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Estados Unidos va limitando la libre expresión en las bibliotecas
Una biblioteca de un pueblo pequeño de Michigan, en Estados Unidos, corre el riesgo de cerrar después de que sus habitantes votaran para desfinanciarla porque no toleraban la distribución de libros con temáticas LGBT+. El caso sirve para ilustrar una tendencia que se extiende en ese país desde la reciente abolición del aborto: las reiteradas prohibiciones de libros en distintas bibliotecas norteamericanas.
¿En qué contexto ocurre esta intolerancia a lo que dicen los libros? En el contexto en el que un escritor de prestigio internacional, el británico Salman Rusdhie, resultó apuñalado este viernes tras más de tres décadas de que el régimen iraní dictara contra él una fatwa, es decir, una condena a muerte, por considerar blasfema su novela Los versos satánicos. Nada menos.
Este mes, los residentes de Jamestown votaron para desfinanciar la Biblioteca de Patmos a partir de una queja sobre la novela Gender Queer: a memoir, que aborda la experiencia de una escritora no binaria, Maia Kobabe. Esto trae como consecuencia “el vaciamiento de los fondos” con que la biblioteca contaba “hasta el primer trimestre del próximo año”, dijo Larry Walton, uno de los responsables de la institución, al diario local Bridge Michigan.
La primera queja sobre el título de Kobabe desató una ola de peticiones a la biblioteca, exigiendo que se quitara ese libro y muchos otros de temática LGBT+ de su catálogo. “La preocupación del público era que iba a confundir a los niños”, contó Walton. Pero el asunto no quedó ahí: un grupo autodenominado “Conservadores de Jamestown” repartió volantes condenando el género queer por mostrar “ilustraciones sexuales extremadamente gráficas de dos personas del mismo género” y denunciando la “promoción de ideología LGBT+”.
Este tipo de iniciativas, arraigadas a un cultura puritana que pese a todo le va quitando terreno a políticas inclusivas, ganaron fuerza en Estados Unidos tras la abolición del fallo que garantizaba el acceso al aborto y llaman la atención internacional. De eso habló Deborah Mikula, directora de la Asociación de Bibliotecas de Michigan, con el diario británico The Guardian, cuando expresó su convicción de que los catálogos de las bibliotecas deben representar “a toda la comunidad” y subrayó que “eso significa tener libros LGBT+”.
Los desafíos y prohibiciones de libros alcanzaron niveles no vistos en décadas, según funcionarios de la Asociación Estadounidense de Bibliotecas, la Coalición Nacional contra la Censura (NCAC, por sus siglas en inglés) y otros defensores de la libertad de expresión.