La i Campeche

Invitado

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Mi historia comienza hace algún tiempo. En ese entonces mi actual esposo era mi novio y frecuentab­a mi casa.

Un día me contó que uno de sus primos había tenido un mortal accidente en una de las curvas del corredor industrial. Yo sabía quién era; pero nunca lo conocí al menos físicament­e o en fotografía. Después de esa conversaci­ón no volvimos a hablar del tema. Fue hasta el cumpleaños de su padrino, que es su tío y papá del joven muerto que me sucedió algo extraño.

Por la tarde llegamos mi novio y yo a casa del tío para ayudar en los preparativ­os de la fiesta de cumpleaños, en tanto decoraban el patio con globos, acomodaban sillas y mesas; mi novio y yo estábamos en la sala de la casa con otros preparativ­os.

En cierto momento dejamos la agobiante tarea y nos pusimos románticos. El comenzó a besarme cuando sentí que alguien nos veía y al abrir mis ojos pude notar la presencia de un joven alto que se asomaba por la puerta que daba a la cocina.

El joven me observó con una mirada cómplice y una sonrisita burlona. Le perdí de vista y le dije a mi novio que alguien estaba detrás de la puerta viéndonos. De principio pensé que se trataba de uno de los muchachos que andaba en el patio arreglando, a lo que mi novio me dijo que era imposible ya que no había nadie en la casa y la puerta trasera estaba cerrada con llave.

Pensando en que quizá alguien estuviera escondido tras el muro, mi novio se levantó del sillón y se aseguró de que no hubiera nadie ahí, la puerta en efecto estaba cerrada, al regresar se me quedó viendo y con una mirada firme me dice: –Es Jorge mi primo muerto, lo viste. Sin poder creer lo que decía y algo nerviosa, tan sólo atiné a decir que no, que no hiciera bromas. El salió al patio a hablarle a mi tía y estando dentro, mi novio le dijo que había visto a Jorge detrás del muro que conducía a la cocina, a lo que la tía con un rostro impaciente saca un álbum de fotos de una cómoda y me enseña unas en particular.

–¿Es él a quien viste? –preguntó.

–Sí, es el mismo muchacho. –Respondí algo nerviosa.

–El es Jorge mi hijo muerto, se mató en un accidente de auto hace un tiempo yendo para su trabajo. Se ha estado apareciend­o toda la mañana en la casa, varias personas incluyéndo­me, lo hemos visto. Supongo que está feliz por el cumpleaños de su papá.

Luego de decir esto, la señora guardó el álbum y salió de nuevo al patio con un rostro desencajad­o y los ojos húmedos; pero alegre como siempre lo ha sido. Yo me salí de la casa, no quise estar sola dentro. A pesar de haberlo visto con su sonrisa cómplice, no me asusto, ni sentí una “mala vibra” de él.

Ahora que lo recuerdo, se apareció como siempre fue el en vida, alegre y dispuesto.

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