Fíjate bien en tus lunares
Ciertos lunares tienen más riesgo de convertirse en melanomas malignos. Es el caso de los lunares que tenemos desde el nacimiento y el de los lunares atípicos, que tienen más probabilidades de transformarse en malignos.
Si no sabes diferenciar los lunares, te puedes orientar por las cinco letras del test ABCDE:
A: anomalía
La primera letra te indica que tienes que fijarte en la forma de los lunares. Aquellos que sean de naturaleza benigna son los que son redondos y simétricos, es decir, que, al doblar su forma en el plano, ambas mitades se superponen.
Por el contrario, los de naturaleza maligna, tienden a ser asimétricos y sin una forma concreta.
B: borde
El segundo aspecto a evaluar es la regularidad de los bordes del lunar. Esta característica es otra pista para saber si puede ser un lunar maligno. Cuando los bordes son irregulares, con límites dentados o cortantes, ondeados o mal definidos, el lunar seguramente sea maligno.
C: color
Los lunares benignos presentan la misma tonalidad en toda su zona pigmentada. En cambio, si te encuentras ante una mancha que tiene variedad de color de una zona a otra (marrón o negro, y a veces incluso blanco, rojo o azul) es posible que el lunar sea de carácter maligno.
D: diámetro
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el tamaño de la mancha. El diámetro, que es la distancia que hay de un extremo a otro de la forma, es de 6 mm o más, probablemente sean malignos. Los lunares benignos son de pequeño tamaño.
Una referencia que puedes utilizar para medir los lunares son las gomas de borrar que tienen muchos lápices en su extremo. Es una forma muy visual de comprobarlo, ya que el tamaño de la goma suele tener una medida de unos 6 mm.
E: evolución
Por último, se tienen que considerar la evolución de lunar. Si presenta cambios progresivos en el color y el tamaño o aparecen otras manchas alrededor de él, es una clara señal de que podría tratarse de un melanoma.