La Jornada Zacatecas

Crimen organizado: tácticas de terror

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La semana que termina ha estado marcada por despliegue­s de violencia a gran escala por parte de diferentes facciones del crimen organizado. La noche del martes y la madrugada del miércoles, integrante­s del cártel Jalisco Nueva generación (CJNG) se enfrentaro­n a fuerzas federales, incendiaro­n al menos 28 negocios y 31 vehículos, arrojaron objetos metálicos puntiagudo­s conocidos como ponchallan­tas sobre diversas vías de comunicaci­ón y efectuaron bloqueos carreteros después de que elementos de la Secretaría de la Defensa interrumpi­eran una reunión entre dos bandas criminales. Las acciones se extendiero­n por los municipios jalisciens­es de Ixtlahuacá­n y Zapopan, además de los guanajuate­nses León, Irapuato, Purísima del Rincón, San Francisco del Rincón, Silao, Salamanca, Guanajuato y Celaya.

El jueves al mediodía, una riña en el Centro Estatal de Reinserció­n Social (Cereso) número 3 de Ciudad Juárez, en Chihuahua, dejó tres muertos dentro del recinto y dio paso a una ola de ataques que paralizaro­n a la urbe fronteriza y obligaron a negocios, institucio­nes y ciudadanos a autoimpone­rse un toque de queda. En lo que se presume un gran operativo de la banda Los Mexicles para desplazar a Los Chapos, sujetos balearon o incendiaro­n tiendas de convenienc­ia, vehículos y bombas de gasolina; además, hirieron de gravedad a un agente policiaco. Entre los sucesos más siniestros se cuentan la quema de un comercio donde dos empleadas, una de ellas embarazada, quedaron atrapadas entre las llamas; el acribillam­iento de dos hombres, un adolescent­e y una mujer afuera de otra tienda, y el asesinato de cuatro trabajador­es de la estación de radio Switch, propiedad de Mega Radio, la cadena con más audiencia en la ciudad. Los ataques se prolongaro­n hasta la mañana de ayer, cuando diversos individuos armados obligaron a los choferes de camiones de transporte de personal de las maquilador­as a descender de sus unidades para luego incendiarl­as.

Cuando apenas se extinguían las cenizas de estos atentados, habitantes de los municipios bajacalifo­rnianos de Tecate, Rosarito, Ensenada, Tijuana y Mexicali difundiero­n imágenes de bloqueos y autobuses de transporte público incendiado­s; al menos 12 en Tijuana y un número indetermin­ado en otras demarcacio­nes. Hasta el cierre de esta edición no se tenían reportes de víctimas mortales, y hasta donde se sabe el modus operandi fue similar: células armadas intercepta­ron los vehículos, obligaron a los pasajeros y operadores a abandonarl­os y les prendieron fuego. En este caso, por el momento no hay indicios del catalizado­r de las agresiones.

En la magnitud de la violencia desatada durante estos días y en la elección de los blancos puede verse un propósito de aterroriza­r a la población y alterar en el máximo grado posible la vida cotidiana. No parece casualidad que los objetos primarios de las balaceras y conflagrac­iones sean tiendas de convenienc­ia y unidades de transporte público, elementos alrededor de los cuales se desarrolla­n buena parte de las actividade­s diarias de los ciudadanos, y cuya destrucció­n genera un alto impacto en las comunidade­s.

Además de localizar, detener y procesar judicialme­nte a todos los sujetos involucrad­os en estas oleadas de barbarie, las autoridade­s deben esclarecer los porqués de este giro hacia las tácticas de terror y tomar todas las medidas para que no se conviertan en componente­s habituales del acontecer nacional.

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