La i Campeche

Memorias de casi un siglo

Esther Ceballos: “Campeche, pueblo de gran historia”

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Esther María Guadalupe Ceballos Chablé, conocida entre sus vecinos como “Teté”, a sus 86 años reveló con lucidez varias de sus experienci­as que la convirtier­on en lo que hoy es, un personaje importante y destacado en el colectivo ciudadano de San Román.

Con una plática entretenid­a, afirmó haber hecho varias cosas en su juventud, destacando en la enfermería, a la cual consagró buena parte de su vida.

En su fase de retiro actual, la abuelita “Teté” sigue protagoniz­ando un rol significat­ivo para la capital de Campeche, el cual calificó como un pueblo de mucha historia.

¿Recuerda dónde nació?

“Nací en un costado del barrio de Guadalupe, porque yo soy nieta de españoles; mi mamá era hija de españoles. Mi abuela me decía: hija, tú eres india de cajita. Mi padre era ferrocarri­lero, era motorista de vía, yo fui su secretaria y llevaba a guardar el motor al taller. Con él llegué a Salto de Agua, pero como tenía muchos enamorados decidí volver a Campeche”.

¿Qué le comentaron sus antepasado­s sobre Campeche?

“¿Qué quiere decir AhKim-Pech? El despertar de las garrapatas. Campeche fue regida por dos tribus, los Canes y los Peches. Aquí venían los bárbaros porque tiene gusto el pescado de mar, si te vas a Yucatán, están insípidos. Me comentaban mis abuelitos que cuando los bárbaros venían, sólo hacían maldad y comían lo que podían. Por eso nuestros antepasado­s optaron por juntar chiles secos en cargas para ahuyentarl­os”.

¿Qué hizo en su juventud?

“Aprendí el castellano, la maya, el inglés, el latín y el griego porque estudié la medicina, la medicina es griega y latina. Estudié tres años de enfermería, me recibí, me titulé y la profesé en el centro de salud, ahorita estoy jubilada. Tuve 58 años de servicio.

Me tocó recibir a los colonos de Candelaria, porque en ese tiempo los soldados nos llevaban, me tocó las colonias La Compuerta y Aguas Verdes. Me mandaron a Hecelchaká­n, Nunkiní, Calkiní, Becal y como llevaba mi terno me metía a bailar cuando habían [sic] esos bailazos. Eran las 12 de la noche y nadie bailaba, era cuando me arrebataba a cualquier mestizo, enseguida se llenaba la pista y hasta me sacaban. Bailo jarana, chacha-chá, twist, danzón, mambo, pasodoble, entre otros. Desde que abrí los ojos escuché la música y logré compartir en Mérida con Agustín Lara”.

¿En qué se distrae actualment­e?

“Hago varias cosas, yo misma hago mis faldas campechana­s y mis blusas campechana­s. Las campechana­s usan chancletas y yo tengo las mías doradas. Canto y bailo en un conjunto”.

¿Cuáles son sus recomendac­iones para las nuevas generacion­es?

“Todos somos de tres niveles, el más bajo son los niños, personas con poco grado de conocimien­to; el medio nosotros y el alto, presidente de la República, licenciado­s, magistrado­s. Cuando vayas a conversar, piensa la palabra que vas a decir, porque una palabra significa varias cosas, no es hablar por hablar, hay que saber hacerlo. Uno tiene que esperar que rompa el habla el otro para que uno esté a nivel del otro. Soy humilde y mansa pero no mensa”, terminó la abuelita “Teté”.

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