La Jornada Zacatecas

“Ignacio López Tarso vivió con pasión y sabiduría su trabajo en todos los escenarios”

“Hasta siempre, Macario”, “ya te traje tu guajolote”, resonó en la explanada de Bellas Artes, donde fue recibido con una ovación que duró 10 minutos

- CARLOS PAUL Y REYES MARTÍNEZ

Varias generacion­es de admiradore­s de Ignacio López Tarso se dieron cita en el Palacio de Bellas Artes ayer para despedir al actor, fallecido el sábado. Cuando el féretro llegó a la explanada del máximo recinto cultural del país de inmediato sonaron los aplausos y gritos emocionado­s casi al borde del llanto: “¡Hasta siempre, Macario!”, “¡ya te traje tu guajolote!”

Alrededor de las 18:40, el cuerpo del histrión recibió una ovación que se prolongó unos 10 minutos, hasta que el cortejo pudo ingresar al recinto entre el tumulto del público que siguió su carrera de más de siete décadas.

Así comenzó el emotivo homenaje durante el cual se recordó el talento, la fructífera trayectori­a y sobre todo la generosida­d de López Tarso. En el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes se colocó una monumental fotografía del sonriente rostro del actor, varias coronas con flores blancas y a un costado cuatro fotografía­s más pequeñas, selecciona­das por la familia.

Personalid­ades del ámbito artístico, cultural e institucio­nal, así como familiares del actor estuvieron presentes en el interior del recinto durante homenaje, mientras el público en una interminab­le fila mostró su cariño, persignánd­ose frente al ataúd o depositand­o toda clase de flores: claveles, rosas, gardenias. Avanzaba solemne y triste.

Momentos antes, algunos integrante­s de esa multitud de admiradore­s recordaron el magnífico trabajo actoral y el profesiona­lismo de López Tarso. Un joven cinéfilo, que se apoyaba en muletas, habló de los sentimient­os que encontró en cintas como Macario, El hombre

de papel y La casta divina.

En primera fila estuvieron los familiares del actor, entre ellos su hijo Ignacio López Aranda, acompañado de las autoridade­s culturales y de amigos del gremio, como Salvador Garcini, Sergio Corona, César Costa, Leticia Perdigón y Luisa Huertas, quienes ofrecieron unas palabras de despedida a su colega.

Su nieta Mariana López contó que ya hospitaliz­ado, su abuelo les pidió ayuda para engañar a los médicos y salir del hospital a fin de cumplir con el llamado que tenía cada fin de semana en una obra de teatro. Agregó que “no le tenía miedo a la muerte, le gustaba demasiado vivir”.

Ignacio Sánchez, otro de los nietos de López Tarso recordó: “Mi abuelo fue un ser tan grande que es difícil describir todo lo que él era en unas cuantas líneas. Para mí, siempre será increíble darme cuenta de la cantidad de vidas que tocó su prodigiosa­mente extensa carrera. Gracias, abuelo, por el legado que nos dejaste como artista y como ser humano”.

El actor y director de telenovela­s Salvador Garcini destacó: “Nos enseñó que la cultura se reparte, que es para todos”. Luisa Huertas sostuvo que su colega perteneció a la emblemátic­a primera generación de actores de la escuela teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal). Como parte de su maravillos­a y extraordin­aria trayectori­a, continuó, “rescató e interpretó los corridos de México, lo hacía de tal manera que hacía que todos los mexicanos nos sintiéramo­s identifica­dos”.

“El teatro es alimento”

Agregó que el maestro decía: “El teatro es alimento, es necesidad”.

Las guardias de honor continuaro­n. Al filo de las 8 de la noche eran acompañada­s por la música de mariachi que entonó el corrido Valentín de la Sierra, mientras el público seguía desfilando para despedir al actor.

La mañana del sábado, el director de cine Guillermo del Toro en su cuenta de Twitter escribió: “Don Ignacio, grande entre los grandes. Que descanse en paz nuestro Macario”.

El director Luis de Tavira comentó a La Jornada que era una tristeza terrible la pérdida de uno de los más grandes actores de teatro del país; “hay que celebrar su pasión teatral en todos los escenarios, porque su vida es un ejemplo y testimonio de entrega, de alegría por actuar, además de su excelencia en ese arte.

“López Tarso nos llena de orgullo a quienes nos dedicamos al teatro. Fue un hombre que vivió, hasta casi sus 100 años, con pasión y sabiduría su trabajo sobre los escenarios. Prefiero referirme a él como actor de teatro, desde que hizo Moctezuma II, y ya mayor se retó con el Rey Lear”.

El cineasta y director de teatro Sergio Olhovich publicó un tuit de despedida para su amigo. Escribió: “Nacho, tuviste una vida larga, maravillos­a y extraordin­aria en el escenario y frente a las cámaras. Gran talento, gran personalid­ad. En varias ocasiones compartimo­s muchos tequilas... Ahora, descansa en paz. ¡Salud, querido amigo!”

El actor Daniel Giménez Cacho señaló a este diario que “Ignacio López Tarso es la historia mexicana del teatro y del cine. Todavía con un pie en la época dorada del cine nacional supo transitar con creativida­d hasta hoy. Gracias a su formación y gusto por el teatro, mantuvo siempre vivo su desarrollo como intérprete. Para mí, fue un sólido referente y el símbolo de una época. Su muerte me dolió y sorprendió, porque lo considerab­a inmortal. Trabajador incansable cuya voz y presencia seguirá siempre entre nosotros. ¡Buen viaje maestro!”

Al concluir el homenaje, el mariachi tocó El son de la negra y de nuevo el público se volcó en aplausos. En la explanada del recinto se escucharon gritos de ¡Viva Marcario!, mientras el tráfico en Eje Central se detuvo durante unos minutos para dejar pasar la carroza fúnebre.

El homenaje de cuerpo presente continuará hoy en el teatro San Jerónimo a partir de las 11 horas. Su hijo Juan Ignacio Aranda informó que después el cuerpo de su padre será cremado, y sus cenizas serán depositada­s junto a las de la querida esposa del maestro: Clara Aranda.

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Ortiz Fotos Roberto García X Durante el homenaje que se rindió al primer actor en el recinto.
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