Está en contra de grafitis
Cuando los completaron en 2015, la alcaldía elogió los paneles con grafiti a lo largo de la Avenida 23 de Mayo en Sao Paulo (Brasil) como el mural a cielo abierto más grande de América Latina: 70 obras de arte callejero que se extendían más de 5 kilómetros a lo largo de un bulevar que conecta un distrito lujoso con el centro de la ciudad.
Pero el pasado enero, los grandes dibujos fueron tapados con una capa de pintura. Y no fueron vándalos los responsables, como ocurre a menudo con el arte callejero, sino trabajadores sanitarios por orden del nuevo alcalde de Sao Paulo, Joao Doria, un empresario multimillonario.
El alcalde incluso se puso un par de overoles naranja y utilizó una pistola atomizadora para cubrir los murales con una fina capa de pintura gris, acción que airó a personas que consideraban las obras de grafiti parte del patrimonio cultural de la ciudad y suscitó una controversia sobre qué es arte y qué debe ser protegido.
El retiro de los murales figuró entre las medidas de la campaña “Ciudad Bonita” de Doria: un contingente de limpiadores de calles y trabajadores de mantenimiento que instalan contenedores nuevos de basura, plantan árboles, recogen desperdicios y eliminan con pintura los grafitis. Muchos consideraban los murales en la 23 de Mayo un escaparate del dinamismo del arte grafitero de Brasil, y la decisión de Doria de eliminar la mayoría ha despertado la sensibilidad sobre lo que se pierde cuando las ciudades restauran zonas deterioradas.