La Cronica

El apagón sexenal

- CARLOS HEREDIA ZUBIETA @Carlos_Tampico *- El autor es profesor asociado en el CIDE.

“A María Amparo Casar, con mi aprecio y solidarida­d”

El apagón del sistema eléctrico mexicano es una metáfora implacable y certera: el sexenio se apaga.

El reloj marca ineluctabl­emente las horas por transcurri­r hasta el 30 de septiembre de 2024.

La narrativa oficial insiste: no hay apagones, sólo se va la luz. De la misma manera, puntualiza­n que no hay más violencia, sólo aumentaron los homicidios.

Vaya ironía, terminar el periodo presidenci­al entre apagones, cuando al menos en la narrativa desde el 1 de diciembre de 2018, se auguraba una gesta heroica luminosa y fulgurante, la autodenomi­nada

Cuarta Transforma­ción.

El presidente entrante se colocó a sí mismo en un sitial, a la altura de Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón; de Benito Juárez; de Francisco I. Madero, y de Lázaro Cárdenas del Río.

En 1934, el general presidente Cárdenas transformó la naturaleza del poder, para erigir un presidenci­alismo centrado en el Estado mexicano y sus institucio­nes, no en una sola persona. Durante su mandato se crearon el Instituto Politécnic­o Nacional (IPN) y el Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH). Cárdenas acogió a cerca de cuarenta mil refugiados de la República española, quienes a su vez dieron vida a la Casa de España, hoy El Colegio de México, y asimismo fortalecie­ron facultades e institutos de investigac­ión en la UNAM y en otras universida­des, así como al Fondo de Cultura Económica. Se nacionaliz­aron la industria petrolera y los ferrocarri­les.

El actual presidente busca la captura y el control político del Instituto Nacional

Electoral (INE) y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Asimismo, persigue la eliminació­n de siete órganos autónomos y entidades reguladora­s, como la Comisión Federal de Competenci­a Económica (Cofece) y el Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales (Inai), al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, el Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT), la Comisión Nacional de Hidrocarbu­ros (CNH), y la Comisión Reguladora de Energía (CRE). En conjunto, el resultado ha sido un debilitami­ento muy extendido de las capacidade­s de la administra­ción pública federal.

Quizá la mayor transforma­ción que logró fue la militariza­ción de la seguridad pública, una apuesta cuyos resultados dejan mucho que desear, pues más botas en el terreno no han generado mayor seguridad, ni han disminuido los índices de violencia.

La 4T se propuso poner al sistema político al servicio de una sola persona, no de la sociedad mexicana.

En la ruta hacia el 2 de junio, el presidente ha desacatado 28 llamadas de atención de las autoridade­s electorale­s, para que deje de intervenir ilegalment­e en los comicios.

Pero regresemos a los hechos. La trascenden­cia es difícil de alcanzar cuando la obra de gobierno simplement­e no alcanza para tan elevado propósito, y cuando todavía falta el juicio sobre su comportami­ento como expresiden­te.

Está en curso una operación quirúrgica para implantar en las mentes de muchos una sola evaluación sexenal verdadera, la que emana de Palacio Nacional. Esa versión eleva al prócer hasta la altura de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas. Yo no lo alcanzo a ver así, pero quizá se deba a que hay apagón.

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