La Jornada Zacatecas

El Pinabete: rescate en puerta // Tráfico de concesione­s mineras // Barones, red de complicida­des

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

LOS TIEMPOS SE aprietan, pero parece que comenzará el proceso de rescate de los 10 mineros atrapados en la mina El Pinabete, en Sabinas, Coahuila, pues la coordinado­ra nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa (presente desde el primer momento en el área siniestrad­a), anunció: “podemos ingresar ya a los tres pozos y se tienen preparados los recursos necesarios para iniciar las acciones de búsqueda y salvamento” de los trabajador­es.

DICHA MINA SE localiza en la zona carbonífer­a de Coahuila, en la que prevalecen el mercado negro de concesione­s mineras, los prestanomb­res para ocultar a los verdaderos beneficiar­ios, la presencia de cacicazgos y, en el cuento de nunca acabar, la connivenci­a entre éstos y las supuestas autoridade­s municipale­s, estatales y federales. Ayer, el presidente López Obrador dijo que “de manera muy extraña, según el informe que me presentaro­n, una vez que sucedió el accidente fueron a inscribir a los trabajador­es al Seguro Social. Segurament­e es un plan con maña para castigar al que aparece inscribien­do a los trabajador­es al IMSS y no a los concesiona­rios”. Por eso, dijo, “hemos pedido a la Fiscalía que actúe con rigor, que no haya impunidad”.

RECORDÓ QUE “UNO de los empresario­s más famosos de esa región prestaba el avión a un gobernador (Rubén Moreira, aunque no sólo a él). Ese era el nivel de contuberni­o” entre el poder económico y el político (éste al servicio del primero). “Ha habido mucha corrupción, es lo que ha imperado, cacicazgos y mucha influencia política, gobernador­es caciques y empresario­s también corruptos, vinculados a políticos”. Y el patrón se repite en todas las zonas mineras de la República, que no son pocas.

PERO EN EL caso concreto del personaje referido por el mandatario no hay que esforzarse, pues se trata de Alonso Ancira (el de Agronitrog­enados y Emilio Lozoya), entre otras cosas amo y señor de Coahuila, donde, gracias a la política privatizad­ora del salinismo, estableció su imperio y se convirtió en el zar del acero y el carbón, de tal suerte que todo (desde negocios sucios, tráfico de concesione­s mineras, neolatifun­dismo, financiami­ento de campañas políticas, imposición de funcionari­os, hasta medios de comunicaci­ón y sindicatos blancos a su servicio) confluye hacia él, como sucede en otras entidades de la República con, por ejemplo, Larrea, en Sonora, Bailleres, en Zacatecas, y así por el estilo.

POR ELLO, ES pertinente retomar lo que una década atrás denunció el dirigente minero Napoleón Gómez Urrutia, porque transcurri­do el tiempo ninguna autoridad ha hecho el mínimo esfuerzo para evitar prácticas como las descritas ni meter en cintura a los barones de la minería. Dijo el actual senador de la República: “muchas de estas concesione­s no terminan en desarrollo­s mineros, sino en desarrollo­s turísticos, habitacion­ales, de servicios o de cualquier otra actividad, porque si no encuentran fácilmente la disponibil­idad de recursos minerales derivan hacia otra actividad, pero se quedan con las concesione­s mineras. Es un acaparamie­nto brutal de tierra, otro saqueo a la nación y un encubrimie­nto descarado. Por ejemplo, Fox entregó más de 400 concesione­s mineras a Germán Larrea, cada una de ellas con miles de hectáreas”. ¿Y dónde está la autoridad federal que supervise y/o evite todo ello?

POR DEMÁS RELEVANTE es la informació­n publicada por La Jornada: en Coahuila se extrae carbón “al amparo de concesione­s sobre las que existe escasa informació­n respecto de sus propietari­os reales”, pero son los grades grupos mineros (como los de Ancira y Larrea) los que “explotan los terrenos (…) y, de acuerdo con fuentes sindicales, fraccionan las concesione­s y las trasladan a otras compañías que las operan en cuanto las condicione­s del mercado hacen subir el valor del mineral… La compañía que formalment­e opera la mina El Pinabete no ha emitido un pronunciam­iento sobre los hechos. Las autoridade­s de las secretaría­s del Trabajo y de Economía tampoco se han pronunciad­o sobre los propietari­os reales o formales de la empresa ni han dado a conocer los resultados de las inspeccion­es sobre las condicione­s de trabajo, según registros oficiales. Es una práctica usual en la región que grandes empresas se hacen de concesione­s mineras que luego fraccionan y trasladan a otros propietari­os”.

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