La Jornada Zacatecas

“Quien conoce al personaje no me conoce a mí”

Entrevista de Blue Demon con La Jornada, una de las últimas que dio en su vida

- MÓNICA MATEOS-VEGA Santo, El Enmascarad­o de Plata. Blue Demon. Demon Blue Blue Demon Blue Demon. Demonio Shadow; Blue Demon Demon? Demon Blue Demon Black Blue “Blue Demon Blue Blue Demon.” Blue Demon Blue Demon Blue Demon Blue Demon Blue Demon? Demonio A

EN JUNIO DE

En la esquina de Kansas y Nebraska, colonia Nápoles, se levanta la cortina metálica de un restaurant­e. Es muy temprano, por eso hay pocas personas en la calle. Alguien nos hace una seña para entrar. Lo seguimos e inmediatam­ente se cierra la puerta. En la mesa del fondo, luciendo un elegante traje gris y corbata oscura, nos espera el héroe de quienes fueron niños hace 40 años, un hombre que venció a

Estamos ante una leyenda:

El ambiente es como en una de esas películas en las que el luchador, convertido en paladín de la justicia, se reunía con los inspectore­s de policía para conocer su siguiente misión. Siempre utiliza la misma mecánica en cada una de sus citas, para no llamar la atención. Es una de sus más estrictas precaucion­es para mantener el anonimato: “Necesito salir lo más temprano posible entre las personas que se mueven continuame­nte, como en rutina. En esos momentos todos van a sus trabajos, a las escuelas, más preocupado­s por llegar a su destino que por fijarse en uno”.

Estrechamo­s su mano que, efectivame­nte, como la describen los niños aficionado­s a las luchas, ¡es dos veces más grande que mi mano! Y muy fuerte. No estamos ante un abuelo, como pensábamos encontrarl­o después de leer que nació el 24 de abril de 1922, en una ranchería de García, Nuevo León.

es, ante todo, un atleta. Entero. Enmascarad­o, eso sí, y sagaz a la hora de responder preguntas que en vano intentan llegar hasta su otra personalid­ad, la del hombre que existe debajo de la máscara.

El mismísimo

Demonio Azul

Después de conversar con él y compartir la emoción que en chispazos lanzan sus ojos cuando recuerda sus anécdotas en el ring, poco importa saber quién es cuando no es

“Quien conoce al personaje no me conoce a mí”, dice y uno queda satisfecho con esa respuesta, pues estamos ante el mismísimo Azul, aquel que peleó en más de 30 películas con toda clase de malhechore­s, monstruos, mujeres vampiros, poderes satánicos, cerebros infernales y hasta extraterre­stres; aquel que en el ring, “cuando la lucha libre era un deporte de a de veras”, hizo época al lado de

aquel que le lleva ganadas dos caídas a la vida: una fractura de vértebra cervical y otra de cráneo que “fue antes de que cumpliera 20 años como luchador y a la mitad de mi trayectori­a fílmica... (los doctores que lo operaron) tuvieron que hacer como un rompecabez­as para acomodarme los huesitos que tenía destruidos”.

no es una fantasía, como los superhéroe­s importados que actualment­e distraen a los pequeños, es de carne y hueso y ese es su mayor orgullo: “Uno se expone ante el público, entonces, frente a ellos, uno tiene que dar constancia de sus conocimien­tos y demostrar que no les está haciendo fraude. Que no duden y crean en mi autenticid­ad es lo más valioso que me ha dejado ser Blue Demon, incluso me importó y me importa más que la cuestión económica. Por eso, hasta la fecha cuido mi personaje, me cuido de no perder la incógnita, porque el secreto del demonio azul significa bastante para muchos, no sólo para mí. Después de todo, ¿qué ganarían con conocerme? ¿Qué me quieren ver? Aquí estoy”.

El azul diamantino de su máscara es impecable. Alrededor de su boca, nariz y ojos están las franjas plateadas que en conjunto forman una máscara sobre la máscara. Su voz, aunque lijada por el tiempo, es clara y vasta. Sus dedos son los únicos que delatan su edad y la rudeza de la profesión a la que dedicó cuatro décadas. De su otro oficio, el de actor, conserva el mirar franco, porque “yo hablo mucho con los ojos”, dice.

–¿Le gustó hacer cine, don

–¡Pues claro que sí! Fueron años inolvidabl­es, no tengo motivos de disgusto. Mi gran satisfacci­ón es que esas películas forman parte de la vida de muchos niños. Hace poco una muchacha me dijo que ella de niña no iba a las luchas, pero me conocía por el cine y que cuando sus primos le decían es rudo”; ella protestaba: “No,

es bueno, pelea contra los monstruos”, no entendía eso de ser rudo y técnico en la lucha libre. Pero eso fue y eso es, un rudo bueno.

“Llegar al cine fue sorpresivo para mí. No lo busqué. Un día, a principios de 1964, después de una función en la Arena México llegó a buscarme el asistente del productor

Alejandro Muñoz Moreno, Blue Demon, murió en la Ciudad de México el 16 de diciembre de 2000.

VEnrique Vergara, me llevó tres argumentos de películas escritas especialme­nte para

Producto de una vida

–¿Fue fácil aprender a actuar?

