La Infanticida Francesa
Una pareja que acababa de comprar una casa se disponía a plantar un árbol cerca del porche. Bastaron varios golpes de la pala para toparse con dos bolsas de plástico con los restos de algunos bebés en su interior. Superado el espanto inicial, los propietarios acertaron con marcar los números que pronto llevaron hasta el lugar a varias patrullas policiales. El terror sólo había dado sus primeros pasos. Las sospechas iniciales apuntaron hacia los anteriores dueños del inmueble. Perteneció a un matrimonio de ancianos fallecidos hace varios años. Pero la pista era la buena y pronto se llegó hasta la heredera, Dominique Cottrez. Vivía cerca, a escasamente un kilómetro. En su casa se presentaron los agentes encargados de la investigación el mismo día y allí se toparon con lo que puede constituir el mayor infanticidio de la historia de Francia.
La mujer de 47 años confesó que los cadáveres hallados en la antigua propiedad de sus padres pertenecían a dos de sus hijos. Y fue aún más explícita: había otros seis bebés enterrados entre el prado y el garaje de su propio hogar.
En los siguientes días perros entrenados para realizar búsquedas subterráneas localizaron los cadáveres, también minuciosamente envueltos en bolsas de nailon. Cottrez dejó caer aún un dato más para agrandar el macabro descubrimiento. Quizás haya otros cuatro más, porque con el tiempo perdió la cuenta.
Esta enfermera tampoco puso reparos para confesar la motivación que le llevó a deshacerse de los hijos que habían nacido entre 1989 y 2006 en el seno de su matrimonio con Pierre-Marie Cottrez, carpintero y concejal del pintoresco municipio. Una vez detenida lo explicó todo ante el fiscal de Douai, Eric Vaillant. Al parecer, sus dos primeros partos -de los que nacieron dos hijas hoy venteañeras que ya la han hecho abuela- fueron traumáticos. Ello le llevó a negarse a pasar de nuevo por la experiencia de criar niños y a acabar con sus siguientes descendientes nada más alumbrarlos. Asfixió a todos. Dominique Cottrez se enfrenta a ocho cargos de homicidio voluntario de menores de 15 años y lo normal es que sobre ella recaiga una condena de cadena perpetua, siempre y cuando los análisis psiquiátricos determinen que era consciente y responsable de sus actos.
El marido, también detenido inicialmente por omisión de denuncia y ocultación de cadáveres, ha sido puesto en libertad. La infanticida sostiene que él desconocía los crímenes e incluso sus embarazos. El gran tamaño de esta mujer podría haber servido para ocultar las gestaciones.