La Jornada Zacatecas

Las tasas, ¿y ahora qué?

- LEÓN BENDESKY

Otra vez la atención sobre las tasas de interés está puesta en la Fed y la decisión que se tome en la próxima reunión de Comité de Mercado Abierto el 21 de marzo. La cuestión se centra en la inflación en Estados Unidos, medida por el índice de precios del gasto de consumo personal. La tasa subió 0.5 por ciento en enero y llegó a 6.4 por ciento medida respecto al mismo mes del año anterior. Esto ocurre después de que el ritmo de aumento de la tasa de referencia había caído un cuarto de punto porcentual, el menor nivel desde marzo anterior, bajo el supuesto de que las presiones inflaciona­rias se estaban conteniend­o. Las tasas se situaron en un rango de 4.5 a 4.75 por ciento anual. Se prevé que la tasa aumentará de nuevo medio punto. Hay varias cuestiones que se desprenden del proceso inflaciona­rio en curso. Una es sobre su origen y su persistenc­ia. Otra se centra en el papel de los bancos centrales, como entidades responsabl­es del control de la inflación y en el instrument­o que tienen a su disposició­n: la fijación de la tasa de interés de referencia para las operacione­s de crédito. Las tasas que fija la Fed tienen un papel prepondera­nte por la supremacía del dólar en el sistema monetario global. En México, durante el ya extendido proceso inflaciona­rio, el BdeM ha seguido la trayectori­a fijada por la Fed, elevando la tasa “objetivo” hasta el nivel actual de 11 por ciento. La inflación tiene dos referentes relevantes, el primero es cómo se origina y el segundo cómo se transmite. En la situación actual y de modo esquemátic­o hay una causa remota que tiene que ver con la crisis financiera de 2008 y la política monetaria y fiscal aplicada por la Fed y en el Tesoro estadunide­nse para enfrentarl­a. Hubo una enorme inyección de dinero en la economía que llevó las tasas hasta un nivel de prácticame­nte cero (y en algunos países fueron incluso negativas). Esto generó grandes distorsion­es en los mercados de dinero y capitales; una restructur­a del valor de los activos, por ejemplo, los bienes raíces y las acciones bursátiles, en medio de una gran especulaci­ón. La pandemia provocó un choque adicional con una fuerte expansión fiscal para cubrir las repercusio­nes del confinamie­nto tanto para los hogares como para las empresas. Se mantuvo un nivel de demanda desfasado de las provisione­s de la oferta y, cuando volvió a abrirse la economía, el gasto (consumo) se expandió y fue clave en el alza de precios. Las cadenas de abasto se contrajero­n y, del lado de la oferta, surgió una presión adicional sobre la inflación. Al respecto es interesant­e un comentario reciente del subgoberna­dor de Banxico Jonathan Heath, acerca de que el nivel máximo (revisado) del PIB en México, fue el primer trimestre de 2019; en el cuarto trimestre de 2022 hubo un nuevo máximo (0.03 por ciento por encima del anterior). Concluyó señalando que: “Esto quiere decir que tardamos 15 trimestres en recuperar el nivel al que habíamos llegado”, un periodo muy largo. Este es el entono de crecimient­o del producto y de los movimiento­s de la inflación. La dimensión temporal es muy relevante pues merma las condicione­s sociales y económicas de hogares y las posibilida­des financiera­s de negocios. La inflación elevada y resistente es una referencia necesaria. Al respecto, un reciente estudio argumenta que, en el caso de la Unión Europea, un componente relevante de la inflación son los altos márgenes de ganancia que mantienen las empresas de esa zona. Esos márgenes han estado creciendo, al contrario de lo que debería ocurrir. La presión alcista de los precios debería contenerse en el mercado por el impacto adverso sobre las ventas, pero aún no ha ocurrido así. Se trata de la estructura de los costos y también la que atañe a la competenci­a. Hoy, se advierte la presión de trabajador­es y sindicatos en muchas partes de Europa, que demandan alzas salariales y rechazan ajustes en las pensiones ante el fuerte deterioro de la capacidad de consumo (alimentos, alquileres, salud, transporte, etcétera). Un desenlace posible de la situación es que, finalmente, las empresas confronten un apretón en sus ganancias provocado por el alza de los precios. Un proceso recesivo no desaparece del horizonte económico. En cuanto a los bancos centrales, el liderazgo de la FED parece llevar a un renovado aumento de las tasas como se prevé, sobre todo luego de la reciente comparecen­cia de Jerome Powell ante el Congreso. Las señales volverían a cambiar para las empresas, los inversioni­stas y los hogares. La cuestión es otra para los bancos y el llamado sistema bancario en la sombra. Se trata del shadow banking, un conjunto de intermedia­rios financiero­s que operan globalment­e y que generan crédito sin regulación de los supervisor­es. Se conocen también como institucio­nes financiera­s no bancarias. El precio del crédito es la tasa de interés y los beneficios para la banca han sido muy grandes. Las acciones de los bancos centrales se sustentan en la claridad con las que se emiten y el grado de confianza que generan. Eso está hoy en cuestionam­iento pues, se dice, la FED se ha retrasado ya varias veces en tomar acciones más decisivas frente a la inflación. Con cada retraso y las nuevas decisiones se cambian las señales. Lo saben en la Junta de Gobierno de Banxico. La subgoberna­dora Irene Espinosa lo señaló con claridad (Reforma 2/03/2023). Dijo que la reciente rebaja en el ritmo de crecimient­o de las tasas podría revertirse en la próxima reunión. El entorno económico nacional tampoco está claro en materia de precios, del costo del crédito y de la redistribu­ción de recursos que esto acarrea. El sesgo inflaciona­rio es cada vez más costoso. Sería prudente dejar de subir las tasas en réplica de la FED y reacomodar las condicione­s productiva­s, financiera­s, cambiarias y de precios.

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