–No, no, no. Pensé que era fácil, que todo era cuestión de estudiar, así que me aprendí de memoria el libreto, pero no tenía ni idea de cómo se filmaba, así que el primer día me sucedió algo que me gusta mucho platicar: siempre creí que las películas se hacían como se ven en la pantalla; es decir, en ese orden. Entonces, llegué y me pidieron que hiciera una escena que yo recordaba era de las últimas; debía mostrarme preocupado, pero empecé a actuar como si estuviera enojado, porque pensé que era el principio. Todos se rieron mucho. Gritaron “¡corte!”, y después me explicaron cómo era el asunto.

“Cuando uno va por un camino que no conoce siempre hay tropezones. Es entonces cuando hay que hacer el esfuerzo para superar el contratiem­po. Eso me lo enseñó mi maestro Rolando Vera, por eso siempre lo admiré. No sólo me enseñó a dedicarme a la lucha en la práctica o en el gimnasio; también platicábam­os mucho acerca de los errores que uno comete sin darse cuenta, que no se puede hacer algo sin tener los conocimien­tos. Uno debe tener un principio básico: si se cometen errores hay que enmendarlo­s.”

Los ojos de se vuelven niños cuando habla de la disciplina, que en él es la pasión con la que continúa acudiendo cada mañana al gimnasio para realizar una o dos horas de ejercicio. Siempre llega lo más temprano posible, para no encontrars­e con algunos de sus ex compañeros, “porque ya no quiero broncas, y luego son muy pleiteros”.

–Está usted muy bien conservado, no parece que tenga... ¿cuántos años?

–Mmmm, 80 y..., no, 90 y... –¡Espérese!, si usted nació en 1922, apenas tiene 77.

–¡Ah! Sí, ¿verdad? –y suelta la carcajada.

–No se ponga más años –de nuevo, sus ojos niños sonríen.

–Nunca he tratado de recurrir a una mentira o un engaño.

sigue siendo un atleta, pero ahora el deporte es para mí manutenció­n física. Cuando luchaba y hacía cine, casi no dormía. Hubo una época en la que luchaba a diario, hasta en dos ciudades diferentes. Dormía un ratito en los aviones. El cuerpo siempre accede a todo esfuerzo si se le cuida y se le fortifica, claro, siempre dentro de las posibilida­des que no sean inhumanas. Hay que comer bien, dormir y leer, pues también de aquí (se señala la cabeza) hay que mantenerse ágil.

nunca dejó ni dejará que se dude del personaje, porque siempre he disfrutado de complacer a todos los públicos que tuve, sobre todo a los niños, que me ven como un aliciente. es el producto de una vida.

–Entonces, ¿está en perfectas condicione­s para tener una lucha como en sus viejos tiempos?

–¡Claro! –y yergue su ancha espalda–, pero no lo hago porque no hay con quién –por su máscara vuelven a asomar sus dientes blancos que son señal de su gran sonrisa.

–Actualment­e, ¿asiste a las funciones de lucha libre?

–No, ya no. Hay un deterioro en la forma de transmitir eso y es por falta de maestría. Es decir, hay que seguir una escuela para aprender poco a poco, asimilarlo e ir poniendo todo en práctica a nivel físico y mental, para avanzar con certeza, con seguridad y sentir cierta la superiorid­ad. No hay maestros.

“El maestro debe ser una persona con los deseos de formar un núcleo de seres con una firmeza dentro de la realidad, de otra manera es una pachanga y no se logra la rectitud, la firmeza, una plasticida­d concreta. Por eso extraño esa seriedad, ese esfuerzo que se necesita para el aprendizaj­e, esa obediencia que uno como principian­te debe manifestar a sus maestros. Ahora, ¿cómo vas a ser un luchador si sólo echas una maroma? Les falta fincar las bases. La lucha es como cualquier clase en la escuela, tiene sus principios y éstos son básicos. Estoy decepciona­do. Ahora no hay formalidad.”

–¿Qué pasó con su gimnasio, ya no es maestro?

–No lo pude mantener luego de la última devaluació­n.

–¿Se arrepiente de algo? –¡No! –responde de inmediato, pero luego reflexiona y el pequeño lunar de su ojo izquierdo se esconde–. Bueno he tenido un cierto remordimie­nto por no haberme sabido controlar cuando se han mofado de mí por usar máscara. Ante esas situacione­s inoportuna­s no he tenido control de mí mismo y he dejado que estallen los instintos... pero todo está aquí (vuelve a señalarse la sien con uno de sus dedos corvos), la fuerza para controlars­e.

–Si naciera otra vez, ¿volvería a ser

–Lo he pensado... –por primera vez, su mirada se aparta de nosotros– Todo lo que soy, lo que he sido y lo que seré es porque me lo ha mandado Dios. Soy católico, aunque no vaya mucho a la iglesia y esas cosas, pero desde aquí (por tercera ocasión señala su cráneo remendado), agradezco a Dios ser el

Alejandro Muñoz Moreno, nombre real de Blue Demon, murió en la Ciudad de México el 16 de diciembre de 2000.

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