente graves y que impactan al total de la población nacional, primero, porque la criminalid­ad se ha generaliza­do a todos los espacios públicos del país; segundo, no existen zonas que estén blindadas y exentas de hechos delictivos; tercero, el delito de extorsión se ha generaliza­do y hasta el sector del trabajo informal está siendo obligado a pagar su precio; cuarto, la edad para ingresar como sicario ha disminuido, también, y hay casos conocidos de niños de hasta 10 años, que son integrados al crimen organizado; por último, la impunidad ya es casi total.

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