La i Campeche

Presagio de la muerte

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Dicen que la Llorona era una vez una joven pobre que amaba a un noble rico, y juntos tuvieron tres hijos. La chica deseaba casarse con el noble, pero él la rechazó. Él le dijo que podría haber considerad­o casarse con ella si no se hubiera dejado embarazar por los tres hijos que tenía, que él considerab­a una desgracia. La joven trató de complacer a ese hombre que tanto le gustaba, por lo que ahogó a sus hijos para demostrar su amor a él. Pero aún así no quiso saber nada de ella y se casó con otra.

Loca de dolor, la mujer se dirigió a lo largo del río, llorando y llamando a sus hijos. Pero ya no estaban. Así que ella se ahogó. Por su crimen, su espíritu fue condenado a vagar por las vías fluviales, llorando y buscando a sus hijos hasta el fin de los tiempos. Se decía que cada vez que aparece la mujer que se lamenta, alguien va a morir. Una noche, dos jóvenes fueron desde el trabajo a su casa con las ventanas del coche abiertas cuando escucharon un terrible gemido. Sonaba como el grito desesperad­o de un bebé o tal vez una herida. Al lado de la carretera, una niebla blanca comenzó a formarse. Se movió rápidament­e entre un bosque de palmeras y cuando alcanzó el árbol más grande, se convirtió en la figura de una joven preciosa vestida toda de blanco.

Pelo largo y oscuro colgaba por su espalda. Ella comenzó a llorar y retorcerse las manos en la rodilla, y los hombres se dieron cuenta de lo que estaban viendo era el fantasma de la Llorona. El conductor encendió el motor y se alejó tan rápido como pudo. La figura resplandec­iente de la Llorona se mantuvo visible en el espejo retrovisor hasta que el coche dobló la esquina.

Los hombres estaban molestos por la visión, muertos del miedo de que los rumores sobre la Llorona pudieran ser verdad. Pero no pasó nada a ninguno de ellos el resto de la noche, por lo que se rieron a la distancia del incidente. La noche siguiente, los hombres viajaban a casa del trabajo cuando su neumático delantero se ponchó en el lugar en el camino donde habían visto el fantasma de la mujer la noche anterior. El coche se salió de control y golpeó el árbol más grande del palmeral en el lugar exacto donde la Llorona se les había aparecido. Los dos hombres murieron en el acto.

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