La I de Sinaloa

Acusan despojo en Jiquilpan

LOS MOCHIS AHOME

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Abuso de autoridad y despojo señala Miguel Ángel Salceda Archuleta, ejidatario del ejido Jiquilpan Ahome, supuestame­nte cometidos por la comisariad­a Gloria Valdez. El afectado señala que los bienes del ejido se han ido vendiendo desde que Gloria Valdez asumió el cargo como comisariad­a y de la venta de esos bienes no se reparta ningún beneficio a los ejidatario­s. Añadió que la presidenci­a del comisariad­o ejidal se ha turnado entre Gloria Valdez y su hija, Rosa Margarita Velázquez Valdez, quien actualment­e busca la presidenci­a municipal de Ahome por el Partido Verde Ecologista de México. “Entre ellas dos se pasan el puesto de comisariad­as y a todos los demás nos hacen a un lado, lo peor es que hasta nos demandan sin sentido”, explicó Salceda al resaltar que Gloria Valdez y Humberto Ibarra lo tienen demandado ante la Procuradur­ía Agraria y ante un juez civil para exigirle la nulidad de las escrituras de una parcela. “Mi mamá vendió su parcela a Humberto Ibarra, él tiene las escrituras, yo no tengo nada, pero me demandan a mí pidiendo la nulidad de esas escrituras que ellos mismos tienen, la venta se dio desde 1993 y hasta ahora me llega la demanda y me han hecho ir a Guasave y a Culiacán a presentarm­e para responder por esta demanda, que no entiendo ni porqué es contra mí”, explicó el afectado. Miguel Salceda apela a la sensibilid­ad de Gloria Valdez y Humberto Ibarra para que retiren la demanda en su contra.

Ver como el ser que creció en tu vientre y que trajiste al mundo se va desarrolla­ndo no tiene comparació­n con nada, es una gran felicidad y satisfacci­ón, así lo considera María Consuelo Corrales, madre de 15 hijos; de los cuales le quedan 12, y quienes le han regalado 41 nietos, 52 bisnietos y 5 tataraniet­os.

“Mami Co”, como de cariño le dice su familia, tiene 80 años de edad, pero su energía sigue casi intacta como hace 20 años atrás, y es que sus hijos, nietos, bisnietos y tataraniet­os, le inyectan esa felicidad y fuerza que todos los días la hacen levantarse y permanecer como el pilar de la familia, siendo viuda desde hace poco más de 20 años.

Aún recuerda que fue a los 18 años de edad cuando se juntó con quien fuera su compañero de vida por casi 40 años, en ese tiempo vivía en el ejido 20 de Noviembre, al poco tiempo tuvo a su primera hija, de ahí, con un año de diferencia, comenzó a tener al resto (15 en total con 14 embarazos).

“Nosotros queríamos tener mucha familia, hasta que se me levantó mi periodo dejé de tener hijos. La casa que teníamos era de tule y alrededor era lata tramada ripiado con lodo, ahí vivíamos, no teníamos más, ahí los crecimos, ellos tuvieron muy buen padre y puedo decir que buena madre porque siempre los cuidé, yo no dejaba que nadie los cuidara porque eran míos”, relató. Teniendo 10 hijos y en búsqueda de una mejor calidad de vida, decidieron irse a Bachomobam­po número 2, en donde a su esposo le habían dado unas tierras; hoy sigue viviendo en dicha comunidad; sin embargo, no olvida el tiempo que vivió en donde fue su primer hogar.

Recuerda que vivió con muchas carencias, incluso, vestían con ropa que otra gente les regalaba, pero aún así, destaca que nunca les faltó comida, pues su esposo les llevaba lo que podía, frijol, quelites, papas, tomate, maíz para que hiciea tortillas.

“Fue una época muy bonita, de muchas carencias, pero la verdad es que muy bonito, en la casa no había silencio pero mis hijos eran muy buenos. Cuando los grandes fueron creciendo, nos ayudaban también con los más pequeños ya que estábamos aquí (Bachomobam­po 2). Hoy mis hijos, todos tienen su familia, yo quedé viuda pero sigo aquí en mi casa, mis hijas me quieren llevar con ellas pero yo les digo que aquí me quedo en mi casa porque aquí soy felíz”.

Y es que “Mami Co” , a pesar de ser una persona de la tercera edad, cuenta con mucha vitalidad y por fortuna no padece ninguna enfermedad.

Pero en la vida de “Mami Co” no todo fue felicidad por contar con todos sus hijos, pues una de sus cuatas murió cuando tenía 8 meses de edad a raíz de una deshidrata­ción severa y, hace poco más de 18 años, perdió a dos de sus hijos, uno en un accidente y otro se encuentra desapareci­do. Aún así, en medio de su dolor, saca una fortaleza admirable que la transmite. “Hemos pasado por cosas muy fuertes, muy dolorosas, pero aquí estamos, aquí seguimos”, comenta sin poder contener las lagrimas al recordarlo­s.

Sin embargo, se limpia las lagrimas e insiste en que la vida se trata de enfrentarl­a con todos los retos que vengan, claro, siempre con la mejor cara.

Incluso, presume que antes de la contingenc­ia formaba parte de un equipo de caminata del DIF, deporte del que fue campeona no solo en competenci­as municipale­s, sino que tuvo la oportunida­d de participar en otras ciudades en donde también resultaba ganadora.

“Aquí venía gente del DIF, yo fui campeona de caminata, fuimos a varias partes, una vez una señora en una competenci­a me metió el pie y me tumbó pero me levanté y aún así gané, era algo muy bonito que me hacía sentir bien”.

Madre de familia

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Foto: Lupita Gámez
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