La casa azul, reflejo de una artista
Ubicada en uno de los barrios más bellos y antiguos de la Ciudad de México, la Casa Azul de Frida Kahlo se convirtió en museo en 1958, cuatro años después de la muerte de la pintora. Actualmente es uno de los museos más concurridos en la capital mexicana. La llamada Casa Azul Museo Frida Kahlo es el lugar donde los objetos personales de la artista develan el universo íntimo del ícono latinoamericano más reconocida a nivel mundial.
En la casona se encuentran algunas de las obras importantes de la artista: Viva la Vida (1954), Frida y la cesárea (1931), Retrato de mi padre Wilhem Kahlo (1952), entre otras.
Cada objeto de la Casa Azul refleja algo de la pintora: las muletas, los corsés y las medicinas son testimonios del sufrimiento y de las múltiples operaciones a las que fue sometida. Los exvotos, juguetes, vestidos y joyas hablan de una Frida obsesionada por atesorar diversos objetos.
La casa misma habla de la vida cotidiana de la artista. Por ejemplo, la cocina, que son típicas de las construcciones antiguas mexicanas, con sus ollas de barro colgadas en paredes y las cazuelas sobre el fogón es testimonio de la variedad de guisos que se preparaban en la Casa Azul. Tanto Diego como Frida gustaban de agasajar a sus comensales con platillos típicos de la cocina mexicana.
La casona, que data de 1904, no era un lugar de grandes dimensiones. Actualmente tiene una construcción de 800 m2 y un terreno de 1200 m2. De acuerdo con la historiadora Beatriz Scharrer, Guillermo Kahlo (húngaro-alemán de nacimiento) construyó la casa a usanza de la época.