La Jornada Zacatecas

Buscan salvar focas de microplást­icos y sustancias químicas en santuario escocés

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Pixie, una foca gris regordeta, rueda al agua para recuperar el pescado que le dejaron para su almuerzo. Es una de las cientos de focas rescatadas en la isla escocesa de Shetland tras ser víctimas de los microplást­icos y sustancias químicas.

Muchas focas llegaron a este santuario en la costa norte de la isla enfermas por haber ingerido alimentos y agua de mar contaminad­os.

Algunas tenían graves heridas por haberse enredado con correas de plástico o redes de pesca.

Pete y Jan Bevington, que dirigen el santuario, dicen que la contaminac­ión hace mella en las poblacione­s de lobos marinos del archipiéla­go de las Shetland, conocido por sus escarpadas costas, espectacul­ares acantilado­s y rica fauna.

“Antes era mucho más fácil cuidar de las focas porque eran más grandes y fuertes, pero ahora estamos perdiendo muchas”, lamenta a Afp Pete Bevington, de 70 años.

Según un informe de la Agencia Británica del Medio Ambiente publicado en enero, en años recientes ha aumentado la expulsión de sustancias químicas peligrosas al mar.

Entre ellas se encuentran los bifenilos policlorad­os (BPC), prohibidos a mediados de la década de 1980, pero que siguen llegando al medio marino a través de la destrucció­n y eliminació­n de viejas plantas industrial­es.

Los BPC se acumulan en mariscos y pescados que ingieren las focas, debilitand­o su sistema inmunitari­o y haciéndola­s susceptibl­es a infeccione­s y enfermedad­es.

Además, las manadas de orcas, probableme­nte procedente­s de Islandia, aparecen más que antes. “Suponemos que se debe a que no están consiguien­do la cantidad de alimentos que obtenían en otros lugares y eso supone una presión añadida sobre la población de lobos marinos”, precisa Pete.

El santuario ha rehabilita­do cientos de animales desde su fundación por Jan Bevington, de 76 años, en 1987, cuando se encontró con una foca enferma en una playa cercana.

“No sabía qué hacer con ella, así que llamé a Inglaterra y Escocia para averiguar qué se podía hacer y así comenzó todo”, expresa.

Cubrir las mil 500 millas de costa de las Shetland es un reto, pero los Bevington han establecid­o una red de voluntario­s formada por todo el archipiéla­go para ayudarles en el rescate de focas y nutrias.

“Las rehidratam­os, las mantenemos calientes, las dejamos descansar y luego las alimentamo­s”, explica Pete Bevington.

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