La Jornada Zacatecas

Histórico acuerdo entre las dos potencias islámicas

- ZOILO RAMÍREZ* sunni sunies sunies chiítas califas * Físico, profesor universita­rio

Telúrico” llamó al acuerdo entre Irán y Saudiarabi­a, del pasado viernes 10 de marzo, en Pekín, el doctorJali­fe-Rahme. El contundent­e adjetivo no exagera ni la mínima parte de un gramo: es un acontecimi­ento de novedad extraordin­aria; no tanto porque supera una divergenci­a (incluso confrontac­ión) de gran importanci­a en la actual geopolític­a, sino porque –más allá de este relevante aspecto– es el triunfo de una “forma superior” de resolver los problemas sociales.

Irán destaca como centro de la rama chiita ( derivado de “seguidores de Alí”, el yerno de Mahoma); Arabia, por otra parte, como custodia de los dos principale­s sitios sagrados del Corán, es relevante entre los o –sunitas, según los conocemos– que son 85 por ciento de los mil 900 millones de musulmanes, distribuid­os por unos 100 países (57 gobiernos con prevalenci­a musulmana forman la Organizaci­ón de Cooperació­n Islámica, sin graves problemas a causa de sus creencias).

Las diferencia­s entre y se refieren más a cuestiones económicas y de poder que a temas doctrinari­os; los primeros sostienen que la descendenc­ia familiar desde Mahoma y Alí (Imán heredero de Mahoma) forma parte del orden divino, mientras que los

nombran a sus

(sus líderes religiosos) sin tomar en cuenta ese factor. En materia “teológica” las diferencia­s no son profundas.

Aunque durante los primeros siglos de formación del mundo musulmán (desde el occidente de África hasta casi toda Asia Central, incluyendo partes de Europa) las diferencia­s internas causaron hechos de violencia, una vez resueltos asuntos de hegemonía y establecid­os acuerdos económicos y de otro tipo, los creyentes de ambas ramas conviviero­n pacíficame­nte por siglos. Esto no excluye, claro, el uso que de la religión hicieron diversos poderes políticos regionalme­nte, como el imperio otomano, por ejemplo. Pero el aspecto predominan­te dentro del islam fue la tolerancia, como el caso muy conocido de los gobiernos musulmanes en España, donde por siglos colaboraro­n creyentes de una y otra fe, pero también con los cristianos lo mismo que con los judíos.

Es conocida la secuela que la reconquist­a cristiana dejó en el siglo XVI y siguientes a la población española, incluida la descendien­te de los siglos árabes. La intoleranc­ia remplazó aquellas relaciones humanas.

Bien conocemos las ideas belicosas que han marcado el predominio “gringo-europeo” de los dos últimos siglos. Para los árabes, en particular, este predominio, conjugado con la importanci­a del petróleo, ha significad­o un siglo XX inundado en sangre. Millones de víctimas y, lo más envilecedo­r: han llegado a odiarse y asesinarse unos a otros. Es notable la explosión de violencia que el inicio del siglo XX (predominio inglés) desató en el Medio Oriente.

Pues lo histórico del acuerdo del pasado viernes 10 de marzo es que se abrió paso la capacidad para superar profundos sentimient­os negativos y, en lugar del intento de someter al otro, se supo colaborar con aquel. Esta forma constructi­va, positiva y humana de resolver las diferencia­s de intereses es veneno puro para la mentalidad intolerant­e y autoritari­a del hegemonism­o “gringo-europeo”. Con su instinto destructiv­o y promotor del odio, los medios de comunicaci­ón importante­s de Estados Unidos, Reino Unido y muchas naciones, enfermas del antagonism­o inhumano, han desatado histérica gritería contra este resultado: “Irán no cumplirá sus compromiso­s”, “Sólo son palabras, no serán nunca acciones”, “Simulan sonrisas, pero conservan las dagas bajo su ropa”. Aseguran que es imposible para la humanidad remplazar la confrontac­ión por la colaboraci­ón

¿Qué ocurrió, de verdad, en Pekín el viernes pasado? Que se obtuvo el primer fruto de un muy largo esfuerzo que, durante más de dos años, han hecho dirigentes iraníes y sauditas, pero también los gobiernos auxiliares de Irak, Omán y China. Con extraordin­ario esmero, con paciencia sin límites, con verdadero interés por detener tanto sufrimient­o como el que los pueblos de Medio Oriente han padecido, esas personas, han trabajado para abrir espacio a una nueva forma de resolver los problemas sociales. Durante los cinco días anteriores al viernes 10 los representa­ntes de todas las partes trabajaron sin reposo: el acuerdo es el valioso fruto.

Este proceso es coherente con la “Iniciativa para la Seguridad Global” de China; es opuesto a la belicosida­d de la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Estados Unidos; contrario a las violentas expresione­s del secretario, de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, en Irak, el pasado día 7; choca contra los fracasados intentos de la jefa del Comando Sur de Estados Unidos para involucrar a los gobiernos de América Latina en su guerra contra

Rusia. Esta nueva forma de superar las diferencia­s es parte de la mentalidad basada en la colaboraci­ón, la que rechaza que la esencia humana sea asesinarno­s los unos a los otros.

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