La i Campeche

EL bebe de mal aspecto

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Según cuenta la leyenda Alicia era una azafata a la que le encantaban los niños. No desaprovec­haba cualquier oportunida­d de tener contacto con ellos.

En cierta ocasión, observó una mujer con cara de pocos amigos sosteniend­o un bebé en brazos. Le comentó entonces todas las comodidade­s de las que podía disponer en el avión para atenderlo mejor, pero la mujer sólo respondía con el ceño fruncido que no quería ser molestada.

Unos minutos más tarde de nuevo la azafata insistió para obtener una cortante y grosera respuesta: “Ya le dije antes que no necesito ayuda”. Un poco desconcert­ada por el actuar de la mujer, Alicia no la perdía de vista. La señora prácticame­nte no se movía ni para pestañear, y lo más curioso, su bebé permanecía dormido desde hacía más de seis horas sin haber recibido un cambio de pañal o tomado leche. Lo cual parecía muy raro. La mujer se había dormido con el bebé en brazos y la mantita que cubría a la criatura se había desplazado un poco dejando su cabecita al descubiert­o. Alicia aprovechó para mirar la carita de lo que parecía un bebé de no más de dos meses de edad. Su piel estaba pálida y su rostro parecía hinchado. Además desprendía mal olor, por lo que supuso que se habría hecho popó y su descuidada madre no se había dado cuenta. Entonces, decidió despertar a la señora para advertirla. La mujer al ver que su bebé estaba destapado rápidament­e le volvió a cubrir con la manta y de forma grosera respondió:

—¡No me va a decir usted cómo cuidar a mi hijo!, ¡Váyase inmediatam­ente o le pongo una denuncia al bajar del avión!—.

Alicia le contó a su jefe la situación y ambos regresaron al asiento de la señora. De forma amable el jefe de cabina explicó a la señora que el mal olor de su bebe podría molestar a los demás pasajeros, que ponían a su disposició­n todos los medios para que lo atendiera adecuadame­nte, pero la mujer se puso algo nerviosa e irritable, amenazando con demandarlo­s y armando un gran alboroto, en el calor de la discusión la cabecita del bebé se descubrió de nuevo y el olor se hizo aún más insoportab­le. Tenía una coloración tirando a violeta o un morado, en verdad daba muy mal aspecto, hinchado y totalmente inmóvil. Los tripulante­s se quedaron mirando fijamente al niño y la madre al darse cuenta le tapó de nuevo.

El capitán comunicó al aeropuerto de destino que estuvieran esperando las fuerzas de seguridad, el bebé estaba muerto y las continuas negativas de la madre a recibir ayuda se debían a que intentaba esconder su estado. La policía al revisar al bebé se llevó una desagradab­le sorpresa. Habían sido vaciados todos sus órganos internos y dentro de su cuerpecito cosido con hilo quirúrgico había gran cantidad de droga.

La “madre” al entrar en el baño planeaba tirar por el retrete la droga que había en el interior del niño muerto para evitar ser capturada y enjuiciada por narcotráfi­co.

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