Nos enamoramos ya con hijos y casados...
“Conocí al amor de mi vida cuando ambos estábamos en nuestro mejor momento. Con la vida resuelta y todas las imposiciones sociales cumplidas. Ambos casados, con hijos chicos. Ninguno buscaba nada pero sin que nos diéramos cuenta pasamos de ser dos contrincantes que se hablaban por cuestiones operativas a enamorarnos perdidamente. Sin vernos, sin tocarnos, sin quererlo.
Pasamos meses hablándonos, conociéndonos como nadie nos conocía, ni nosotros mismos. Sin habernos tocado, desnudábamos nuestro corazón y nuestro lazo se hacía más y más fuerte. Intentamos frenar lo que nos pasaba, dejar de lado nuestros sentimientos para seguir con nuestras confortables vidas dentro del matrimonio, pero ya no había vuelta atrás. No nos fue posible alejarnos, perder contacto y acepté que separarme era la única opción. Hace ya un año de eso y aunque todavía no pudimos concretar nuestra relación estamos más juntos que nunca. Nos amamos como ninguno había amado. Con mis hijos fue más sencillo de lo que esperaba, ellos lo aceptaron, se adaptaron mejor que yo. Nunca me voy a arrepentir de haber sido fiel a mis sentimientos”.